Capitulo XVI

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Mia llegó al hospital y llevó a cabo su rutina matutina de trabajo, atendiendo a sus pacientes con la misma dedicación de siempre. Sin embargo, a medida que avanzaba la mañana, su mente se concentraba en la tarea que tenía por delante: realizar la denuncia por acoso contra Camila.

Cuando llegó el momento, se dirigió decidida hacia la oficina de recursos humanos, donde fue recibida por Carmen, la directora del departamento. Sin titubear, Mia expuso detalladamente la situación, relatando cada incidente de acoso que había sufrido a manos de Camila. Para su sorpresa, Carmen escuchó su relato con atención, sin mostrar sorpresa alguna, lo que indicaba que no era la primera vez que recibía una denuncia de ese tipo contra Camila.

Al finalizar la redacción del documento, Carmen reveló a Mia que no era la única en presentar una denuncia contra Camila. Explicó que varias mujeres, en su mayoría estudiantes que pasaban por el hospital, habían presentado quejas similares en el pasado. Sin embargo, estas denuncias habían sido ignoradas hasta ahora, ya que las denunciantes no tenían el mismo peso y posición dentro del hospital que Mia.

Con esta nueva perspectiva, Mia se sintió aliviada y también un poco indignada. A pesar de que le parecía injusto que las denuncias anteriores no hubieran sido tomadas en serio, se sentía reconfortada al saber que su testimonio tenía el poder de ayudar a otras mujeres. Con su denuncia, estaba contribuyendo a hacer justicia y a poner fin al comportamiento abusivo de Camila de una vez por todas.

El presidente de la junta directiva del hospital, al enterarse del caos desatado por las denuncias de acoso contra Camila, sintió la necesidad de abordar el asunto de inmediato. Convocó a Mia a una reunión urgente, quería asegurarse de que todo lo que había escuchado era verdad, ya que este problema involucraba a dos de sus mejores médicos y, potencialmente, a la próxima jefa del hospital. Estaba furioso, no tanto con la doctora Solari, sino con la magnitud que había alcanzado el problema.

En la reunión, el presidente expresó su preocupación y frustración por la situación. Quería conocer en detalle los incidentes de acoso reportados y asegurarse de que se tomaran las medidas adecuadas para abordarlos.

Mia cerró la puerta tras de ella mientras ingresaba a la oficina de Leo, el presidente de la junta directiva del hospital.

"¿Me mandaste a llamar, Leo?" dijo, con un tono que reflejaba su preocupación.

Leo la recibió y le indicó que se sentara frente a su escritorio. "Sí, por favor, siéntate", dijo, moviendo la mano para señalar una silla.

"Necesito saber los detalles", continuó Leo. "¿Te das cuenta de lo que está pasando aquí? Tú y Camila son las candidatas al puesto. Se verá como si lo hicieras para ganar".

Mia frunció el ceño, visiblemente molesta. "Sabes perfectamente que no es así", respondió. "No fui la única en denunciarla".

"Lo sé, pero nadie sabe de las demás mujeres", explicó Leo, colocando sus manos entrelazadas sobre su boca mientras pensaba. "Al ser despedida, pasarás a tener el puesto. Los demás lo verán mal, quizás. ¿Y si ella es la que obtendría ese cargo? No la van a despedir. ¿Qué harás?"

Mia se puso de pie, mostrando determinación. "Si ella obtiene el puesto o no, no es mi problema", declaró con firmeza. "Pero si se queda trabajando aquí, sin represalias, seré yo la que deje el hospital".

Leo frunció el ceño, preocupado por la situación. "Pero quiero que sepas que esto no se quedará aquí", continuó Mia. "La denunciaré y esta vez no será solo en recursos humanos. Será legal, y ahí no la podrán salvar. Ya no pienso aguantarle ni una sola cosa más. Tengo testigos, Leo. Puedes preguntarle a cualquiera en este hospital, incluso a Marcos. Investiga y darás con tu respuesta".

A tres latidos de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora