Epílogo

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Emma sonrió con orgullo mientras observaba cómo las personas disfrutaban del vino de su marca. Había sido un largo camino desde que decidió llevar adelante el sueño de su abuelo, pero verlo convertido en un éxito era una satisfacción incomparable. La idea de exportar fuera del país solo agregaba una capa adicional de logro y emoción a su empresa.

Mientras tanto, Mia brillaba en su carrera como médica. Había llevado al hospital a nuevas alturas, convirtiéndolo en uno de los mejores del país. Verla liderar con tal destreza y dedicación llenaba a Emma de un profundo orgullo. Saber que su pareja era tan exitosa y respetada en su campo era un motivo de celebración constante para ella.

Observando cómo sus respectivos sueños se habían convertido en realidad, Emma se sintió agradecida por el viaje que habían emprendido juntas. Cada uno había alcanzado el éxito en sus propios campos, pero lo más importante era que lo habían hecho apoyándose mutuamente. Juntas, habían enfrentado desafíos y superado obstáculos, fortaleciendo aún más su vínculo.

Mientras pensaba en todo lo que habían logrado en esos seis años, Emma no podía evitar sentirse emocionada por lo que les deparaba el futuro. Sabía que, con Mia a su lado, cualquier desafío era afrontable y cualquier sueño era alcanzable. Juntas, estaban listas para seguir construyendo un futuro lleno de amor, éxito y felicidad.

Emma estaba acostumbrada a los horarios impredecibles de Mia debido a su trabajo como médica. Sin embargo, esa tarde, el lanzamiento del nuevo vino de la viña era un evento importante para ambas. A pesar de su comprensión, Emma comenzaba a impacientarse un poco por el retraso de su esposa. Sabía que Mia siempre había sido muy responsable y que no abusaría de su posición como jefa para llegar tarde, pero, aun así, no podía evitar sentirse un poco preocupada.

Mientras observaba a los invitados disfrutar del evento, Emma se preguntaba qué podía haber retrasado a Mia. Seguramente estaría ocupada atendiendo a un paciente o resolviendo algún problema en el hospital. A pesar de sus preocupaciones, confiaba en que Mia llegaría pronto y que su ausencia se debía a una razón importante.

Recordando las palabras de Mia sobre la importancia de dar ejemplo como líder, Emma se esforzó por mantener la calma y la compostura frente a los invitados. Sabía que su esposa se sentiría mal por llegar tarde a un evento tan significativo para ellas, pero también entendía que su trabajo como médica a menudo requería su atención inmediata.

La mujer de hermosos ojos grises que tanto amaba Em finalmente había llegado a casa. Con paso ligero y decidido, se acercó a su esposa, quien estaba sumida en sus propios pensamientos. En sus manos llevaba un ramo de flores, una pequeña muestra de disculpa, aunque sabía perfectamente que no era necesario ofrecerla. Emma siempre le recordaba que se había enamorado de ella sabiendo lo ocupada que estaba su vida, y que aun así siempre encontraba tiempo para demostrarle su amor.

Emma sonrió, sintiendo el reconfortante abrazo de Mia mientras susurra al oído.

"¿Alguna vez imaginaste todo esto?" preguntó Mia, rodeándola con un brazo mientras apoyaba su mentón en el hombro de Emma.

Emma se giró hacia ella, encontrando el brillo de los ojos grises de Mia. "Desde que me salvaste la vida y volví a abrir mis ojos, amor," respondió, su voz cargada de emoción. "Imaginé esto y mucho más a tu lado."

"Te he traído esto", dijo Mia levantando el ramo de flores con una sonrisa radiante. "Felicidades por tu nuevo logro".

Emma aceptó las flores con gratitud, sintiendo el aroma fresco y reconfortante. "Gracias, amor", respondió, sintiendo el calor de su abrazo cuando Mia la tomó de la cintura y la besó.

"Te extrañé mucho hoy", agregó Mia con ternura.

"Nosotros tres también te extrañamos, amor"

''Pantuflas jamás me ha extrañado, Em'' dijo Mia con una risa suave.

"No hablo del perro, doctora", agregó con una sonrisa traviesa mientras se acariciaba el vientre.

Mia se separó de Emma, sorprendida por las palabras y el gesto. En su mente, todas las piezas comenzaron a encajar, y un torrente de emociones la inundó.

"Espera... ¿me estás diciendo...?" comenzó a preguntar, su voz llena de asombro y anticipación.

'' ¡Mamá! '' ambas voltearon a ver al pequeño niño de casi cinco años que venía corriendo hacia ellas. Mia se agachó con una sonrisa para recibirlo en sus brazos.

"Hola hijo", dijo Mia, besando la mejilla del niño. "¿Te has portado bien con mami?"

"Siempre me porto bien", respondió el niño, colocando sus pequeñas manos en el rostro de Mia. "Mamá, ¿te dijo mami que voy a tener una hermanita?"

Mia alzó las cejas, mirando con amor los tiernos ojos grises que la observaban. "Me lo acaba de decir, amor", confirmó, sintiendo una oleada de emoción y amor abrumándola.

El pequeño comenzó a limpiar las lágrimas que brotaban de los ojos de Mia con sus pequeñas manos. "No llores, mamá", dijo con dulzura. "Prometo ser un buen hermano mayor".

"Son lágrimas de felicidad, mi amor", respondió Mia, abrazando a su hijo con ternura.

"Está bien", respondió el pequeño, mirando hacia el viejo y cansado perro. "¿Puedo seguir jugando con Pantuflas?"

"No lo hagas correr demasiado", advirtió Emma con una sonrisa.

"¡Sí, mami!" exclamó el niño, antes de bajar de los brazos de Mia y salir corriendo hacia el perro.

Mia se volvió hacia Emma, con el rostro lleno de felicidad. "¿Será una niña?" preguntó emocionada. Emma asintió con la cabeza en confirmación.

"¿Cómo es...?"

'' ¿Qué no te diste cuenta? '' dijo Emma terminando la frase "Créeme, me costó mucho asegurarme de que no me descubrieras yendo a las ecografías, pero quería estar segura antes de decírtelo", explicó. Se acercó y colocó una mano en la mejilla de Mia. "Así que, felicidades, doctora Solari. Vas a ser mamá por segunda vez."

Mia rodeó a Emma con los brazos y la levantó en un giro jubiloso, besándola con alegría y amor. "Te amo, mi vida", dijo con voz emocionada cuando la bajó al suelo. Los brazos de Emma rodearon el cuello de Mia mientras compartían el momento. "¡Es la mejor y más hermosa noticia que me has podido dar!"

Se besaron, como siempre lo hacían; besos llenos de amor donde se entregaban el alma, con la misma pasión y deseo del principio, con los mismos tres latidos que estuvieron a punto de separarlas y con los mismos tres latidos que las unieron para siempre.






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Solo quiero decirles, muchas gracias por llegar hasta aquí y conocer la historia de amor de Emma y Mia.

Espero que les haya gustado el final y se emocionaran tanto como lo hice yo

Gracias y nos leemos  

PD1: gracias por sus votos y comentarios

PD2: en mi twitter @tintafucsia subo contenido de mis historias, por si quieren seguirme y hacer preguntas para saber mas acerca de cada una de las historias y sus personajes

PD3: también si quieren, pueden seguirme acá en wattpad

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A tres latidos de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora