La deidad de la belleza

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Sanzu no sabía de dónde venía ni como había llegado ahí. Sólo sabía que el era una divinidad, a la cual muchas personas adoraban desde su aparición y siempre pedían que los ayudará.

Su belleza era inmensa, gracias a esta había conseguido grandes cosas y leales súbditos. Sanzu sabía que ningún ser viviente se resistiría a él. Se consideraba el ser más poderoso. Y alguien con tanto poder debía estar en la cima. Sanzu pensó que sería bueno que el se uniera a un de los dos alfas líderes, Hakai o Taiju. Si el hacía eso se convertirá en el rey de las demás deidades.

Lamentablemente sus planes no salieron como esperaba. Al principio decido buscar primero a Hakai, ya que había escuchado que era bastante tranquilo y relajado. Pero este cuando la vio solo le dijo "En serio eres la deidad de la belleza, mi quería Yuzuha es más bonita"; Ante tal ofensa se fue de aquel castillo en medio del mar y decidió buscar al otro hermano, que importaba, que la gente dijera que era un hombre cruel que daba miedo, Sanzu estaba seguro que el lo dominaria.

Pero fue otro error. Cuando por fin pudo dar con el alfa mayor este solo lo miro desde arriba con desagrado y amenzandolo de muerte.

Sanzu se sentía ridiculizado, nadie podría decirle tales cosas y seguir como si nada. Pero en ese instante el omega se dio cuenta de que ese alfa era demasiado poderoso, su aura era inmensa, que de imediato lo doblegó y lo hizo caer de rodillas. Se había vuelto consiente de que el no sería capaz de aniquilar aquel par de almas, pero sabía que existía alguien que podría hacerlo. Así que Sanzu emprendió una nueva misión. Seduciria a uno de los tres grandes yokais, y le pediría que derrotara a esos alfas, eso sería fácil.

O eso creyó.

Al primer hermano que encontró fue al de en medio Koko, el alfa correspondió su coqueto pero rápidamente le aclaro las cosas.

— Será un placer pasar la noche contigo, pero será solo esta noche y ya. Y agradece que te estoy considerando.

Sanzu se marchó furioso al escuchar eso. El no era esa clase de omega que se envolvía fácilmente en las sábanas de un alfa, menos con uno con tan poca clase.

El segundo hermano que encontró fue al mayor, Draken. Este alfa era perfecto, no solo era apuesto, si, no también era educado y muy amable. Lástima que lo rechazó, apesar de que le puso mucho empeñó.

El tercer hermano era el que más Sanzu quería evitar, pero no había otra opción, además sabía que ese alfa estaba lo suficientemente loco para arrematar contra los Shiba.

El aire era demasiado pesado alrededor de ese alfa y su sonrisa era intimidante. Sanzu le planteo lo que quería, pero pareció que el alfa no escucho ninguna de sus palabras, en cambio salto hasta Sanzu y lo sometió. No hubo necesidad de usar la voz de mando el alfa era demasiado fuerte para aquel omega.

— Tienes un bonito rostro. Pero no el mejor que he visto, pero por el momento me servirá, así que entretenme un rato.

Lo que paso después fue algo de lo que Sanzu quiere olvidar. Al salir de ese lugar con el rostro cortado y el cuerpo mallugado, corrió a pedir ayuda a los demás deidades pero estas solo lo miraban con desagradó.

— Indignante, como se atreve a pisar nuestros templos, después de que dejara que un yokai lo usará.

La sangre de Sanzu ardió en rabia. No tendría el apoyo de nadie, entonces el tomaría venganza por su propia cuenta. Sabía que su fuerza no sería suficiente, pero si podía hacer algo.

El omega busco por todo el territorio hasta que encontró lo que necesitaba. Aquella mujer en cinta creyó que la vida le sonreía, pues que un dios haga acto de presencia frente a uno es casi imposible y más si este te da su bendición.

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