Tienes mi permiso.

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Había pasado unas semana en compañía de Kazutora. Hoy Chifuyu regresaba a casa. Cuando llegó lo primero que noto fue el cambio en el ambiente, regularmente el palacio se encontraba en total silencio, ese día estaba agitado. Los sirviente se movían para todos lados, parecían estar ocupado, ya que ninguno de ellos reparo ante su presencia. Chifuyu siguió su camino, conforme se adentraba al palacio podía escuchar una melodiosa música. No le tomo mucho tiempo averiguar de donde provenía. El ala oeste contaba con un salón de piano. El instrumento era antiguo de una fina madera y pintado de un color oscuro. Había sido un regalo de Hanma, por su nacimiento. El solía tocarle canciones de cuna, pero en vez de hacerlo dormir, lo hacían estremecerse de miedo.
Desde la disputa entre su padre y su tío, nadie se había atrevido a pisar dicho salón y mucho menos tocar aquel instrumento. Los sirvientes solía decir que seria desleal y que muy probable aquel objeto estaba maldito.

Cuando llegó al salón Chifuyu solto un suspiro, al ver lo cambiado que estaba el lugar. Las cortinas estaban corridas dejando entrar una inmensa luz del día. Aquel lugar que parecía tenebrosos y fúnebre, se veía tan vivo. En las pequeñas mesas que adornaban el salón había floreros, con sus flores violetas.

Baji que se encontraba sumergido en su melodía, no noto la presencia del omega. El alfa estaba con la vista metida en las teclas del piano, su dedos parecía vacilar sobre donde debían posarse después de cada vez que terminaba una nota.

Su melodía era tenue, y parecía acoplarse con la luz que se filtraba. Era agradable, tanto que Chifuyu se habría quedado dormido ahí. Esto era una canción de cuna.

Baji detuvo sus movimientos y giro, el banquillo haciendo un sonido chirriante al momento de girar.

— Me alegra  que este aquí.

— ¿Así? — su voz sono más alto de lo que esperaba, resonando en el lugar.

Baji se puso de pie y camino hacia él. Su presencia se sentía diferente. Más grande, tal vez, pensó Chifuyu.

— Temía que regresaras en el momento incorrecto.

— ¿Y este es un momento correcto? — Chifuyu negó con la cabeza — Me podrías decir ¿que pasa aquí?

— Le he pedido a todo los sirvientes que abandonen el palacio por ... — no pudo terminar la frase, por que la voz estepritosa de Chifuyu lo cayó.

— Como te atreves hacer eso son mis empleados no los tuyo — estaba entrando en cólera — por si no lo recuerdas tu solo eres mi consorte — Chifuyu frunció el ceño, su mirada más que amenazadora le parecía tierna a Baji, mejillas regordetas abultadas,  con un hermoso color carmín adornandolas.

Baji río al ver tal abrupto.

— ¿De que te ries?

— Yo nunca he dicho que los he despedido — en su voz aún se filtraba pequeñas risas.

Chifuyu ladio la cabeza confundido.

— Entonces, habla ya.

Baji tomo aire y volvió a su postura de siempre. Relajado.

— Solo les he pedido que lo abandonen un tiempo. Necesito el palacio a mi disposición.

— ¿Por qué? — El enojó había cambiado a curiosidad.

— Mi celo esta próximo llegar, y mi aura aumenta demasiado, y es difícil de tolera.

Chifuyu asintió volteado la mirada. Se mordió el labio inferior, signo que refleja que aún tenía cosas que decir, pero se estaba contralando.

— Dime — Baji lo ánimo. Chifuyu volteó a verlo y por fin solto su labio.

— Pensaba, ¿el por que lo pasa aquí y no en otro lugar?

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