Solo en ocasiones especiales.

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                       ~Actualidad~

El palacio se encontraba en perfecto silencio. Todo sabían lo que tenían que hacer. En una de las tantas habitaciones del lugar sentado frente a, un gran ventanal se encontraba la gran deidad de los cielos, meditando, escuchando, y acomodando todas las plegarias que llegaba.

— Su excelencia — la suave voz de una de las tantas ofrendas, lo llamo sacándolo de su trance — Lamento mucho interrumpir, pero le recuerdo que hoy es ese día.

— Puedes enviar un representante con un obsequio, y que se disculpe por mi ausencia.

— Lamento que eso no será posible, esa excusa ya lo uso la anterior vez. Esta vez exigen su presencia, de no ser así irrupiran en el palacio.

Chifuyu resoplo, y se puso de pie, sacudiendo todo rastro de polvo.

— Es ridículo.

La chica frente al él solo sonrió, ella no tenía nada que ver en el asunto, solo era una simple mensajera.

Hace más de un siglo Chifuyu había construido un palacio en el cielo, para él, y todas sus ofrendas. Claro abajo del palcion, en suelo de los humano estaba su templo. Uno de los más grandes, y vistados en todo Japón.

Ahora el motivo de su ligera frustración, era que hoy se celebrará el cumpleaños de los gemelos. Y había acordado que cada siglo lo celebrarian juntos en familia, y Ran amaba las celebraciones, ser el centro de atención, es por eso que exigía, que Chifuyu se presentará al lugar del conviviendo, que sería su antiguo palacio.

La mera idea causándole cansancio, no deseaba ver a ciertas personas que estarían presente, temía hacer algo inadecuado, y arruinar el tan preciado día de Rin y Ran. Aún así tomo volar, y inconscientemente eligió sus mejores prendas de vestir, todas estas de color negro y ajustadas, por que él no tenía nada que esconder. Por último tomo su abrigo, un gabardina, y emprendió vuelo hacia el norte.

La barrera se veía más grande. Ahora, en la actualidad los yokais vivían dentro de ella, y para los humanos era solo una zona protegida, un bosque al cual no se debía entrar. Chifuyu atravezo la barrera, y importandole poco entró por una de las ventanas del palacio, justo en la sala donde se encontraban sus hijos. Los tres. Ran salto de la emoción al verlo, y corrió hasta él, envolviéndolo en un cálido abrazo. Por su parte Rin solo se quedó a escasos centímetros de él, y realizó un saludo militar, siempre siendo tan respetuoso.

— No tienes que ser tan frío Rin, también puedes abrazarme.

Más él mencionado solo negó.

— De acuerdo, también me da gusto verte Imaushi.

Imaushi o Wakasa como lo llamaban sus  fieles creyentes, estaba en un esquina del salón, luciendo indiferente. Chifuyu podía asegurar, que también fue obligado a estar aquí por Ran. Imaushi al escuchar a su padre, solo le dio un asentimiento de cabeza. Por más que pasaran los años, Chifuyu no podía comunicarse con Imaushi.

Chifuyu empezó a recorrer el salón, viéndolo con cariño. El solía pasar el rato con su padre ahí. Levanto la vista para ver el hermoso cuadro de su padre que colgaba desde la chimenea, pero se soprendio al no verlo, en cambio estaba un cuadro de Baji.

— ¿Qué es esto?

Chifuyu volteó a ver a los presente, y nadie se atrevió a mirarlo, así que decidió preguntarle a una de las sirvientas que se encontraba en una esquina.

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