capitulo 22 ( un baño bajo la luna roja)

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Becky  abrió los ojos somnolientos. No sabía qué hora o qué día era, tampoco le importaba. Solo pudo saber que era de noche, con la luna asomando por la ventana de la habitación de Freen.

Ella quedó hechizada por la curva plateada que muy pronto desaparecería del cielo nocturno. Aquella fase lunar se la llamaba menguante cóncava. Era la fase favorita de su prima Anna, más que la propia luna llena con todo su esplendor y magia.

De repente ella notó algo húmedo deslizándose por sus mejillas. Al tocar con el dedo y ver qué era descubrió que eran lágrimas. Otra vez estaba llorando sin poder controlarse.

Y no era la única.

Becky estaba tumbada en la cama de tamaño King de Freen, desnuda pero cubierta por las sábanas de seda roja. A su lado, igual de desnuda y cubierta, estaba Freen estrechándola entre sus brazos sin intención de soltarla, llorando contra su pecho, con su larga y abundante melena negra ocultando su rostro. Al verla en ese estado de nuevo estrechó la cabeza de ella entre sus brazos, acariciándola con el pulgar, intentando consolarla. Como Freen hizo con ella también.

Las dos estaban bien despierta en ese momento. Ninguna dijo nada.

Llevaban una semana más o menos así, quedándose en la habitación, en aquella cama, sin ir a clase ni ver a nadie, llorando en brazos de la otra por la muerte de sus seres queridos a manos de sus mayores enemigos.

Becky lloraba por el asesinato de su tía Dolores y sus primos David y Anna a manos de su tío Juan, quién había ido a buscarla a la academia convertido en vampiro para llevársela consigo, sin éxito. Freen lo había eliminado al intentarlo, confesarlo sus crímenes. Su familia estaba vengada.

Freen lloraba por el asesinato de su madre Amanda. Sospechaban que era obra de Nicole Van Karmila, pero nada era seguro, pues no se había encontrado el cuerpo de su madre ni tampoco a Karmila desde que intentó matar a Becky.

Becky estaba libre de su tío, de su cruel pasado. Ahora le tocaba a Freen conseguirlo. Una vez que se librara de Karmila y así vengar a su madre también sería libre. Y podría estar con Becky, sin temor a perderla por la enfermiza obsesión de aquella vampira.

Pero antes debían dar con ella, y eso no era tarea fácil.

Tanto Freen como Becky sabían que con la venganza y la justicia cumplidas no tendrían paz del todo, que el dolor de la perdida seguiría dentro de ellas el resto de sus vidas. Lo sabían muy bien. Por ello habían decidido tomarse un respiro para ellas solas, sin nadie más. Poder llorar hasta quedarse secas sin así se sentían mejor.

Becky dejó de mirar a la luna para centrarse en Freen, a quien no dejaba de acariciar la cabeza. Cuando era niña su tía acariciaba su cabeza de la misma forma cuando lloraba, y algo le decía que Amanda le hacía lo mismo a su hija.

Poco a poco sintió que Freen dejaba de llorar, calmándose, pero sin soltarla. Becky intuía que estaría un largo tiempo muy sobreprotectora con ella, y no le importaba mientras eso la tranquilizará.

—¿Estás mejor? —le preguntó en voz baja.

Freen asintió contra su pecho sin pronunciar palabra. Durante unos instantes la vampira no se movió, y Becky la miró frunciendo el ceño, pero entonces sintió que empezó a lamer sus pezones que se pusieron duros al momento, y la vampira gruñó satisfecha, lamiendo y mordiendo con los dientes, pero sin clavarlos, solo estimulando los duros pezones de la joven.

—¡Ah! —gimió Becky abrazándola con los brazos—. Freen…

—¿Aun te duelen?

La repentina pregunta hizo que Becky dejara de relajarse y recordar las marcas que tenía en el pecho; las heridas que Karmila le hizo cuando la secuestro con la intención de matarla. Las heridas estaban cerradas, pero tendría esas cicatrices blancas de por vida, unas rayas que llegaban desde su hombro derecho hasta el costado izquierdo de la cintura cruzado su pecho entero.

Academia Youkai #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora