VII

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Finalmente, después de tantas semanas le habían quitado ese odioso yeso, extrañaba la sensación de no sentir aprisionada su pierna. Ah, se sentía más liviano ahora que ya no tenía esa cosa estorbosa.

Puede que el comportamiento de niño pequeño que tuvo en esas semanas mientras cuidaban de él no fuera el mejor pero en su defensa, a él no le gusta estar en un lugar inmóvil sin hacer nada y que los demás le dieran todo, bueno, no todo pero si lo necesario.

Entonces, teniendo apenas dos días sin el yeso se la pasaba de arriba para abajo, la energía que tenía acumulada estaba por los cielos y por más que los demás chicos le dijeran que no se moviera y que estuviera en reposo no le importó. Se sentía como un perro al cual le quitaban la correa en un parque, pero, para su desgracia Soobin tomó las riendas del asunto y lo contuvo en una habitación que no sabía que existía. Era grande y amplia, muy amplia. Los colores de la habitación eran tonos cálidos y los muebles que habían le daban una sensación muy relajante, parecía que estaba dentro de una de esas tantas fotos de Pinterest.

No dijo nada y fue corriendo a ese columpio colgante que había cerca de la ventana, desde que entró a aquella habitación le hizo ojitos.

El lugar era tranquilo y parecía algún tipo de cuarto en donde podías hacer todo el ruido que quisieras, un sueño para Beomgyu al ser él el más ruidoso de entre sus amistades pero para su desgracia ese cuarto solo sirve para estarse tranquilo y olvidarse del mundo exterior por horas.

—Bien, tú y yo sabemos que no puedes y no debes de moverte ni hacer esfuerzo, no aún. - comenzó a hablarle el mayor – Entonces, te quedarás aquí, no tienes el espacio suficiente para correr y hay varias cosas con las que te puedes entretener por horas. - escuchó en silencio mirando en dirección a la calle que daba la ventana.

¿Tanta energía tenía cómo para llegar a este tipo de medidas?

Cerró los ojos y dejó salir todo el aire que tenía acumulado, se talló los ojos y miro a su mayor quien todavía estaba en la puerta hablándole. ¿Sería buena idea decirle que dejó de escuchar a los 15 minutos?

—¿Entendiste?

—¿Eh?

—¿Entendiste lo qué dije? - repitió la pregunta.

Guardó silencio.

—Bien, te quedarás aquí hasta que sea de noche, ¿si?

—¿Por qué?

—Para ver cómo reaccionas a estar solo por unas cuatro horas. - ver el pequeño puchero en labios del menor le hizo sonreír, no era común verle con un puchero, era sumamente raro – Vendré y te visitaré, no te preocupes.

—Me abandonas y para colmo me vas a dejar aquí solito sin nadie con quien hablar. - Soobin negó con diversión.

—Ahí tienes un par de peluches, puedes hablar con ellos. - señalo con su mano un estante en donde estaban esos afelpados animales – Si hay, está a lado de la estantería con libros. - respondió antes de que hablará el menor.

—Vas a hacer que salga mi lado más esquizofrénico.

—Prefiero eso a tener que amarrarte a una silla por tanta hiperactividad que desprendes. - a paso lento se fue acercando al menor, dejándole un tierno beso en la cabeza. – Nos vemos en unas horitas. - le despeino y se fue dejando a un Oso sin supervisión adulta.

Confiaba en Beomgyu y sabía con certeza que no haría nada tonto, después de todo había quitado todas las cosas con las cuales pudiera hacer alguna loquera. Sólo esperaba que no le afectará no tener contacto humano.

ʚUn conejo y un osoɞ [Soogyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora