Capítulo 37.

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— No me quedaré aquí para siempre, Jeon. — El gran príncipe de los vampiros hizo un puchero, sus brazos deslizándose sobre los hombros de su guardaespaldas, de su más joven guardaespaldas. Una manera de cautivarlo, parpadeó lindamente, sabiendo que esa manera coqueta volvía loco a su guardia. — No importa que estés más... grande y más... uhm, sí, grande, eh... y alto, y muy alto, uh...

— Tienes que descansar.

— No quierooooo. Han pasado ya algunas horas, tengo que ver qué está pasando.

— Todavía tienes marcas, y necesitas descansar.

— Si dejaras que beba de tu sangre...

— No. Ya tuviste suficiente.

— ¡¿Quién te dijo eso?! — Gimoteó Taehyung, acercando sus rostros hasta que estos quedaron tan juntos que sus respiraciones se entrelazaron y sus miradas se fusionaron.

Taehyung tenía razón. Había estado descansando desde hace un par de horas, con Jungkook sin despegarse de él.

No recuerda mucho, solo el pecho suavecito del lobo mientras lo llevaba a una zona más cómoda... Que no había, así que terminaron en alguna habitación muy lejos de todo y de todos con solo sus personas de confianza cuidando las puertas y ventanas.

Jungkook decidió dejarle todo el desastre a Adam de parte de los vampiros y a Hoseok de parte de los lobos. Él ya no tenía nada que ver con esto, tenía a Taehyung en sus brazos y su príncipe requería toda su atención.

Lo entendía. Según Jimin, había estado muy mal herido. La fuerza de un vampiro era considerablemente notable y su padre y Sascha se habían aprovechado con eso, y aunque Taehyung podía soportarlo por ser un vampiro fuerte, eso no quitaba el dolor y las marcas. Y sí que tenía muchas.

Ahora ninguna era visible. La mordida de Jungkook curó todo su cuerpo, cada quemadura, cada golpe, incluso las feas de las muñecas y tobillos. Todo se había ido. Y la sangre también. En el baño conjunto de la habitación, había una bañera, que Jungkook usó después de asegurar que estuviera bien, despierto.

Lo había disfrutado, todas las atenciones de su lobito. Lo bañó, lo mimó, lo cuidó, y luego lo secó, y lo envolvió en una bata de pijama bien cara, que no olía a nadie así que Jungkook se la puso. Había quedado contento y se había sentido tan seguro que cayó rendido a los brazos de Morfeo.

Y entre los brazos de Jungkook también. El lobo jamás se separó de él.

Solo hace algunos minutos que se había despertado y tenía este problema. Jungkook no quería dejarle salir, y no entendía que entre más rápido arreglaba esto, más rápido se iban a casa.

— Jungkookie... —ronroneó, acariciando la punta de la nariz ajena con la suya propia, fue difícil, porque ahora tenía que pararse de puntitas para hacerlo, hasta tenía que estirar sus brazos para tocar las lindas orejitas de lobo.

Su lobo había crecido demasiado. Ahora entendía esa mirada pícara de Jimin. Jungkook estaba más alto, fácilmente más de una cabeza le llevaba, y más ancho, y sus músculos... un monstruo musculoso que se le marcaba las venas en cada superficie. Era tan caliente.

— Por favor, solo quiero irme a casa. —le dejó un casto beso en sus labios.

Un beso que hubiese amado profundizar, se moría de ganas de besarlo, de envolverse en sus brazos y dormir y amar y también caer revueltos en la cama de placer pero había estado los últimos minutos tratando de convencerlo de que estaba bien para irse de aquí.

No quería saber nada de sus padres pero era algo que tenía que hacer.

— Bien. Pero, no te vas a alejar de mí en ningún momento, ¿entendido?

De Rodillas Por Tu Sangre | Kookv.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora