The scent of memories

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"Quiero probar sus labios
Sí, porque saben a ti
Me quiero ahogar
En una botella de su perfume
Quiero su cabello rubio
Quiero su toque mágico."

Cuando Minjeong le dijo a sus padres que se mudaria a otra ciudad a vivir con una Alfa desconocida...Bueno, ellos no tuvieron la mejor de las reacciones.

Luego de semanas de intentar que su hija se retractase, al ver la convicción de esta, finalmente se resignaron. Ahora se encontraban en el aeropuerto despidiéndose de la jóven.

— Bebita, recuerda que siempre puedes volver a casa cuando necesites.— Le acarició con dulzura las mejillas regordetas.

— Lo se mamá. Estaré bien, no te preocupes tanto, ¿si?

— Eres una mujer fuerte e independiente. Aún asi no olvides cuidar mucho tu corazón, eres muy joven para sufrir por amor.

Estaba por contestarle a Taeyeon que Yoo solo sería una paciente más, cuando su padre se le adelantó:

— Y no olvides cuidar mucho tu cuerpo también...¡Eres muy joven para tener cachorros!

— ¡Papá!— Se cubrió la cara con las manos, avergonzada— La señorita Yoo no es mi novia...Además ustedes me tuvieron cuando tenían veinte.—Replicó.

—Eso,— Se rasca la cabeza inquieto— digamos que fue un desliz durante la fiesta de mi cumpleaños.

Ambas mujeres le enviaron una mirada de muerte.

—Ey, ey, no se pongan así. Saben que solo estoy bromeando.— Cambió su tono a uno honesto— Casarme con tu madre y tenerte ti, fueron las dos cosas de las que estuve más seguro de hacer en toda mi vida.

El hombre extendió los brazos uniéndolas en un cálido abrazo familiar. Le dió un montón de besitos a la cabecita rubia de su hija.

"Pasajeros del vuelo 422 con rumbo a Kwangya es hora de abordar."

— Ese es el mío, debo irme.— Se separó lentamente y secó sus lágrimas.

— Llámame todas las semanas. Si no tengo noticias sobre ti en más de siete días, voy a ir a buscarte. — Dijo bromeando, pero Minjeong sabía que hablaba un poco en serio.

— Mamá, relájate. Ya te expliqué que no voy a estar sola, trabajaré en conjunto con todo el equipo que asiste a Yoo. Si algo llegase a pasarme, los trabajadores del centro me apoyarán. — Aclaró mientras avanzaban hacia la fila para ingresar.

— Lo sé, pero aún así no puedo dejar de preocuparme por ti. Ese es mi trabajo como madre.— Ambos la abrazaron por ultima vez y la despidieron con dulces palabras.

Kim Minjeong partió lejos de casa, donde papá y mamá ya no pueden cuidarla. Se sintió asustada y extrañamente libre a la vez.

Un mes y medio más tarde, Minjeong se encuentra frente al apartamento diecisiete a punto de conocer a Yoo Jimin. Ya había conocido a la hermana menor, la cual era una monada. En cambio, Yeji le había asegurado que Jimin y ella eran muy distintas. Eso la dejó un poco inquieta.

Respiró hondo y tocó el timbre. Aguardó algunos segundos hasta que en frente suyo apareció la peli naranja. Ella estaba sonriente, pero tenía un aura ansiosa.

— ¡Oh señorita Kim! Llega justo para la hora del té. Preparé pastelillos de mora, espero que le gusten, aunque si no le agradan puedo comprar unos de frutilla. O quizás prefiera algo salado, en ese caso, puedo ofrecerte unos...

— Ya detente enana. Vas a espantar a la pobre chica.

Minjeong sintió que dejó de respirar. No sabía exactamente a qué se debía esta reacción.

Quizás fue por la grave y algo ronca voz de Jimin, sonaba como si acabase de despertar de unas siesta. Casi como un ronroneo, hizo que su piel cosquilleara.

¿O acaso fue culpa esa media sonrisita juguetona que dejaba ver sus puntiagudos y brillantes dientes?

O Tal vez fue su cuerpo el que no soportó el hecho de que Yoo Jimin estuviera hecha de 1,75 metros de puro músculo y belleza.

Sus brazos ejercitados resaltaban exquisitamente debido a su piel ligeramente bronceada. Además unos delicados tatuajes adornaban sus manos y su largo cuello. Poseía un cabello largo y de un tono azabache brillante, estaba un poco revuelto y Jimin se lo acomodaba despreocupadamente con la mano izquierda.

Poseía unos penetrantes ojos color petróleo. Le recordaban al océano nocturno, misterioso, frío y sobre todo atrayente.

Mierda, Minjeong ya estaba actuando como una loca hormonal y ¡Ni siquiera había olido su aroma aún!. La rubia supusó que la mayor tuvo la consideracion de reprimir su aroma para que el impacto en la omega sea leve. Winter también había intentado ocultar el suyo, pero en cuanto vió a Jimin este desbordó de su cuerpo.

Minjeong sintió que estuvo minutos enteros pérdida en cada detalle de la Alfa, pero cuando Yeji volvió a hablar supo que sólo fueron unos segundos.

— Esa no es forma de expresarse en presencia de una mujer — Reprendió dándole un saque en la cabeza.

Karina rió de forma traviesa y genuina, parecía que la molestia de la pelinaranja le divertía bastante.

— No se preocupe señorita Hwang, no me molesta. — Sonrió hacia Yeji que continuaba quejandose sobre los modales de su hermana. Mientras Karina intentaba aguantar las ganas de reír.

— Soy Kim Minjeong, su acompañante terapéutico, es un placer conocerla finalmente. — Extendió la mano hacia ella.

— Soy Yoo Jimin, y el gusto es mio.

A la pelinegra le agradó el tacto suave de la mano ajena, contrastaba con la aspereza de la suya. Y también le pareció sumamente adorable lo pequeñita que se sentía la mano de Minjeong en su palma. Suaves, pequeñas y bien cuidadas, ¡tenía manos de bebé!. De hecho, luego de un momento de observarla minuciosamente, Jimin concluyó que toda Minjeong se asemejaba a uno.

Comenzando por su carita, Jimin estaba segura que podía acunarla por completo con sus manos. Y esos regordetes mofletes sonrosados le gritaban "apretujame". Además ella era pequeña, Karina tenía que inclinarse para mirarla a los ojos. Ojos color café que reflejaban una extraña combinación entre inocencia y madurez. La miraban con sabiduría revestida de ingenuidad.

Su cuerpo era delgado y bien proporcionado, diferente al de las modelos o el de las chicas con las que Jimin solía salir. Minjeong lucía muy real. Quizás era por sus muslos rellenitos o las pequeñas manchitas y lunares que no ocultaba con maquillaje.

El atuendo que llevaba era juvenil y sencillo, un sweater de lana rosa pastel, unos jeans mom y un par de tenis blancos con pequeñas flores dibujadas a mano.

Si un día cualquiera Minjeong hubiera aparecido en su puerta, Jimin habría pensado que era una niña exploradora vendiendo galletas.

Y para finalizar el combo explosivo de adorabilidad que era, falta hablar de su aroma. Karina murió y revivió cuando lo percibió.

Gomitas de cereza.

¡Su esencia era de gomitas de cereza! Su golosina favorita en el mundo entero. Jimin tuvo que contener a su lobo para literalmente no comerse a Kim Gomita Minjeong.

La Alfa creyó que todos los licántropos poseían olores sencillos, vainilla como el de su hermana, chocolate amargo como el suyo. Pero no, su fragancia era la de infancia. Minjeong olía a noches de verano comiendo gomitas a escondida de su tutora,
a Yeji y ella discutiendo a muerte sobre cual sabor era el mejor,
a la bondad del hombre que les regalaba dulces a los niños del orfanato,
al pastel de su cumpleaños número trece que fue decorado torpemente por una cachorra de nueve.

A Yoo Jimin le gustaría ahogarse a si misma en una botella de su perfume.

𝙷𝙴𝙰𝚃𝙷𝙴𝙽𝚂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora