Sweet sugar, my dessert. That's how you like it, ain't that right?

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"You are my strange addiction
My doctors can’t explain
My symptoms or my pain.
Deadly fever, please don't ever break
Be my reliever ’cause I don’t self medicate"

— No voy a discutir contigo sobre esto.— Quiso dar por terminado Jimin.

— Si, porque no hay nada que discutir. — Sus ojos fijos en la otra, iniciando una guerra de miradas.

El aroma de Jimin se intensificó poniéndose muy amargo. Aunque lo estuviera haciendo de forma no consciente, esa acción buscaba doblegar a la Omega.

A Minjeong le sorprendió como Choi resistía con su postura firme sin apartar la vista. Ella misma se vió obligada a agachar la cabeza ante el impacto de las feromonas. Sin embargo, el lobo de Jisu ya empezaba a amedrentarse, a punto de rendirse ante el Alfa.

Al ver que el altercado continuaba, Yeji se interpuso entre ambas. Y tratando de cambiar de tema sugirió:

— ¿Qué les parece si mañana vamos todo el equipo a cenar al "Dalla, Dalla"?

A Minjeong le alivió que interviniera, ella no sabía muy bien cuál sería la manera correcta de detener esto. Ya saben, era la primera vez que veía a dos de su especie discutiendo. Minjeong había leído que en situaciones como esta, había que proceder con mucha cautela.

— Yo iré. Mi única condición es ser yo quien le pague la comida a Jimin y Minjeong. — Picó la castaña.

Otra de las ideas tontas que Yoo tenía era que el Alfa siempre debía pagar la comida. En sus citas la Alfa menor insistía en comprarle la cena, incluso si Jisu ganase casi el doble que ella. ¡La hacía sentir como una aprovechadora!
Ella le dio un ultimátum a Yeji, si no dividían su gastos no saldría más con ella. Obviamente la pelinaranja aceptó.
Esa experiencia le enseñó que debía ser persistente a la hora de negociar con las Alfas.

— No. Yo pago. — Respondió.

— Entonces no voy.

— Si tú no vas, yo tampoco voy.

— Eso no tiene ningún sentido, Jimin. ¡Es tu celebración de bienvenida!

Ambas eran muy caprichosas y orgullosas para ceder. Este choque de terquedad tenía pinta de durar mucho tiempo, así que Minjeong actuó.

Jaló la manga de la pelinegra para llamar su atención. Esta se volteó hacia ella suavizando su mirada.

— Ella quiere mimarte, Jiminnie. Déjala hacerlo. Tú también mereces ser consentida. — Le susurró para que solo ella pudiera oír.

Minjeong rozó su mano con delicadeza en el brazo de la mayor, había notado que su contacto físico la relajaba. Jimin la miró reflexionando sobre sus palabras y perdiéndose un poco en su toque. Soltó un suspiro y se dirgió a la castaña.

— De acuerdo, tú pagas. Pero luego no quiero oír quejas sobre lo mucho que como.

La broma y el aroma de Jimin que se volvió más dulzón aligeraron al instante el ambiente.

— Minje, tengo que advertirte que a pesar de parecer un Alfa toda ruda y deportista, Jimin es una adicta a los postres dulces.

𝙷𝙴𝙰𝚃𝙷𝙴𝙽𝚂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora