Capítulo 18
Las luces infinitas de la noche eran embriagadoras. Errando los pasos, fue hasta la entrada del hotel. Su olfato le mostraba a grandes rasgos que allí estaba él. Lo sabía por su fuerte aroma a colonia. Se escurrió por la puerta, y con la cabeza gacha pasó entre las personas de la recepción.
Había pasado semanas desde que no veía a su dueño, o a alguien con aroma familiar. Desde que Ambroise lo separó de su querido Misha y lo lanzó a la calle, sólo pudo vagar sin rumbo. Pero una pizca de esa esencia logró conmover los sentidos de su capcioso cuerpo, y entonces fue tras su rastro.
Agitó el rabo inconscientemente al verlo caminar a varios metros de distancia. Podía notar su nerviosismo por cómo le tiritaban las manos, y aquel sudor que le llegaba hasta la sensibilidad de sus bigotes. Iba en el transcurso a salir del edificio, bajando del ascensor. Se estaba alejando.
Corriendo tras él, extendió sus patas para ir más aprisa, y cuando amagaba a salir por el portón, soltó un fiero ladrido.
El humano dio la vuelta, y al verlo frunció el ceño. No tardó en comenzar a reírse y acercarse para acariciarle el cuello con alegría.
— ¡Fernando! ¿Qué haces aquí, amigo?
El can dio vueltas sobre sí, excitado de que lo reconociera. Se pegó a su pierna y pidió más caricias frotándole el hocico sobre sus jeans. Un aroma desconocido para él se difuminó hasta estar frente a él, personificado en una niña de piel oscura y varios aretes montados en la oreja. Apenas lo vio le sonrió.
—Oh, qué bonito. Sí que eres un perro bonito, sí...
Se inclinó a tocarle las orejas, a mantener contacto físico, pero Fernando se alteró al verla acercarse tan confiadamente y le enseñó los dientes con ferocidad. La jovencita se alejó varios pasos, asustada por su reacción. Lyod comenzó a reír.
— ¿De qué te ríes? Casi me mata esa bestia loca.
—Es un perro, no te lo tomes así—correspondió el abrazo de Fernando, quien lo lamió efusivamente sobre el rostro, dejándole un rastro de baba—Ya, ya, amigo.
— ¿Es tuyo?
—Es... de un amigo—tomó el hocico del can entre las manos— ¿Qué haces lejos de tu dueño? Debería llevarte de paso.
— ¿No ibas a ver a esa chica? —Interfirió Keisha con presurancia.
—Tú no te metas, no pienso ir contigo, te lo advertí...
— ¡Lyod, eres un...!
—Ah, ah. Se terminó la discusión. ¿Tú estás de mi lado, Fer?
Fernando soltó un ladrido, acallando las quejas de la muchachita. La votación estaba dicha.
Desabrochó los botones de su camisa uno por uno, desvistiéndose lentamente. Era casi tortuoso sentir el rose de la tela sobre su piel. Estaba devastado. No logró conciliar el sueño en toda la noche, y no ayudaba mucho oír cada tanto los pasos de Ambroise tras la puerta, custodiando su estadía. Ya no soportaba la situación.
Era iluso aferrarse a la idea de que Lyod correspondiera su llamado. Al fin y al cabo, él no conocía su faceta de "Inna" y ellos no eran más que amigos en cierta forma... Bueno, ni siquiera eso. Los amigos no mantienen relaciones sexuales furtivas sin conocer nada el uno del otro. Eso era más parecido a... ¿una aventura?
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Nos une la misma luna
Romance¿Pueden dos hombres renunciar a todos sus valores por amor? Acompaña a Sasha y Jess en esta historia que te arrancará los suspiros... Sasha es un profesor particular, nacido en una familia de muchas riquezas. Tratan de obligarlo a casarse por dinero...