A 5 días del flechazo...

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A 5 días del flechazo…

 

Una luna platinada entraba tímidamente por la ventana, bañando con su luz el rostro del muchacho. Soltó un suspiro y abrazó su almohada; al instante se percató de que era una típica postura de niñita enamorada, y la lanzó contra la pared.

      “¡Demonios! Está bien que sea pequeño, pero sigo siendo un hombre”

      Sasha… ese rostro que tenía antes de irse… hasta las caricias de sus manos, le quemaban en la piel, y en la mente, no dejaba de darle vueltas a esa escena. Quería desaparecer.

      “Esto es todo culpa de mis tíos. Si no me hubieran obligado a estudiar, ahora estaría trabajando y juntando dinero para volver a casa… Extraño mi casa”

      Chasqueó la lengua y se recostó en la cama, con la mirada perdida en el techo. Una mancha de humedad formaba… ¿era eso un rostro? Entornó los ojos, y al ver por un segundo el semblante sonriente de Sasha, sacudió la cabeza y se levantó de un salto.

       “Vamos, vamos, cálmate… esto no está bien”

      Vagó de un lado a otro, mordiéndose las uñas. Como imágenes pasaban frente a sus ojos los momentos en los que el hombre le había sonreído, lo había mirado, lo había tocado… Se revolvió los cabellos y soltó un grito de rabia. Al instante acudió su tía, con el rostro preocupado y en pijamas.

      —Jessy, ¿estás bien?

      —Sí, sí… solamente fue una pesadilla—le sonrió para calmarla— Perdona, tía.

      —No, está bien. Si necesitas algo, llámame. Descansa, cariño—apenas movió la mano en forma de saludo y se marchó a su cuarto.

      El joven permaneció cabizbajo en la oscuridad del cuarto.

      “No… ellos solamente quieren cuidarme. Toda la culpa la tiene ÉL”

      Soltó un bufido y comenzó a andar nuevamente de un lado a otro, ceñudo.

      “ÉL me obligó a ir a esa granja, seguramente tenía planeado besarme, y como no lo golpeé ni me negué, abusó de mi confianza y pensaba viol…viola… ¡Agghh, hacer eso! Y como no pudo, no tuvo más remedio que confundirme con esas palabras… ¡ÉL es el manipulador, ÉL es el que debería sentirse mal, no yo!”

      Una puntada atacó a su pecho. Los dientes nacarados de Sasha, la forma en que se curvaban sus labios al hablar, cómo sus ojos brillaban cada vez que se inclinaba a hablarle, lo grande y amenazante que podía parecer, y como se derrumbó ese aspecto cuando lo besó, como se amansó su rostro, y parecía tan… tan tierno y feliz.

      Jess se apoyó contra la pared, y contempló el cielo nocturno desde la ventana a su lado. Las estrellas seguían titilando, a lo lejos las luces de las casas se apagaban de a poco, los árboles se mecían acurrucados por el viento… la vida no había cambiado, pero Jess sentía que en su interior un millón de sentimientos encontrados y desconocidos hasta ahora, libraban una feroz batalla.

     “Sasha… ¿Hum?” vio entre la montaña de ropa, una chaqueta blanca, atípica de él. La tomó y recordó cómo llegó hasta allí “Oh, es la que me dio cuando me trajo hasta aquí”

      Incluso desde sus manos pudo sentir ese aroma a cigarro y libros, con una mezcla de perfume fuerte, que siempre solía caracterizarlo a Sasha. En un impulso se abrazó la prenda, inhalando, llenándose de él.

Nos une la misma lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora