A 7 días del flechazo...

295 37 4
                                    

            A 7 días del flechazo…

      La criada lo dejó pasar con una sonrisa radiante. El muchacho hizo una reverencia y esperó a un costado, mirando por la escalera, aguardando que bajara con su camisa entreabierta y los lentes centelleándole contra los rayos vírgenes del sol. Su sorpresa fue muy grande al ver en su lugar bajar una mujer más alta que su metro sesenta, rozando el metro ochenta, de piernas largas y una espesa cabellera rubia. Tenía los ojos verdes, fieros, y sus manos se curvaban sobre un vaso de vino, casi rompiéndolo en la palma.

      Se quedó mirando fijamente al muchacho, y levantó una ceja.

      — ¿Kak tvoyó imia?

      Jess permaneció tieso. Prácticamente le había ladrado esa extraña frase.

      “¿Estará retándome?”

      —Emmm…yo…

      Esa voz potente y clara se dejó oír desde el vestíbulo. Sasha venía caminando con un libro encima. Esta vez no tenía los lentes, y vestía un chaleco gris sobre la pulcra camisa color crema. Se detuvo junto a Jess y lo saludó con un apretón de manos, más cordial que de costumbre.

         —Hola, Jess… Te presento a mi hermana mayor, Zinaida— señaló a la mujer y luego se dirigió a ella, un tanto cansino—  Zina, él es Jess Owen, mi alumno; es el sobrino de Karl.  

      Esta lo observó un momento, y el joven realmente temió que lo mordiera. Finalmente dejó entrever una deliciosa sonrisa mostrando unos dientes nacarados. Se acercó y besó a este en la mejilla. Tenía la piel suave y un perfume fuerte desprendía de su cuello.

      —Un gusto conocerte.

      Dio la vuelta y se marchó hacia los jardines, caminando lentamente, casi desfilando. Jess suspiró y dejó salir su frustración. Aquella parecía realmente una tigresa, y no quería pensar aun cómo sería el señor Ivanov, padre de Sasha.

      —No le hagas caso, a todos comienza hablándoles en ruso. Es una pequeña rutina de ella— susurró este, quitándolo de su ensimismamiento. Jess alzó la mirada hasta encontrarse con esos ojos salvajes, y tuvo una rara sensación cuando le guiñó uno con complicidad— ¿Te asustó?

      El muchacho sintió un estremecimiento. Esa pregunta no era en tono burlón, sino más bien con preocupación. Fingió tomarlo como una broma y se cruzó de brazos, molesto.

      —Claro que no… es una linda mujer, por cierto.

      —Hum—le golpeó el morro con el libro y encaminó hacia la biblioteca— Vamos, el tiempo es oro.

      Jess se acarició la nuca y aprovechó que estaba de espaldas para fulminarlo con la mirada. Con esa altura, y las espaldas tan anchas, se creía mucho caminando delante suyo, tan confiado. Tuvo la tentación de lanzarle algo sobre la nuca, pero era tan perfecto ese mechón rubio que le caía, suave seguramente como la seda, acariciándole la piel, que no tuvo más remedio que seguirlo en silencio, avergonzado.

      La clase realmente fue aburrida para Jess. No hizo más que explicarle una y otra vez un mismo problema de ecuaciones, sin que lograra comprenderlo. Es más, debió levantarse y comenzar a hacer ejemplos con objetos en el cuarto.

      —Mira, imagina que este libro es la xy este otro la y

      —Son dos libros iguales para mí.

Nos une la misma lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora