A 2 días del flechazo...

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A 2 días del flechazo…

 

Sus pies eran ágiles, tanto que parecían perderse en la infinidad mientras pedaleaban en el parque. Se detuvo a pocos metros de la entrada y al intentar dejarla apoyada en el muro, se le caía una y otra vez. El profesor se cubrió la boca para que no oyera sus risas y bajó a recibirlo al hall. Jess se sobaba las manos con nerviosismo desde la puerta.

      — ¿Qué tal la manejas?

      — ¡Hum!—alzó la vista hasta la altura de los peldaños, viéndolo bajar lentamente— Oh, muy bien. Desde niño sé andar... ¿Usted sabe?

      —Cuando era niño mi padre me enseñó una vez, pero ya no recuerdo mucho—chasqueó la lengua— Tampoco debe contar con una gran ciencia, he de suponer.

     Se quedaron en silencio un momento. Jess se frotó el brazo izquierdo, algo nervioso. Sasha rompió la tensión del momento revolviéndole los cabellos.

      — ¿Ya les diste un paseo a los cuatrillizos?

      —Esta mañana debí darle tres vueltas a la manzana... a cada uno—su pequeño rostro torció el gesto— Creo que la estrené muy bien.

      Sasha rió. Eran unas notas dulces y armónicas. El joven no pudo evitar perderse un momento, mirando como un tonto sus labios.

      — ¿No quieres pasar?

      —O-oh, sí. Con permiso.

      Dentro estaba cálido. Habían encendido el hogar en el living, Jess lo notó estirando la cabeza desde el hall pues allí se veían las copiosas mechas de fuego emerger de la salamandra. Sasha lo invitó a la biblioteca como de costumbre. El muchacho fue tras él, solícito.

      Tal vez era su intuición errada, pero algo no parecía normal en la morada de su profesor aquel día…

      El estrepitoso cerrar de la puerta le hizo dar un respingo. Los ojos negros de Sasha se detuvieron a escudriñarlo detenidamente.

      — ¿No vas a darme las gracias por mi regalo?

      Jess eludió el doble sentido en sus palabras y en tono inocente, recitó:

      —G-gracias, señor profesor.

      —Sabes que no me refería a eso…

      El joven le sostuvo la mirada con molestia. Volteó los ojos y haciendo un mohín, murmuró por lo bajo:

      —Creo que ayer fue suficiente.

      —Hum, sí… Pero no pudimos llegar más lejos—se acercó y le pasó los dedos sobre la mejilla, haciendo que el rubor comenzara a aparecer— Estuve toda la noche pensando en eso, no lograba conciliar el sueño—su voz se tornó suave, seductora y acercó la boca a su oído—No vamos a comenzar la clase hasta que me des un beso como agradecimiento a mi regalo.

      El calor de la chimenea allí dentro estaba viciando el lugar… ¿O era su cuerpo el que estaba calentándose? Alejó a Sasha de un suave empujón en el vientre.

      —No quiero.

      — ¿Ah, no? —Lo tomó de la nuca y rozó sus narices, exhalando ese aroma embriagador—Voy a tomarlo de todos modos.

      Amagó a unir sus bocas y pasarle suavemente la lengua sobre sus dientes nacarados, cuando…

      — ¡Buenos días, hermanito! —Inna abrió la puerta de una sacudida, llevando pintada una sonrisa de oreja a oreja— ¿Hoy viene tu alumno del almacén o…?—al ver el rostro abochornado de Jess y la mirada asesina de Sasha se llevó una mano a los labios soltando una risilla— Perdón si interrumpo la clase.

Nos une la misma lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora