Gianna
Aquella noche soñé con Julián, pero no fue nada nuevo: el recuerdo de la escena más triste que he vivido.
06 de diciembre del 2017.
Era una linda tarde de verano. El sol aún brillaba en el horizonte y cité a Julián en la playa. Había tomado la decisión más difícil de mi vida. Nos juntaríamos a las 18hrs en el mismo lugar donde nos conocimos, donde me pidió ser su novia y donde celebramos nuestro primer aniversario. Allí donde fui feliz por primera vez en mucho tiempo.
Cuando se acercaba a mí con paso veloz, el corazón se me apretó y los ojos se me llenaron de lágrimas. Estuve a punto de desistir de aquella idea, sin embargo, recordé mi razón para hacerlo: él no estaba bien y jamás me lo diría. Si lo amaba, esto era lo correcto.
En mi sueño sucedió todo más rápido que en la vida real, pero al despertar, el malestar fue el mismo que hace años atrás. Sus ojos siempre fueron el reflejo de todas sus emociones y aquella tarde pude notar como se rompía su corazón. Cuando terminé de hablar no sé quién estaba más destruido. De nuestros ojos corrían lágrimas sin cesar, yo jugaba con mis manos por los nervios y él estaba cabizbajo.
–¿Por qué? ¿Cuál es la razón por la que quieres terminar esta historia? –Guardé silencio y esquivé su mirada– ¡Contéstame! –Exclamó–. No... no comprendo... ¿te hice algo? Puedo cambiar... –su voz se quebró–.
–No –interrumpí–. Eres perfecto tal y como eres –le sujeté la cara con mis manos y lo forcé a mirarme–. Por favor jamás cambies tu forma de ser –los ojos se me llenaron de lágrimas y sentí que se me ponía un nudo en la garganta–. En ti está la alegría de un niño, la alegría que me logró sacar del agujero negro en que estaba, recuerdo que cuando estábamos de vacaciones y no te veía porque tu familia se iba de viaje, ansiaba entrar a clases y ver tu sonrisa, que me hicieras reír, estar a tu lado... con tu sonrisa pegaste cada uno de los pequeños trozos de mi corazón, me dedicaste tu tiempo y enseñaste a ser feliz. Nunca cambies, por favor.
–Entonces, dime, ¿te gusta otra persona?
–Sí.
Solté. Así sin más. Pareció perder el equilibrio y se balanceó hacia atrás.
–Está bien. No te volveré a buscar. Que seas muy feliz. Sólo espero que él te quiera tanto como yo... aunque lo dudo.
Y con esas palabras se fue. Me dio la espalda y se alejó corriendo.
Una vez que estuvo lo suficientemente lejos, me desplomé sobre la arena. Con el corazón hecho trizas, llamé a una de mis mejores amigas de aquel entonces.
–Lo hice –dije apenas contestó–.
–Oh, amiga, debió ser muy difícil para ti. ¡Qué más quisiera que ir para consolarte!, pero mis padres necesitan ayuda para empacar. Como te había mencionado, nos iremos a Italia a vivir. Ojalá nos podamos ver un día antes de partir. Mucha fuerza, amiga.
–No te preocupes. Estoy bien.
Finalicé la llamada y me quedé allí el resto de la tarde. Álvaro apareció de pronto en la playa poco después de que Julián se fuera, permaneció un rato a mi lado consolándome y luego se fue. Me quedé en el mismo lugar hasta que se ocultó el último rayo de sol, posteriormente volví a mi hogar.
De camino a mi casa, pasé frente al hogar de Julián, pero todo estaba oscuro, así que no pude verlo ni a él ni a su familia. Creo que es mejor así, pensé.
Cada vez que daba un paso, un recuerdo de nosotros volvía a mi mente, me dolía el corazón de una forma inexplicable. Él me salvó tantas veces que ya perdí la cuenta. Me duele haber destruido la misma sonrisa que me hizo tan bien por cinco años y quizás un poco más, si yo misma me hubiese permitido sentir y aceptarlo como era.
Cuando desperté, mi almohada estaba húmeda y mis mejillas también. Otra vez ese recuerdo convertido en sueño hacía que llorara. No he podido hablar con mi mejor amigo frente a frente después del encuentro con Julián en el supermercado, pues tiene mucho trabajo en la empresa, pero casi a diario me llama para preguntar cómo estoy y si lo he visto nuevamente.
Cuando pienso en que él nunca supo la verdadera razón de terminar, siento una punzada en el corazón. ¿Habría cambiado algo que yo le dijera por qué terminamos? ¿Y si le hubiese hablado? Aparto esos pensamientos rápidamente de mi mente, de nada sirve torturarse de esa forma. Incluso he llegado a pensar en hablarle y confesarle la verdad ahora que nos volvimos a ver. Quizás cuánto tiempo habríamos estado en esa relación tóxica si no terminaba. Esta última frase es la que me consuela en las noches de insomnio y me ayuda con la conciencia, pero una parte de mí necesita hablar con él, es esa parte de mi corazón que no se conforma con haber borrado de mi vida a mi gran amor de un día para otro. Julián fue como un angelito que llegó a mi vida a llenarla de colores.
Como la vida sigue, tengo que ir a trabajar. Fui a mi walking closet y elegí un outfit que no reflejaran mi tristeza, por tanto escogí colores claros y brillantes que proyectan energía: blusa de tirantes blanca, un blazer color mostaza y un pantalón del mismo tono, sandalias blancas de tacón, aros en forma de argolla y el cabello recogido en una coleta baja.
Tomé desayuno rápidamente y bajé a buscar mi vehículo para salir al trabajo. Quizás llegue un par de minutos atrasada, porque me entretuve conversando con una vecina que me topé en el ascensor.
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A pesar del tiempo
Ficção AdolescenteLuego de cinco dolorosos años, las miradas de Gianna Ellis y Julián Burnett se volvieron a encontrar y los sentimientos que creyeron sepultados, resurgieron con la misma intensidad de hace una década. Sin embargo, si la vida fuera tan sencilla no ha...