Capítulo 19

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Gianna

Emma estaba terminando de preparar la cena navideña y yo estaba poniendo la mesa, mientras Álvaro había ido a comprar un par de cosas que faltaban para la comida.

Alrededor de las 22hrs cada uno se fue a cambiar de ropa.

Fui a mi cuarto. Abrí el clóset, saqué mi vestido de cuello cruzado de manga mariposa color verde, unos tacones beige y una bolsa cuadrada con solapa del mismo color que el calzado, pendientes largos con pequeños diamantes incrustados y un anillo con un símbolo del infinito. Ricé levemente mi cabello y lo semi recogí, para que lucieran los aretes. Apliqué un poco de máscara de pestañas, brillo labial y perfume. Listo.

Cuando salí de la habitación, Tebi estaba mirando el techo, muy aburrido. Estaba vistiendo una camisa blanca con un pantalón pinzado color marrón y botines de vestir.

–¿Por qué las mujeres tardan tanto en estar listas?

–Lo dice el que usando un traje y gel para el cabello se demora una hora en desocupar el baño. ¿No sabías que nosotras igual lo usamos? –Bromee con él–.

Al rato salió Emma.

–¡Qué guapa! –Dije, mientras Álvaro no reaccionaba y la miraba embobado–.

Hoy estaba usando un vestido color verde esmeralda, corto, ajustado, con tirantes y con un pequeño corte en V, tacones del mismo color. Su cabello estaba más lindo que nunca, lo usaba recogido en una coleta alta que estilizaba su rostro, un delineado sutil y labial brillante.

Mis padres fueron al extranjero por las fiestas, así que como siempre he preferido pasar la navidad en casa me quedé con mis amigos para celebrar.

Después de una breve sesión de fotos en la sala de estar, pasamos a la mesa.

–¡Qué ricooooo! –Chillé cuando probé el primer bocado–. ¡No te vayas nunca! No voy a dejar que te vayas de esta casa –ambos rieron–.

–No me iré a menos que me eches.

–¡Comida rica de por vida! ¡Siiiiii!

Continuamos comiendo y de pronto Emma se quedó mirando mi mano derecha fijamente.

–Que lindo tu anillo. El símbolo del infinito parece único, esos brillantes en el contorno y... ¿qué dice arriba?

Álvaro la miró y negó con la cabeza para que no siguiera hablando. Él sabe perfectamente lo especial que es este pequeño objeto.

–Gracias. Sí, es único –suspiré–. Lo que lo hace especial es aquella inscripción que tiene en el lado opuesto de los brillantes y la perla que tiene cuando se entrecruzan las líneas lleva mi inicial grabada.

–¿Es la primera vez que lo usas? ¿dónde lo compraste?

Álvaro ya la asesinaba con la mirada. Emma no tiene la culpa, no sabe la historia del anillo, así que le expliqué brevemente.

–No, lo uso en cada cena especial, navidad y año nuevo. Se volvió tradición hace unos 10 años, más o menos.

Creo que sacó cuentas y tuvo una idea del origen del anillo. Lo miré con nostalgia. Esos días fueron los más bellos de mi vida y jamás volverán.

***

Al finalizar la cena, nos acercamos al árbol de navidad para la entrega de obsequios. Primero fue mi turno, luego el de Emma y finalmente de Álvaro.

Luego del intercambio de regalos, escribí a mi familia y a mis amigas Romina, Fernanda y Olivia. No puedo creer que las tres estén fuera del país, la primera partió rumbo a Brasil hace 2 días, la segunda está recorriendo cada rincón de Europa y la tercera vive en México.

Mi vista recayó nuevamente en el anillo. Lo echaba mucho de menos, me tenté de enviarle un mensaje, pero no pude hacerlo, no por falta de valor, sino porque me tiene bloqueada de todos lados y no tengo su número.

A pesar del tiempoWhere stories live. Discover now