Narra Gianna
Sin duda esto parecía un episodio de "vestido de novia" del H&H. Para la elección estaban presentes físicamente mi madre y Emma, mientras que Romina y Olivia estaban por videollamada, ya que estaban fuera del país. Me hacían modelar uno, tras otro, tras otro y tras otro vestido de los que se ajustaban a nuestro presupuesto. Después de unos treinta modelos distintos, por fin se pusieron de acuerdo y a mí me encantó como lucía. Era completamente blanco, de tela ligera hasta el suelo, ajustado, que incluye una falda en A con volantes asimétricos de tul, además de encaje desde la cintura hacia arriba, con tirantes de espagueti. Una vez escogido el vestido, las chicas finalizaron la videollamada.
Como era en la playa, quise estar descalza y usar una pulsera de tobillo, y ambas pusieron el grito en el cielo.
–No me parece, hija –dijo mi madre-.
–A mí tampoco, amiga –negó Emma–.
–¿Quién se casa? Yo, ¿quién quiere estar cómoda mientras se casa? Yo. Entonces no voy a usar zapatos. Fin. Es muy incómodo, ¡se mete arena en ellos!
–Va a haber una alfombra...
–NO VOY A USAR ZAPATOS. FIN. ¿OK? Yo me caso, yo elijo si los uso o no. Además, ni siquiera se verán, porque el vestido llega hasta el piso.
Asintieron de mala gana.
–¿Para las fotos? No vas a estar siempre en la playa...
–¿Saben qué? Compren zapatos, pero mientras me esté casando no los voy a usar.
Compramos el vestido y fuimos a la peluquería, hablamos con la estilista y, acorde al vestido, nos aconsejó cabello suelto y ondulado y con una coronita de flores blancas pequeñas en la cabeza.
El asunto de la comida y las invitaciones las veremos en la noche con Julián, luego de una cena con sus padres. Estoy nerviosa, hace mucho que no veo a mis suegros.
–Cálmate, Gia, los conoces, es sólo una cena más.
Me repito mientras busco la ropa adecuada.
–Gianna, es una cena informal, Julián lo dijo, así que nada de trajes ni nada por el estilo.
Opté por unos palazzo negros, una polera de tirantes color blanca con líneas negras y sandalias negras con taco de aproximadamente 4cm.
Entré a tik tok y, como si me espiaran, apareció en mi "for you page" un vídeo que decía: "cuando vas a cenar a la casa de tus suegros" y de fondo estaba el audio de Franco Escamilla que dice: "cálmate, cálmate, no está pasando nada, no te vas a morir... o sea, si te vas a morir, pero no ya". Más identificada no podría estar.
Salí de mi cuarto esperando la aprobación de mi amiga y estuvo de acuerdo con el outfit.
Conduje hasta la casa de Julián.
Una vez afuera, toqué el timbre y me abrió la puerta.
–Guapa como siempre.
–¡Qué novio tan lindo tengo! –me besó–.
–¿Entramos? –Asentí–. Hey, calma, son mis papás, ya los conoces y te quieren más que a mí, no tienes que estar nerviosa –rió–.
Estábamos en la mitad del pasillo que llevaba al comedor cuando apareció su mamá.
–Hola, Gianni –me abrazó–, ha pasado mucho tiempo. Te ves igual de linda que siempre. ¿Cómo estás?
–Hola, Regina, bien gracias, ¿y tú?
–Súper bien.
La cena iba muy bien hasta que comenzaron a mencionar lo que sufrió Julián cuando nos separamos, a comentar sobre Anaís y el tiempo que fueron novios. Mi futuro esposo le dijo a sus padres que cambiaran de tema, de seguro notó mi incomodidad. Mis suegros se disculparon y hablamos sobre la boda y nuestro futuro juntos.
–Yo ya quiero ser abuelo –por poco escupo el líquido que estaba bebiendo–.
–Yo también –lo secundó Regina–. ¡Sería tan lindo tener a un niño o niña corriendo y jugando por la casa!
Miré de reojo a Julián y estaba completamente rojo, imagino que yo estaba igual, pues sentía mis mejillas arder.
–Creo que falta un poco para pensar en eso, ni siquiera nos hemos casado y ya están pensando en nietos –dije entre risas nerviosas–.
Seguimos comiendo, pero en mi mente no paraba de dar vueltas la idea de los hijos. Nunca he pensado ser madre, es más, me da miedo. La idea del parto, que no tenga la suficiente fuerza y que nos pase algo, que la o el bebé tengan el cordón umbilical enredado en el cuello, que no estén en posición para salir si es por parto natural o la inyección de la raquídea si es por cesárea, dicen que es muy dolorosa; o cuando crezca y me pida ayuda con sus tareas y trabajos; cuando llegue a la adolescencia y tenga problemas existenciales, cuando peleemos... En fin, admiro a quienes deciden ser madres y pasan por esas cosas.
Terminada la cena, sus padres se retiraron y con Julián nos quedamos en el living decidiendo cómo serían las invitaciones y qué comida serviremos en la boda.
–Sería bonito tener un hijo contigo –dijo Julián sonriendo–.
–Creí que no querías tenerlos –comenté recordando una conversación que tuve con su ex–.
–Si lo dices por Anaís, con ella no quería tenerlos. Contigo es distinto. Contigo quiero casarme, tener hijos, viajar... quiero vivir lo que me queda de vida a tu lado.
Sentí como se derretía mi corazón con cada una de sus palabras.
–Te amo tanto, Julián.
–Y yo a ti, Gia.
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A pesar del tiempo
Teen FictionLuego de cinco dolorosos años, las miradas de Gianna Ellis y Julián Burnett se volvieron a encontrar y los sentimientos que creyeron sepultados, resurgieron con la misma intensidad de hace una década. Sin embargo, si la vida fuera tan sencilla no ha...