Capítulo 32

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Gianna

Había pedido permiso para faltar al trabajo, parecía que mi cabeza estallaría en cualquier momento. A cada segundo recordaba lo dicho por Julián. Me duele haberlo perdido. Él siempre estuvo a mi lado e hizo de todo para estar cerca mío.

Una tarde de verano nos fuimos de viaje estudiantes de varias carreras, incluidas psicología y publicidad, a la playa que quedaba a unos pocos kilómetros. Se pronosticaba mal tiempo, e incluso una tormenta eléctrica, pero yo quise ir de todos modos, pues nunca pasa nada y me pongo en estado de alerta en vano. Julián sabía de mi pánico a los truenos, así que me preguntó mínimo cien veces si estaba segura de ir, a lo que yo siempre respondía que sí. La tarde había sido muy divertida, por la noche hicimos una fogata y, cuando ya estábamos todos durmiendo en las carpas, comenzaron unos sonidos fuertes: eran truenos. Seguido de eso, relámpagos. Estaba muy asustada, pero no podía decir nada, porque mis dos compañeras estaban durmiendo plácidamente –después de la borrachera–. Llegó una notificación a mi celular: "si tienes miedo, ven a mi carpa". El compañero de Julián tuvo una urgencia familiar y se había ido antes de la fogata, así que estaba solo. Con precaución me levanté y fui a su carpa. Tenía otro saco de dormir ya preparado para que me acostara a su lado y un par de audífonos. Sonreí dulcemente. Susurré "gracias". Me recosté y me coloqué los auriculares, de fondo estaba el cover de "a thousand years" que habíamos hecho hace algunos días. Julián me abrazó, cerré los ojos y al poco rato me dormí.

Me tomé la temperatura con un termómetro y tenía fiebre. Me preparé unas papas con vinagre para bajarla. Recuerdo que odiaba ese momento cuando era pequeña y mi mamá llegaba con una fuente con papas. Son lo mejor que hay para bajar la temperatura, pero no me agrada el olor.

Una vez que ya tenía 36°, pude estar tranquila y dormí un poco.

Mi mejor amiga casi hace que me dé un infarto. La muy "delicada" entró y gritó:

–¿Qué es ese horrible olor?

–Vinagre –respondí–, ¿por?

–¿Qué pasó?

–Tenía fiebre y tuve que faltar al trabajo, así que me la bajé con unas papas en vinagre. Mi mamá hacía eso siempre.

–¿Es por lo que pasó ayer con Julián? –Asentí–. Duerme un poco más, tengo que salir, olvidé que tenía que ir con Álvaro a adoptar a un perrito. Nos vemos.

Se fue rápidamente antes de que yo pudiera procesar que en su vecindario no admiten mascotas.

No le di mayor importancia. Quizás saldría a una cita con él. Volví a dormir.

Soñé con una especie de "compilado" de nuestras rupturas con Julián: el 06 de diciembre en la playa, hace un tiempo en la plaza y ayer cerca del parque de juegos. Ya ni descansar tranquila puedo.

***

Dos días pasaron, pero me sentía cada vez peor anímicamente. El jefe me dijo que ya no podía faltar, así que no tuve otra opción más que ir a trabajar. Además tenía que poner al corriente al empleado nuevo. Estaríamos a cargo de la publicidad de nuestro local, el cual está bajando mucho sus ventas. Yo seré su compañera de equipo junto a 2 personas más.

Al parecer el día conspiraba en mi contra, porque mi jefe me envió a atender público, habían dos clientas maleducadas y cuando iba a cerrar, aparecieron Vivian y Anaís, la guinda de la torta.

–Hola, amiga –saludó alegremente Vivian–, ¿qué pasa? Hace días que no me hablas, ¿te sientes bien? No tienes buena cara –su cara mostró preocupación–.

Al escucharla hablar, toda la ira contenida explotó y tuve fuerzas para enfrentarla.

–¿Amiga? –reí sarcásticamente– Tú y yo jamás hemos sido amigas, porque si lo hubiésemos sido, habrías aceptado que Julián me quería a mí y no a ti, y no habrías inventado una estúpida historia para que yo te dejara el camino libre o a tu amiga, a fin de cuentas son lo mismo, ¿no? Un par de mentirosas. Tú sabías que era yo la razón por la que su novio actuaba extraño y que la dejaría para tener otra oportunidad conmigo.

–No comprendo...

–No te hagas la inocente, no te queda el papel.

–¿Qué es más estúpida: la historia que a leguas se nota que es falsa o la persona que la cree? –Mi ex amiga se comenzó a reír a carcajadas. Mi ira y decepción aumentaron al corroborar lo que sólo eran unas sospechas, pues no negó ninguna de las acusaciones que le hice–.

–Agradezco que seas así, ahora por fin Julián se atrevió a decirte que no te quiere en su vida, ahora por fin vamos a poder ser felices –dijo Anaís sonriendo–.

–No me hagas reír, ¿felices? Ni tú ni él y por la misma razón: Julián me ama. Quizá hagas tu mejor esfuerzo, pero él jamás te querrá de la misma forma en que me ama. Lástima que tengas tan poco amor propio y aceptes migajas de cariño que alguien te da.

El rostro de Anaís parecía explotar en cualquier momento. Se acercó a mí y me comenzó a jalonear el cabello, yo respondí de la misma forma.

–¡Suéltame! –Gritó–.

–No. Hazlo tú.

–Zorra.

–Perra.

–¿Qué está pasando aquí? –Era la voz de mi supervisor. En ese momento supe que la había cagado de sobremanera–.

A pesar del tiempoWhere stories live. Discover now