Capítulo once: Infierno

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Después de años haciendo lo mismo, había llegado el día donde se sentía demasiado exhausta. Comenzaba a hartarse de todo ese ambiente bullicioso, no era algo que le agradara en la situación en la que se encontraba, pero era su manera de sobrevivir y mientras eso les diera un techo y comida estarían bien, solo debía resistir un poco más de tiempo, aunque su cuerpo pedía un respiro de todo, en especial por el bebé en su interior que no dejaba de exigir algo de ella.

— Señora Yuna, parece cansada – la voz de Namjoon invadió sus oídos, teniendo pronto la silueta del hombre sentándose al otro lado de la barra – ¿dónde está Charles?, pensé que estaría de regreso después de su viaje.

— Señor Kim, lo que hace mi esposo en sus viajes me es indiferente en estos momentos, no puedo torturar mi mente cuando tengo cuatro bocas por alimentar y uno más en camino.

— Comprendo, no era mi intención incomodarla más de lo que ya se encuentra.

—¿Qué es lo que desea, señor Kim? – Namjoon sonrió de lado, con esa mirada intensa que podía hacer estremecer a cualquiera cuando era utilizada para intimidar, mas no Yuna, era una mujer con mucho carácter, en especial porque el embarazo en sus últimas etapas no la hacían la persona más paciente –. Sus visitas a la taberna han sido seguidas, ¿Qué es lo que busca?

— ¿Dónde se encuentra su hermano?

— ¿Seokjin? – como si hubiera sido invocado por ambas personas, el hombre se hizo ver en la entrada de la taberna, quitando su sombrero, arrugando su ceño cuando notó ambas miradas sobre él – ahí lo tiene, señor Kim. Ahora si me disculpa tengo más clientes por atender.

Yuna salió con dificultad detrás del mostrador, rozando su abultado vientre contra la madera de la barra, alejándose hacia una de las mesas donde se encontraba un hombre tendido sobre la superficie y había causado un desastre en el suelo con la cerveza esparciéndose por todo el sitio.

Por su parte, Seokjin llegó hasta la barra, donde se colocó detrás del mostrador, ignorando la mirada de Namjoon, conociendo muy bien ese semblante tan característico de ese hombre, lo vio erguirse en su sitio, donde esperaría pacientemente hasta colmarle la paciencia, sin embargo, esta vez decidió ocuparse en sus tareas, como quitar los tarros vacíos y sirviendo comida o bebidas al resto de los clientes.

Namjoon frunció un poco sus labios, mientras que sus dedos tamborileaban en la madera, como si estuviera retando al mayor para que volcara su atención en él.

Por su puesto que actuaría de esa manera, se trataba del presidente del comité del pueblo. Aquel hombre era conocido por su manera calmada de actuar, tenía un temple inquebrantable, capaz de hacer ceder hasta el más duro y en ese momento se trataba de Seokjin, un hombre que parecía tan difícil de tratar que preferían no acercarse a él.

— Tome – bramó Seokjin colocando un tarro de cerveza frente a Namjoon, quien ni siquiera se inmutó por el líquido derramado – no sé lo que busca aquí, pero al menos lo haré consumir para que pague el derecho de utilizar ese banco en el que está.

— Pensé que nuestra amistad valía más que un simple tarro de licor barato como esta cerveza pálida – Namjoon sonrió mientras llevaba a sus labios el tarro, sorbiendo aquel brebaje amargo.

— No sabía que convivir en la taberna, en algunas ocasiones era lo mismo que forjar una amistad.

— Bueno, esperaba que al menos se fortaleciera, como una hermandad – Seokjin siguió con su trabajo, negando ante las palabras del hombre, quien después de un largo trago se dio por vencido, casi – ¿me hará preguntar o me lo dirá de una buena vez?

— ¿Qué cosa?

— Seokjin no tiene que hacer esto, tanto usted como yo sabemos que cosas raras están pasando en el pueblo y el hecho de verlo con el padre Jung saliendo del pueblo no es muy normal. Tampoco hemos tenido escándalos por aquí, así que eso me da una idea de la ausencia de cierto alguien junto que otro peculiar intruso regular desde hace poco más de dos días.

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