↠1897 Kim Taehyung es enviado a Rumanía a contribuir con las tutorías coreanas del Conde, con un rosario en la mano y un diario taquigrafico digno de la época victoriana lo que menos esperaba era caer en manos del dueño de la sangre, la eterna vida...
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Intentaba mantenerme fuerte y reacio a su insólita hipnotización, pero era en vano. Todo el esfuerzo que hacía se derrumbaba cuando sus ojos acosaban los míos.
El hombre me sostenía los brazos con las manos y las piernas con ambas rodillas haciéndome imposible el dominar esa fuerza con mi cuerpo. Respiré lo más profundo que pude.
Quizás, lo que más me aterraba eran sus colmillos tanteando mis clavículas en un toque desesperante. Tanto mi lobo como yo empezábamos a asquearnos del conocido sentimiento de nuestro cuerpo siendo asaltado.
-Vei fi atât de bun- me susurró riendo.
(Nos van a tomar, de nuevo)
Mi pulso subía y bajaba sin freno; el tiempo se estaba alargando de la forma más agobiante. Sentía las ganas incontrolables de gritar en cada mínimo roce de sus dedos.
(Alfa...)
Su boca se pegó a mi oído, atrapó mi cabeza entre su hombro y entonces una ola de viento perturbador me heló los huesos.
Intenté zafarme, encontrando mi propio cuerpo cautivo entre los árboles de Valaquia; me hubiese sentido a salvo si al abrir mis ojos estuviera en el castillo. Como castigo de mi falta, llegue a un bosque oscuro e inmenso en un parpadeo.
¡Realmente lo lamentaba!
Empecé una guerra para patear su entrepierna y el maldito solo parecía divertirse con mi forcejeo. Se me llenaron los ojos de lágrimas.
-Aléjate, por favor...
-¿O qué?
Cuando pensé que me abriría la garganta con sus afilados dientes su rostro se petrificó y de su pecho salieron tres estacas bañadas en sangre; sus ojos temblaban yéndose para atrás y empezando a escupir sangre del color más rojo y negro posible intentó articular.
A sus espaldas, levantándolo cuál muñeca de trapo con tan solo tres estacas astillosas él me veía temblando.
-¿Qué fue lo que te dije Taehyung?
Empecé a llorar sin poder mover un músculo, lo lamentaba tanto que solo quería tirarme a sus pies y abrazarlo. Quería tener la desvergüenza de refugiarme en su fuerte cuerpo, aún cuando estaba mal, aún cuando no lo merecía; solo quería deshacer mi cuerpo del toque que lo ensució.
Intenté pedirle perdón, intenté con todas mis fuerzas más no pude emitir otro sonido que no viniese del llanto desconsolado que me estaba rasgando.
-Eres tan malditamente necio- espetó con desespero, para luego dejar caer el cuerpo inerte al suelo. Apreté los párpados cuando el sonido del zapato contra la cabeza ajena hizo tronar cada hueso- Eres tan malditamente insubordinado.
Jungkook me tomó en el momento justo en que mis brazos y piernas se debilitaron haciéndome caer. No me avergüenzo de decir que no pensé dos veces en aprovecharme de su musculosa anatomía y resguardarme en su olor.
