13. Un día inusual (Parte 2) El Costo de Amar.

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2012

Marzo

—Debemos sosegar nuestro corazón para buscar la paz. Y para eso debemos aprender a perdonar —musitaba el sacerdote mientras miraba al público— El alma que es compasiva y piadosa también será perdonada cuando cometa algún pecado.

Un joven Wladimir de tan solo 20 años, estaba atento a estas palabras. Aunque estaba muerto por dentro con el dolor de tener que ver a su madre en aquel ataúd, para él era bastante peculiar porque el padre eligió este sermón justamente en este momento.

—Hijos míos, la misericordia es lo más fundamental para poder ir al Reino de Los Cielos... A veces nos refundimos en el rencor y nos dejamos llevar por los malos deseos, sentimientos que nos quitan la bondad que nuestro Señor Jesucristo nos ha inculcado... Debemos ser conscientes de que necesitamos perdonar primero por nuestro bien... No importa las veces que sea necesario... Recuerden el evangelio de San Mateo 18,21 -35 donde Pedro le preguntó a nuestro querido Jesús: "Señor, ¿Cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?"
Jesús le respondió: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete"

—¿Qué tiene que ver el duelo con el perdón? —se cuestionó Wladimir sin entender nada mientras que René quien estaba a su lado derramaba algunas lágrimas por el pesar de perder a su esposa...

Fue entonces que recordó el ejemplo de su madre Camila quien siempre en toda su vida fue paciente y piadosa.

Ella no veía malicia en la gente y era capaz de dar segundas oportunidades sin meditarlo tanto.

A lo mejor esta predicación dada por el clérigo era un homenaje a su madre como el máximo ejemplo de la redención.

Fue entonces que para el muchacho todo lo dicho anteriormente recobraba sentido.

Sin embargo, una interrogante lo acechaba.

¿El habría heredado semejantes virtudes de su madre?

Actualidad

Un Wladimir ahora más "maduro" estaba al frente del hombre que le dio la vida.

Qué lástima que ese mismo hombre, le falló de la peor manera.

—¿Qué quieres aquí? —preguntó de forma tajante mientras se contenía las ganas de golpear a René

—Necesitamos hablar hijo —respondió el hombre igual de tajante sentándose en una de las sillas que tenía a su lado.

—¡Ja! —sonrió de forma sarcástica— ¿Qué me quieres decir? ¿No me digas que vienes a darme detalles de tu traición?

—Hijo... Créeme que yo no quise que esto pasara así —aseguró René mirando a su hijo con dolor— Yo nunca te lastimaría a propósito...

—¡Deja de ser un maldito hijo de perra! Y dime, ¿Por qué lo hiciste? —cuestionó Wladimir— ¡¿Por qué te cogiste a mí novia habiendo tantas mujeres con las que podías reiniciar tu puta vida?!

René estaba estupefacto.

Wladimir nunca le había hablado así en su vida.

—Sé que estás furioso —recalcó René de manera tranquila— No tengo derecho a que me escuches, pero, debo hablar.

—¡Aquí tú ya no tienes derecho a nada! ¡Lárgate de aquí! ¡No quiero excusas baratas, ni justificaciones patéticas como tú y tu engaño!

—¡Wladimir! ¡Por Dios! ¡Escúchame por tu madre! —gritó el hombre desesperado lo que definitivamente fue un error...

EL CIGARRILLO FUGAZ (En Proceso y Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora