3. Iván.

168 7 0
                                    

Para cuando llegué a casa Cristian estaba dormido en el sofá, la televisión emitía una película del oeste. Sus pies salían de la manta con la que estaba arropado porque el eterno niño estaba creciendo. No es que Cristian fuera Peter Pan pero su infancia me había parecido eterna. Cuando mi madre trabajaba y yo no superaba los doce años mis amigos jugaban y yo me ocupaba de un mocoso de 5 años, no era tan malo jugar con él también aunque tuviera que dejarle ganar. Cuando cumplí quince y quería quedar con chicas tenía que dejárselo a la vecina un ratito cada vez que me gustaba alguna. Me acuerdo que cuando cumplí 17 y el tenía 10 lo dejé en un parque al otro lado de la ciudad y no me acordé hasta horas después. Cuando llegué era de noche y él seguía en el parque, sentado en la arena llorando a lágrima viva, me vio y corrió hacía mi, no podía parar de pedirle perdón y cuando me abrazó sollozando supe que me había perdonado todo lo malo que yo había hecho en este mundo. 

La libertad de sus brazos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora