Un grito hizo que la soltara. Medio segundo después una chica rubia estaba corriendo hacia Lara como una loca.
-¡Lara dios mío! ¿que haces con él? ¿pero eres tonta? ¿estás bien? ¡Podría haberte hecho algo!- La zarandeaba mirándola de arriba abajo.
-¿Quién coño eres tú?- Dije, la chica rubia se giró fulminándome con sus ojos negros. Lara la miraba expectante.
-No le hables así a mi novia.- Dijo una voz masculina desde la puerta de la casa de Lara. Sergio.
Lara no tenía ni una sola expresión en el rostro, con los ojos muy abiertos y la boca cerrada formando casi la figura de un corazón observaba lo que ocurría delante de ella. Me fascinaba que nunca le preocuparan ese tipo de cosas.
-No puedes acercarte más a él ¿vale? no es bueno Sergio me lo ha contado todo.- Lara se giro para mirarme. Después se giró hacia Sergio.
-¿Qué es todo?- Dijo.
Sergio miró a su novia.
-Lidia aquí no, cuéntaselo dentro mejor.
-Sergio, estoy cansado de tus juegos. Lara te prometo que nada de lo que diga es verdad. Se que no es un buen argumento pero te juro que no he hecho nada malo. Bueno he hecho cosas pero...
-¡No le creas!- gritó lidia. Lara me estaba mirando a mi directamente a los ojos.- Lara tienes que creernos. Vámonos. La rubia la agarró del brazo tirando de ella. Me acerqué a ella mientras se zarandeaba para soltarse del brazo de Lidia.
-¡No sabes las cosas que ha hecho!
Sergio contemplaba la escena con media sonrisa como diciendo "puedo crear esto y mucho más si te cruzas en mi camino". Si no hubiera estado tan pendiente de que Lara me creyera a mi le hubiera abierto la cabeza contra la acera.
- Lidia suéltame, voy a coger mi bolso del coche y ahora me explicas lo que quieras pero espera. Iván ábreme la puerta del coche por favor.
Asentí. Nos acercamos al coche y me di cuenta de que estaba abierto mientras ella se sentaba en el asiento del copiloto. Yo hice lo mismo en el asiento del conductor y ahí me di cuenta también de que ella tampoco llevaba bolso.
-Fantasmita no se que van a decirte pero te puedo explicar todo si...-Ella me cortó.
- Te creo.
Nunca nadie me había creído a mi.
- ¿En serio?
- Bueno sí... En realidad no le creo a él. Su contestación me hizo tan feliz que me dieron ganas de arrancar el coche e irnos a las montañas para vivir juntos como salvajes toda la vida. Tendría que haberlo hecho.
-Deberías salir antes de que se den cuenta de que no tienes bolso y crean que vamos a huir.- Soltó una carcajada. Y me la contagió.
-Podemos irnos...
-No podemos fantasmita.
Joder, sí podíamos.
-Vamos a ver que me dicen. Deseame suerte.- Dijo en un suspiro.
- No pretendo que me creas pero por favor no saques conclusiones sin hablar conmigo antes.
- Iván, callate. Te creo.
Salió del coche y desapareció entre los cuerpos del que siempre mentía y de la que siempre le creía.