Lara se tapaba cuando reía y no lo hacia cuando lloraba. Sus ojos contenían la vida que se iba cuando algo le dolía. Cantaba canciones de feria en la ducha y se inventaba el inglés en el coche. De pequeña jugaba a perseguir a la luna y juraba por todos los astros que algún día la alcanzaría, yo querría decirle que a cada "te quiero mamá" me hacía alcanzarla a mi. Sus brazos eran libres. Te liberaban cuando te estrechaba pero sólo lo hacía cuando sentía que te estabas quebrando. Mi niña volaba con esos pies. Sin tocar el suelo reía a carcajadas. Y nunca habrá nada que en este mundo me duela más que sus lágrimas. Cuando aprendió a hablar yo aprendí que jamás callaría. Y la primera vez que su mano rodeó mi pulgar supe que nunca dejaría que se hiciera daño. Lara era la luz de todos mis días. Pero un día se apagó.