El día que la volví a ver Cristian se pasó todo la tarde diciéndome que lo llevara a casa de un amigo suyo y cuando por fin lo llevé la vi. Justo en la calle de enfrente. Andaba mirando al suelo y su manera de andar era exactamente como la de un fantasma con prisas, rápida y sin casi levantar los pies. Crucé la calle más rápido de lo que había andado nunca y me coloqué detrás de ella. Nunca le admití esto, pero a veces me costaba seguirle el ritmo a sus cortas piernas.
No sé la cantidad de veces que me burle de su manera de andar. Pero sí recuerdo la primera.
-¿Te han dicho alguna que pareces un fantasma andando?- Le grité. Se volvió ella y media calle.
-¿Me hablas a mi?.- Me dijo. Su voz era arte.
-No veo a más fantasmas por aquí.- Me giré para hacer una reverencia a toda la gente que nos miraba curiosos.
-Ah pues yo sí, tú.- Dijo. Mi carcajada la indignó aun más.
-Wow, esa me ha dolido fantasmita. Pero es soportable.- Dije guiñándole el ojo. Puso los ojos en blanco y siguió andando.
Necesitaba oírla otra vez. Así que corriendo me puse delante de ella para cortarle el paso.
-Soy Iván.- Dije ofreciéndole la mano en modo de saludo.- Y estoy bastante interesado en saber quien eres tú.
Vaciló antes de devolverme el saludo. Su mano era la mitad que la mía.
-Em... Soy Lara.
Lara.
Allí de pie, con toda la calle mirando y todo el miedo en sus ojos no le solté la mano. Y ella no la retiró.