Capítulo 7

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Apo estaba siendo terco al respeto solo para irle a la contraria a Mile. Qué lástima que el mayor estaba acostumbrado a los ataques del menor y tenía la paciencia de un santo.

Era sábado en la mañana y tenían que viajar al monte de Huanjin en dos horas, en auto. A esa zona tan intrincada no se le tenía permitido utilizar helicóptero o avión. Como zona sagrada de los dioses solo los devotos al budismo podían ir a ese lugar.

El viaje sería terriblemente agotador, pero era necesario. Debían mostrar sus respetos a los monjes y realizar una ceremonia de aprobación al matrimonio. Apo se sentía fastidiado, ¿por qué tanta ceremonia? En su región se hacía todo el mismo día, ni siquiera era obligatorio tener que ir al templo, bien podrían mandar a un representante budista a la casa real.

Allí había calor y mosquitos. No iba a pasar todo eso con el culo dormido por un viaje de nueve horas.

—Estás siendo infantil, sabes que no podemos faltar Apo—Mile terminó de alisar su ropa con las manos frente al espejo de su habitación—¿por qué sigues con tu pijama?—

Apo gruñó y se cruzó de brazos, firme en su negativa de salir de la cama.

—No quiero ir Mile, ¿puede ser otro día?—Apo le lanzó su mejor mirada inocente y bateó las pestañas—quisiera salir con Barcode para realizar algunas compras—

—Tienes personas que se encargan de comprar lo que necesites—Mile lo miró imperturbable—vamos, solo será un rato. Prometo llevarte a cenar cuando termine la ceremonia—

Apo se removió pero no dijo nada. Hacía falta más que una cena para que quisiera ir.

—¿No me vas a mirar?—Mile se acercó a la cama y ladeó la cabeza buscando la mirada del menor—

—Bien, me voy a arreglar—cedió el moreno con una expresión de dolor—puedes retirarte—

—No hay nada que no haya visto ya Apo, vístete, no confío en que sea prudente dejarte solo—resopló el pelinegro—

—Yo nunca...—Apo se mordió la lengua tragando su réplica y recordó que sí, Mile lo había visto desnudo cuando lo llevó de paseo por el bosque—¡bien!—

Apo se quitó la camisa con más de la fuerza necesaria y rasgó de una vez sus prendas. Sus movimientos de quedaron quietos y sus ojos miraron aturdidos el desastre entre sus manos. Genial, simplemente fantástico.

—Cuidado—Mile tomó su mano y la acarició—puedes hacerte daño—esta vez dijo suavemente:—no estés enfurruñado—

—No estoy enfurruñado—refutó Apo—solo no medí mi fuerza ahora mismo—

Mile sonrió y lo acercó para un beso profundo, de esos que te derriten el corazón y te dejan con las piernas temblando. Apo se relajó al instante, tomando lo que le ofrecían. Luego de que ambos dejaron ir toda la mierda se había vuelto habitual que se pasaran bastante tiempo besándose y acariciándose, descubriendo el cuerpo del otro y Apo debía decir que Mile estaba tan bueno como se veía.

Era extremadamente fuerte, una fortaleza de músculos. A veces, cuando las emociones se elevaban en la habitación Mile lo cargaba como si fuera una pluma y lo sentaba en su regazo. Autoritario y mandón, manejando a su antojo al menor como si fuera una marioneta. Después de que le robara el aliento lo atraería a su pecho y lo mimaría por el resto de la noche. Ese era el momento preferido de Apo, cuando se acostaban luego de un día agetreado y conversaban sobre lo que habían hecho en ausencia del otro.

Apo jadeó y tiró el cuerpo de Mile sobre él. Lo quería cubriéndolo por completo, que su ancha espalda lo ocultara del mundo.

—No tenemos tiempo para esto—Mile habló entre besos y tiró del labio inferior de Apo—

Catarsis//MileApo +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora