Hormonas felices

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23 de septiembre del 2022
11:23pm

— Oh si, tienes buenos dedos. — Dijo la mayor en un suspiro.

— ¿Hasta cuanto tengo que hacer esto?

— Me la debes...más abajo.

— ¿Cual es la palabra mágica?

— Por favor...

Hizo lo pedido masajeando con sus nudillos la parte baja de su espalda, mientras que bajaba sus ojos hasta llegar a la toalla que le tapaba el trasero.

No lo admitiría, no ahora, pero tenía un gran fetiche con su espalda que estaba cubierta de aceite con olor a vainilla y que aveces olía a café.

Hizo presión mientras subía a sus hombros y los masajeaba con cuidado, Yuri ahogó otro suspiro mordiéndose los labios. El primer concierto se dio a cabo, fue un éxito pero tenía que admitir que estaba cansada.

Entonces aprovechó el momento y el lugar para pedirle un favor a Suzuka ya que la ayudó esa mañana que tenía migraña gracias a la borrachera de la otra noche.

¿Lo disfrutaba? claro que si, y más cuando pasaba sus manos alrededor de su cintura, mientras que Suzuka sentía su piel erizarse.

La alarma sonó, solo pasaron veinte minutos, Yuri la apago y agarró una camisa que estaba en su cama para taparse los pechos desnudos.

— Gracias linda. — Sonrió, poniéndose la camisa a la mirada atenta de Suzuka.

— Iré a lavarme las manos. — Aviso.

Yuri se levantó de la cama y se agarró el cabello en una coleta alta mientras que se arremangaba las magas corta de su camisa. Salió y se dirigió a la cocina mientras abría y cerraba los cajones buscando con qué alimentarse. Nada, no había nada, y su estómago pareció jugar con ella cuando sonó.

Las chicas estaban dormidas, estaban agotadas así que solo tenía un plan.

Se dirigió al baño de su habitación donde se lavaba las manos Suzuka, se quedó en la puerta mirándole, la pelinegra mientras se secaba las manos se asustó a la presencia de la mayor.

— Maldita sea, me asustaste. — Dijo.

— Vamos a comprar comida, tengo hambre. — Pidió

— ¿Y yo que gano?

— ¿El placer de mi compañía? — Hizo ojitos.

— Déjame cambiarme, yo también tengo hambre.

— ¡Sii!

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Suzuka cerró la puerta con llave, y se ajustó su abrigo.

— Señorita. — Le tendió el brazo para que se sujetara.

— Madame. — Hizo una reverencia y rio, para así sujetarle el brazo.

— Por aquí hay una tienda de conveniencia, pero es algo lejos.

— No te preocupes por eso, está bien estirar las piernas. — Contestó— ¿Recuerdas cuando íbamos a esos lugares cuando estudiábamos hasta tarde?

— Siempre comprabas un Bubba y galletas de chocolate, después te quejabas porque no querías dormir.

— Y tú te quejabas porque ensuciabas las hojas con la salsa de tus frituras.

𝐋𝐢𝐭𝐭𝐥𝐞 𝐰𝐨𝐦𝐚𝐧 | 𝐒𝐮𝐳𝐮𝐤𝐚.𝐊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora