Ya no recuerdo cuando fue la siguiente vez que hablamos después de ese sábado. Te seguí viendo de lejos, ya fuera en mi casa o en la escuela de ballet. Si me daba la gana levantaba la mano para saludarte, y tú me de volvías el saludo con una sonrisa forzada. Había días en los que Joel y tú permanecían encerrados en su habitación hasta que les caía la noche, de no haber estado seguro de la torpe heterosexualidad de mi hermano, incluso habría pensado mal de ustedes.
Lo que sí recuerdo es la primera vez que te llamé Mike, la recuerdo porque ese mismo día me di cuenta de que los demás te percibían como alguien atractivo. Fue cuando conociste a Lili, la mejor amiga de mi hermana Fernanda, ¿te acuerdas de ella? Bonita y estirada, Lili actuaba como si el mundo no la mereciera. Era de esas que se sentían con el derecho de juzgar el comportamiento o la forma de vestir de los demás, y hacía comentarios crueles en voz alta, asegurándose de ser escuchada por su victima. Si algo le parecía desagradable fruncía los labios y arrugaba la nariz, como si estuviera oliendo caca. Con todo y eso, para Joel, no había un ser más fascinante sobre la faz de la tierra. Estaba perdidamente enamorado de su silueta de guitarra, de su piel blanca, su cabello negro y sus tetas firmes, ni muy grandes ni muy pequeñas. Supongo que era eso lo que lo tenía enganchado; pues además de su atractivo, sus aires de superioridad, y de que era más o menos divertida, Lili no destacaba por otra cosa. No era ni inteligente ni amable, para ella, incluso la muestra más remota de cultura era sinónimo de marginación social. Se había burlado hasta de mí una vez que me encontró leyendo un libro.
Mi hermana y su amiga solían reunirse después de la escuela, para comer, "hacer la tarea" y ver el canal de MTV o de Telehit en la tv de la sala. Yo me les unía cuando estaba de oquis, y esa tarde lo estaba porque había regresado temprano de la academia de ballet.
Joel entró a la sala y se sentó discretamente, como un gato que llega sin que lo atisbes. Giró el cuerpo hacia la amiga de mi hermana y la saludó, pero ella no escuchó o se hizo la sorda. Fer entonces lo miró.
—¿Qué quieres? —le preguntó de mal modo.
—Estoy esperando a Miguel Ángel, ¿no ha llegado?
Lili asomó la cabeza por encima del sofá y miró en redondo, y por el mero afán de molestar a Joel espetó:
—Parece que no, ¿ya lo buscaste bien? ¿Checaste en los botes de basura?
—¿Por qué los botes de basura? —preguntó Fernanda. Lili rió con sorna y respondió:
—Cuando no me ve mi perro me busca hasta en los botes de basura. Quien sabe, capaz y allí esté metido el Miguel Ángel ese.
Fernanda y yo reímos, a Joel se le coloreó la cara de la vergüenza y me sentí mal por él. Entonces traté de desviar su atención.
—¿Por qué tu amigo viene a cada rato? —le pregunté -. Se supone que a esta hora debería estar en la academia.
—También tú —dijo mi hermano.
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Érase una vez el amor
Romance«Si pudiera metería nuestros mejores momentos en un videocasete para dártelos, así nuestras risas y abrazos te acompañarían siempre, aunque te fueras al fin del mundo» Leo sabe que no es como los otros chicos, ama bailar ballet, le roba ropa a su he...