Capítulo cinco

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Larry

Eran cerca de las dos de la mañana cuando Sally me pidió que fuéramos a nuestro cuarto. Al principio pensé que estaría cansado, pero, una vez allí, me pidió que habláramos, o, mejor dicho, que lo escuchara. Quería hablar de Ash. Tomé un trago largo de la cerveza que tenía en la mano preparándome para escuchar lo que habría pasado en su cita. Nos sentamos en el piso y nos apoyamos contra la cama. La habitación estaba apenas iluminada por una pequeña abertura en la puerta que dejaba pasar la luz del pasillo.

—Me ha rechazado.

Escupió haciendo que diera un respingo en mi lugar. Lo miré como si no habláramos el mismo idioma.

—Me ha dicho que no quiere novio ahora.

—Lo siento, Sal. De verdad creí que no te rechazaría.

Él negó con la cabeza y se recostó contra mi hombro. Lo único que se me ocurrió hacer fue rodearlo con mi brazo, abrazarlo como si fuera un niño pequeño, frágil, como el cristal. Dejé la botella a un lado y lo abracé con todas mis fuerzas. No lloraba, pero yo no podía dejar de pensar en consolarlo.

—¿Me regalas un cigarrillo? Creo que hoy será el día en el que me lo termine solo.

—Creí que me invitarías —dije dándole la cajetilla y el encendedor.

—Supongo que no puedo compartir.

Se sacó la máscara de un tirón prácticamente, se llevó un cigarrillo a la boca, lo encendió y le dio una calada. Cuando echó la cabeza hacia atrás para soltar el humo, pude ver su mejilla mojada de lágrimas. Intenté secarlas con mis dedos, pero su cara se seguía empapando. No sabía qué decir, ni que hacer. No quería que llorara, pero parecía que no había otra manera de purgar lo que sentía. De repente, se giró a mí, el flequillo le cubría ligeramente los ojos, pero todavía podía ver su pequeña sonrisa triste.

—Gracias por quedarte conmigo.

—Sally, amigo, voy a estar para ti en cualquier momento. —Le sonreí—. ¿Quieres que nos acostemos como ayer?

—¿Y la fiesta?

—No se darán cuenta y podemos ponerle seguro a la puerta para que no molesten.

—Está bien.

Terminó de fumar el cigarrillo, lo apagó en el cenicero y nos acomodamos en mi cama con el reproductor MP3. Me dio uno de los auriculares y se puso el otro mientras encendía la música. Lo abracé con fuerza, esta vez, él estaba frente a mí. La música empezó a sonar a todo volumen como acostumbrábamos. Acomodó su cabeza en mi pecho y cruzó su brazo alrededor de mi cintura devolviéndome el abrazo. Cerré los ojos imaginándome que no intentaba hacerlo olvidar del rechazo, sino que se trataba de mi novio, que solo nos alejamos de la fiesta para estar juntos.

***

Desperté sintiendo a Sally presionarse contra mi pecho. Abrí los ojos desorientado, no sabía cuándo me había quedado dormido. El sol se filtraba a través de una pequeña abertura en la cortina. Noté que había alguien en la cama de Sally, no tardé en identificarla, era Ash. ¿No habíamos cerrado la puerta? No lo recordaba, tampoco recordaba sentir a Sal levantarse. Lo miré, parecía completamente dormido. Me separé con sumo cuidado, me levanté y miré a Ash, también parecía dormida. Decidí tomar algo de ropa e ir al baño. Me di una ducha rápida y me paré frente al espejo, inspeccioné mi cara, apenas podía ver una sombra de una pequeña barba que empezaba a crecer. Decidí no afeitarme, vestirme y volver a la habitación. Sally seguía dormido, pero Ash ya estaba despierta, se levantó alisando su cabello con los dedos y se acercó a mí.

—Espérame en la cocina, me gustaría que habláramos.

Dicho eso, salió de la habitación. Miré a Sally unos segundos antes de cerrar la puerta e ir a la cocina. Preparé un poco de café para los dos y la esperé. La casa era un desastre, había botellas, latas, vasos y comida desperdigados por todos lados. Parecía que había pasado un tornado por la casa. No pasó mucho hasta que Ash apareció. Serví el café y le extendí una de las tazas.

—¿Sally se sentía mal? —Asentí—. Fue por mi culpa, ¿verdad?

—Estaba ilusionado contigo.

—Lo sé. —Suspiró—. Me siento mal por él. También me gusta, ¿sabes? Pero no quiero atarlo a una relación a distancia que podría no funcionar.

Tomé un sorbo de café sin saber qué decir.

—Al menos te tiene a ti. He visto que no lo soltaste en toda la noche.

—Es mi mejor amigo, Ash, quiero estar para él.

La miré, ella sonrió.

—Eres un buen amigo, Larry. Cuídalo, ¿sí?

—Sabes que lo haré. —Le sonreí—. ¿Cuándo te irás?

—En la tarde.

—¿Tan pronto?

—Temo poner más triste a Sally si me quedo aquí. Además, tengo algunos asuntos que arreglar.

—Te has vuelto una mujer muy ocupada, Ash.

Soltó una risita. Tomamos el resto del café poniéndonos al día. Mientras ella hablaba alegremente de la universidad, yo no podía dejar de pensar en Sally, en cuanto me gustaría que ella también supiera lo que sentía por él, era mi amiga después de todo, pero podría lastimarla. Tomé el último sorbo de mi café y dejé la taza en la mesada. Tal vez le alegrara saber que Sally tendría a alguien que lo amaba para cuidarlo.

—Ash, ¿te puedo contar algo? 

**

Muy buenas~ acá traigo el nuevo capítulo. Larry me parece uno de los personajes más fieles a sus amigos, sobre todo con Sally, no solo porque le gusta (al menos en este universo jajaja), sino porque es un muy buen amigo. ¿Ustedes qué piensan? ¿Y cómo creen que reaccionará Ash cuando se entere que Larry sería su competencia ahora? Si les está gustando, por favor voten, comenten y compartan, todo apoyo se les agradece muchísimo. 

Detrás de la máscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora