Capítulo diecisiete

1.8K 103 72
                                    

Larry

Cuando vi a Sally salir al jardín con Ash, entendí que todo había terminado entre nosotros, o al menos eso que habíamos tenido por un par de meses. Tomé de un solo trago mi cerveza y busqué otra. Iba a tener que apresurarme para hacerme a la idea de no verlo más como una pareja. Después de abrir otra cerveza, encendí un cigarrillo y le di una calada. Esperaba que el humo y el alcohol se llevaran todos mis sentimientos, que los hicieran desaparecer sin dejar un solo rastro en mi cuerpo. Que desaparecieran de mi memoria los meses que habíamos estado juntos. Vi a Ash entrar unos momentos después, me guiñó un ojo sonriéndome, no sabía si se regodeaba de lo que acababa de perder o había algo más detrás del gesto. Solté un suspiro, exprimiendo la cerveza hasta la última gota. Algo me decía que sería una larga noche. Quería terminarla lo antes posible, inconsciente por culpa del alcohol. De repente, me quitaron el cigarrillo de la mano, me giré para reclamar, pero las palabras se atoraron en mi garganta al ver que era Sally. Traía la máscara en una mano y el cigarrillo en la otra. Me sonrió soltándome el humo en la cara.

—¿Te aburres?

—Sally, si vienes a con...

—Quiero que vengas conmigo —me interrumpió—. No pongas esa cara, Larry, quiero que pasemos un rato a solas.

Ni siquiera pude negarme, él me agarró de la mano y me llevó hasta el cuarto. Me pidió que me sentara en la cama, luego se sentó a mi lado llevándose mi cigarrillo de nuevo a la boca.

—Me tienes para ti completamente ahora —dijo.

—No estoy seguro que quiera eso.

Se giró hacia mí, pareció comprender que ya sabía lo que había pasado con Ash. Apagó el cigarrillo en el cenicero, se acomodó en la cama y se quitó completamente la máscara antes de acercarse a mí.

—¿Estás seguro que no quieres?

Miré sus labios, acortando la distancia un poco en un movimiento traicionero. Parecía que todo su cuerpo tenía un imán para mí, pero no dejé que este me atrapara por una vez, me alejé de nuevo sintiendo vergüenza de lo que pensaba hacer. Al menos esa era la idea hasta que él tomó mis mejillas para besarme. Por unos instantes me quedé en blanco, ni siquiera sabía cómo debía seguir su ritmo.

—¿Qué pasa, Larry? —preguntó separándose un poco de mí.

—No entiendo nada, Sally. ¿Qué es esto? ¿Una despedida?

—Al contrario, Larry. Sabes que quería estar seguro de lo que siento antes de hacer algo contigo.

—¿Qué quieres decir?

—Que eres tonto. —Una sonrisa burlona curvó sus labios—. Estoy seguro que quiero quedarme contigo.

—¿De verdad?

—¿Estaría aquí si no lo fuera? —Se sentó en mis piernas rodeando mi cuello con sus brazos—. Me has pedido algo hace días, ¿qué tal si aprovechamos esta noche?

Me quedé en blanco por unos instantes, tenía que procesar mucho en poco tiempo, Sally estaba diciéndome que se quedaba conmigo y que, además, quería que nos acostásemos ahora. ¿Estaba acaso en un sueño? No sería la primera vez que tenía uno tan vívido como este. De repente, un beso hizo que todo en mi cabeza se borrara por completo. Esta vez le correspondí como no lo había hecho antes. Llevé una de mis manos a su cintura, mientras llevaba la otra a su nuca, enredando los dedos en su cabello. Lo presioné contra mi cuerpo, sin dejar ni un milímetro de separación entre nosotros, casi como si quisiera con nos fundiéramos en uno solo. Metió la lengua en mi boca intensificando el beso. No tardamos en quedamos sin aliento, me separé de sus labios para centrarme en su cuello, besándolo, mordiéndolo y marcándolo a mi gusto. Sus suspiros y leves gemidos no se hicieron esperar, acompañados de pequeños movimientos por su parte que provocaban leves roces en nuestras entrepiernas.

Detrás de la máscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora