Capítulo diez

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Sally

Hacía semanas que no podía dejar de pensar en la fiesta y todo lo que había ocurrido aquí, en la habitación que ocupaba ahora mismo. Me giré, ya era de día, pero Larry parecía no tener intenciones de levantarse. Tampoco lo culpaba, nos habíamos dormido bastante tarde jugando videojuegos. Desde la noche que se me declaró, las cosas habían vuelto a la normalidad, al menos en cuanto a nuestra relación. Él volvió a estar animado como siempre. Por mi parte, me sentía un poco raro desde entonces. Imaginé que era por su declaración, nunca había pasado por esto antes. Miré el techo iluminado por el reflejo de la luz del sol en el suelo. Decidí levantarme, tomar algo de ropa e ir al baño para asearme. Cuando salí, Gizmo me maulló, me agaché y acaricié su cabeza antes de ir a la cocina. Todd y Neil estaban desayunando juntos en la mesa, me saludaron distraídamente antes de volver a su conversación, los saludé con la mano de la misma manera, fui hasta la alacena y saqué comida para cargar el plato de Gizmo. Él me maulló antes de empezar a comer. Me serví lo que quedaba de huevo revuelto que habían preparado y me senté con ellos a desayunar.

—Anoche se quedaron hasta la madrugada jugando, ¿verdad? —me preguntó Todd.

—Sí, queríamos terminar el juego de una vez.

—¿Cómo van las cosas ahora? Ya pasaron unos días desde que Larry te dijo que le gustabas.

—Las cosas van como siempre. Parece que no podemos dejar de ser amigos, pase lo que pase.

—Me alegra que sea así. Larry siempre parecía triste antes de declararse, ahora parece estar más tranquilo —dijo Neil.

—Sobre todo por saber que no lo odias —acotó su novio.

Quise preguntar sobre él en ese tiempo, pero, en ese momento, lo escuché balbucear algo parecido a un "buenos días" desde el pasillo. Apenas nos prestó atención, fue directo a la cafetera para servirse una taza. Lo miré mientras se sentaba al lado de Neil, tenía el cabello completamente despeinado y cara de dormido todavía. Miraba la mesa como si todavía estuviera en un sueño. Tomó un sorbo del café y me miró, al principio con tanta seriedad que asustaba, pero, después, me dedicó una de sus sonrisitas bobas. Me quedé examinándolo con la mirada, sentía que algo había cambiado, pero no entendía qué había sido.

—Sally, ¿qué te sucede? —dijo Todd poniéndome una mano en el hombro—. ¿Estás con nosotros?

—Sí, lo siento. —Me apresuré a terminar de comer y levantarme—. Creo que voy a salir un rato.

Fui hasta el cuarto, agarré mi celular y salí de la casa. Caminé directamente a la casa del árbol y subí. Me senté en una esquina junto a la ventana y miré hacia afuera sin mucho que hacer. Tendría que haber traído mi guitarra en lugar de mi celular, podría entretenerme un poco así. Solté un suspiro pesado, ni siquiera sabía por qué había venido, no había pasado absolutamente nada, pero sentía que tenía que alejarme un poco de ellos, del amor acaramelado de Todd y Neil, del rostro esperanzado de Larry al verlos juntos.

—Sally, amigo, ¿te encuentras bien?

Pegué un respingo cuando escuché la voz de Larry, me giré para mirarlo, se acercó a mí y se recostó ligeramente contra el alfeizar de la ventana.

—¿Quieres hablar?

Bajé la mirada unos segundos sin saber qué decirle. Ni siquiera yo sabía qué era lo que pasaba. Algo era distinto, pero no estaba muy seguro de qué era. Me mordí el labio agradeciendo tener la prótesis para ocultar mi rostro.

—No —dije finalmente—, pero quédate, ¿sí?

Él me sonrió asintiendo. Sacó algo de su bolsillo y me lo mostró, era nuestra vieja Game Boy. Me hizo una seña, se apartó de la ventana para ir hasta el puff que estaba del otro lado de la casa del árbol, se desplomó e hizo una seña con la mano. Me acerqué a él y me senté en sus piernas como siempre. Encendió la consola y pasó sus manos hacia el frente para dejame ver la pantalla. Me acomodé contra su pecho, intenté centrarme en el juego, pero no podía. Empezaba a sentirme un poco incómodo a pesar de haber estado así más de una vez. De hecho, no estaba incómodo, era otro tipo de sentimiento. Pasé mis dedos por su brazo suavemente haciéndolo soltar una risita. Le daba cosquillas. Volví a hacerlo, se rio de nuevo y soltó la Game Boy para tomar mi mano. Su mano era el doble que la mía, se veía más fuerte, me hacía sentir pequeño, pero protegido. Me acomodé de nuevo, esta vez poniéndome de costado para dejar la cabeza en su pecho.

—¿Sally?

—¿Me abrazas?

Se quedó inmóvil unos instantes, dejó la consola en el suelo y me abrazó con cierta fuerza. Cerré los ojos aferrándome a él, como si temiera que me soltara. No entendía qué era lo que me sucedía, pero ahora, las cosas estaban calmas en mi cabeza gracias a Larry. 

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Muy buenas~ acá traigo el nuevo capítulo. Recuerdo que este fanfic se actualiza de forma irregular. Empecé un nuevo trabajo, que se suma al que ya tenía, a la escritura y a los estudios, tengo muy poco tiempo físico. Por suerte, en poco se termina el cuatrimestre y voy a tener más tiempo para escribir. Si les está gustando, por favor voten, comenten y compartan, todo apoyo se les agradece muchísimo.

Detrás de la máscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora