Capítulo diecinueve (final)

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Larry

Miré a Sally, seguía con mi camiseta puesta y parecía no querer sacársela. Me acerqué a él mientras preparaba el almuerzo, los chicos habían decidido llevar a Ash a dar una vuelta, dejándonos completamente solos, pensé en aprovechar estos momentos, sabía que, luego, estar a solas sería un poco más complicado, sin Ash en casa, Todd y Neil se la pasarían aquí molestándonos. Tomé de la cintura a Sal, lo alcé y lo puse sobre la mesada, me dirigió una mirada inquisitiva. Le quité la máscara y lo observé con una sonrisita en el rostro antes de besarlo. Él correspondió rodeando mi cuello con sus brazos, por mi parte, deslicé las manos por debajo de su camiseta, llevándola lentamente hasta su cintura. Luego las deslicé con suavidad hasta su espalda, acercándolo más a mí. Sus piernas cruzaron mi cintura, mientras se separaba de mí para mirarme con una sonrisita curvándole los labios.

—Sigo sin poder creerme esto.

—Pasamos meses así, Larry, ¿por qué no lo crees?

—Porque, hasta anoche, estabas confundido.

—Creeme, cuando estabas tan cerca de mí, estaba seguro que no quería que te alejaras de nuevo.

Posó sus manos en mis mejillas apretándolas, soltó una risita boba antes de volver a besarme. Esta vez, metió su lengua en mi boca. Lo acerqué más a mí, pegándolo a mi cuerpo lo más que podía.

—¿Pueden ir al cuarto? No necesitamos confirmar que están juntos.

Me separé automáticamente al escuchar la voz de Todd y las risitas de Neil y Ash de fondo. Solté un pequeño suspiro mientras bajaba a Sal de la mesada. Él volvió a centrarse en el almuerzo, nuestros amigos, después de dejarnos un par de botellas de cerveza que habían comprado cuando volvían, nos dejaron solos nuevamente. Abrí una de las botellas y tomé un sorbo. De repente, Sally soltó una risita, apagando el fuego y sirviendo la comida, lo miré sin entender, pero él no daba ninguna explicación.

—¿Por qué te ríes?

—Por lo que ha dicho Todd. Creo que sí deberíamos ir al cuarto.

Me acerqué a él por la espalda de nuevo, pasando una de mis manos por su cintura y pegando mis labios a su oreja.

—Creo que quieres otra cosa de almuerzo.

—Tal vez, pero ahora de verdad quiero comer algo.

Los dos nos reímos esta vez. Él decidió llevar los platos a nuestra habitación, mientras yo llevaba las cervezas. Nos sentamos en el suelo usando mi cama como respaldo. Almorzamos hablando de banalidades, parecía que nuestra relación no había cambiado en absoluto. Parecíamos los mismos amigos de siempre, al menos hasta que recordaba que podía besarlo todo lo que quisiera. Nos pasamos la tarde ahí, hablando y jugueteando como un par de idiotas. Besándonos cuando nos encontrábamos lo suficientemente cerca. Molestándonos el resto del tiempo. Luego, cuando la noche empezó a caer, decidimos ir al lago Wendigo. La noche era perfecta, a pesar del frío que se sentía hacía unas horas ya. Con una linterna y de la mano, atravesamos el bosque hasta llegar al lugar junto al árbol al que siempre veníamos para disfrutar del tiempo a solas. Me senté contra el árbol y él en mi regazo. Le rodeé la cintura abrazándolo a mí. Cerré los ojos sintiendo el aire fresco que se mezclaba con el perfume de Sally, era un momento perfecto. Sentí sus manos posarse sobre las mías, las acarició unos instantes antes de separar mis manos de él y entrelazar nuestros dedos. Sonreí hundiendo la cara ligeramente en su hombro. Respiré profundo. Llené mis pulmones de su perfume. Quería que esto durara para siempre, que nos quedáramos así por toda la eternidad si era posible. Podía vivir así toda mi vida sin dudarlo. Estaba demasiado enamorado de él. Entonces, recordé algo que había pensado cuando las cosas entre Sally y yo empezaron.

—Oye, Sal —dije aún con el rostro en su hombro.

—Dime.

—¿Quieres ser mi novio?

Un silencio se formó entre nosotros haciendo que me pusiera un poco nervioso. Él se deshizo de mi agarre, se separó y se giró hacia mí obligándome a mirarlo. Tenía la máscara puesta, no podía ver su expresión, pero podía sentir sus ojos sobre mí. Llevó sus manos hacia su nuca, desabrochó la prótesis y la retiró, solo así pude ver su amplia sonrisa.

—Creí que habías dado por hecho que me quedaría contigo. —Sonrió—. Claro que quiero, Larry.

Posó sus manos en mis mejillas y unió nuestros labios en un beso que podría haber durado toda la eternidad. Todos los miedos que había sentido hasta anoche, desaparecieron por completo de mi mente. Era como un sueño lo que sucedía, pero no quería despertar de él. Después de tanto tiempo, podía llamarlo novio formalmente. Podía besarlo y expresarle mi amor sin miedo a su rechazo.

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Muy buenas~ acá traigo el último capítulo de este fanfic. Quiero agradecerles infinitamente por acompañarme en esta historia. Nuestros protas la pasaron mal en su momento, pero, por fin, obtienen un final feliz. Me gustaría pedirles disculpas por la demora en la actualización, como ya sabrán (lo comenté en algún capítulo anterior) estaba escribiendo una novela y, debido al tiempo que me llevaba desarrollarala, decidí darle prioridad, sin olvidar esta historia, por supuesto. La verdad, me gustó muchísimo escribir con Sally y Larry como protagonistas, son personajes muy queribles dentro y fuera del juego. En fin, les agradezco muchísimo por acompañarme, por apoyarme en este pequeño relato, me hicieron muy, pero muy feliz con sus comentarios, amé leerlos en cada capítulo. Si les gustó, por favor voten, comenten y compartan, todo apoyo se les agradece muchísimo.  

Detrás de la máscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora