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Desde hace varios días que habían camiones de mudanza frente a la casa que estaba junto a la de la banda. Todos lo habían notado, a excepción al de trenzas negras; ya que el estaba tan ocupado en sus cosas, que ni siquiera le prestaba atención a lo que pasaba a su alrededor.

Ese mismo día, cuando Tom fué obligado por Gustav a que saque la basura, notó como la puerta, de la ahora habitada casa de al lado, era abierta, dejando ver a una hermosa joven. Ella rápidamente llamó la atención de Tom, éste sonrió de lado, tiró la bolsa que llevaba en la mano en el cesto de basura, sin despegar la mirada de la chica.

Por otro lado, ella se colocó sus audifonos antes de cerrar con llave la puerta, colocó su skate en el suelo y se subió, impulsandose con uno de sus pies. Pasó junto a Tom, ignorándolo completamente, él rió para si mismo, pensando en que la siguiente vez que la vea, seguramente la tendría encima suya... Oh Tom... Querido y dulce Tom...

(...)

Lana ya se encontraba en su casa, aún seguía desamueblada, había un colchón en la sala junto a una television en el suelo, pero también lo más importante para ella, su caballete junto a un enorme lienzo.

Ella llevaba puesto un delantál blanco que estaba cubierto por manchas de pinturas ya algo antiguas, junto a unos jeans casi igual de manchados y una camiseta sin mangas blanca... La cual también estaba sucia ¿Que artista no ensucia su ropa?

El timbre de la puerta principal hizo que dé una pincelada del susto. Maldijo para si misma, mientras se limpiaba las manos en su delantál. Abrió la puerta de mala gana, encontrándose con un alto azabache que vestía ropas llamativas, él le sonrió amablemente, ella alzó una ceja, y habló.

– ¿Se te ofrece algo? — A decir verdad, ella no era la persona mas sociable del mundo. El azabache le extendió su mano, aún sonriendo.

– Solo pasaba a saludar a la vecina nueva. Vivo junto a ti, con a mi hermano y dos amigos. — Él le extendió un plato con trozos de brownie. Lana lo miró y luego al plato, aceptandolo dudosamente mientras correspondía su apretón de manos.

– Gracias. — Antes de que pudiera cerrar la puerta, el azabache puso su pie entre la puerta y marco de ésta, mientras sonreía. – ¿Algo más? — Preguntó ella, el hombre rió levemente.

– Bill. — Soltó él. Ella asintió, y volvió a tratar de cerrar la puerta, la chica dejó escapar un suspiro. – No me conoces, ¿O me equivoco? — Lana lo miró confundida.

Ella sabía que ese barrio era algo exclusivo, mejor dicho privado; había que pasar una reja con guardias para entrar, y todo; pero aún así, ¿quién se creía él? Ella negó con la cabeza.

– ¿Debería? — Lana no tenía el mejor carácter, pero trataba de sonar lo más amable que podía.

– Mhn, no necesariamente... De hecho, es mejor así. — Bill volvió a sonreír; la rubia estaba tan confundida, la curiosidad invadió su cabeza.

¿Acaso ahora era vecina de un grupo de raros?

– Prefiero ahorrar mis preguntas, gracias por los brownies, de nuevo. — El azabache por fin quitó su pie y Lana finalmente cerró la puerta. Bill rápidamente se arrepintió, no le había preguntado su nombre.

Ella apoyó la espalda contra la puerta, suspiró mientras miraba al suelo, se dió cuenta de sus pintas; estaba algo avergonzada de que su vecino la haya visto así, pero rápidamente se le quitó la vergüenza al recordar la apariencia del susodicho.

– Bill... — Susurró para ella misma.

Dejó los brownies sobre la mesa, y tomó uno. Al probarlo, rápidamente sonrió, amaba las cosas dulces. Dejó el resto del brownie sobre la mesa y volvió a su pintura. Suspiró al ver la pincelada que había hecho accidentalmente al asustarse cuando escuchó el timbre, tomó una gran brocha y la sumergió en pintura blanca, empezando a pintar todo el lienzo para empezar de nuevo, era una perfeccionista. Si hacía al menos una pincelada erronea, volvía a hacer todo el cuadro de nuevo, se sentía algo inspirada, así que no le importó mucho "destruir" su pintura.

(...)

Poco a poco, personas iban llegando a la casa de al lado de la de Lana, ella se encontraba sentada en el porche fumando, veía gente entrar y salir de esa casa. Pudo notar como un auto lujoso se destacaba, las personas abrían paso para que el auto pudiera pasar. Logró ver como un alto hombre de trenzas de un tono azabache salía de dentro del auto. A la rubia le resultaba familiar; tomó una calada de su cigarrillo, mientras apoyaba su barbilla en la palma de su mano.

El hombre abrió la puerta del copiloto, dejando ver a una hermosa mujer rubia, llevaba un vestido negro ajustado que no dejaba mucho a la imaginación. Lana silbó para ella misma, el tipico silbido que los albaniles le dan a las mujeres hermosas, tenía que admitir que ella era su tipo, al fin y al cabo, a Lana le gustaban mujeres y hombres por igual.

Inconscientemente, Tom miró hacia la casa de la artista, y al verla, rápidamente soltó la mano de la mujer que había ayudado a salir de su auto, cerró la puerta y empezó a caminar en dirección a Lana.

– ¿A dónde mierda estás yendo? — Preguntó la chica rubia, él solo hizo un gesto con la mano, indicándole que entrara a la casa. Ésta solo suspiró molesta y caminó de mala gana hacia la fiesta.

Lana se quedó mirando al cielo, apreciando la luz de la luna, pudo sentir como alguien se sentaba a su lado, bajó la vista, encontrándose con la penetrante mirada de Tom, ella alzó una ceja, él la miraba de arriba a abajo mientras jugaba descaradamente con el piercing que tenía en el labio.

– ¿Y tú eres? — Preguntó ella con un leve tono sarcástico mientras le daba una calada a su cigarrillo, él sonrió de lado.

– Ya deberías conocerme, hermosa. — Tom acomodó uno de los mechones del cabello de Lana detrás de su oreja, acercando su rostro al de ella. Lana contuvo la risa, expulsando el humo de su cigarrillo en su cara, el de trenzas cerró sus ojos al sentir el humo en su rostro. La rubia se paró mientras apretaba sus labios, para que no se le saliera una carcajada.

– Disfruta de tu fiesta. — Antes de que él siquiera pudiera tomar su muñeca para que siguieran hablando, Lana entró a su casa. Tom solo pudo observar como las luces de la casa de la artista se apagaban, suspiró mientras sentía como su pantalón le apretaba, se levantó de mala gana, acomodándo su camiseta para que nadie notara su "problema", buscó con la vista a la rubia con la que había llegado, se estaba besando con alguien más, apresuró el paso y la tomó de la muñeca.

– ¿Ahora si tienes tiempo para mi? — Preguntó sarcásticamente, Tom solo la arrastró hasta el baño, cerrando con seguro. La rubia rió levemente mientras veía como el más alto le quitaba desesperadamente la ropa.

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Ya había subido esta historia en mi otra cuenta pero bno, disculpen si hay errores kkk

Sorry, Who are you? - TOM KAULITZ (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora