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Sábado 8:37p.m

Por fin había llegado el día, o mejor dicho la hora, había sido un día cahótico, por no decir nada, Lana le dijo a Tom que podían suspender la salida, ya que el gemelo no se encontraba en el mejor estado, pero él insistió, no quería perder ésta oportunidad de estar con ella, Lana optó por ponerse algo que usaría normalmente, debido a que no sabía a dónde Tom la iba a llevar esa noche.

Se puso algo de rimel, delineador y algo de gloss, vestía una camisa negra algo transparente de mangas cortas, con la parte del estómago abierta, dejando ver su piercing en el ombligo, junto con unos jeans azules oscuros acampanados en la parte de abajo de la rodilla, el ruido de la puerta siendo golpeada la sacó de sus pensamientos, fué rápidamente a abrir ésta, encontrándose con un sonriente Tom, el cuál tenía una rosa azúl en las manos, la rubia sonrió ante ese lindo gesto.

- Te ves... Sexy - dijo el de trenzas embozando una sonrisa coqueta, Lana suspiró, su comportamiento no había cambiado...

- Vámonos antes de que me arrepienta - Lana tomó la rosa de mala gana mientras empezaba a caminar hacia el auto de Tom, éste aceleró el paso para abrirle la puerta, una vez dentro del auto, ella lo miró con curiosidad - A dónde iremos? - el de trenzas volvió a sonreir mientras veía fijamente la carretera.

- Es una sorpresa, hoy serás toda una consentida, rubia - ella solo se recostó en su asiento, mirándolo de reojo levemente, su ropa no tenía nada en especial, pero se seguía viendo bien, jeans al menos dos talles más grandes que la suya, una camiseta también grande y unos tenis que seguramente eran ridículamente caros, junto con esa tela que siempre llevaba en la frente, se veía muy atractivo. Desbió su mirada antes de que empezara a pensar otro tipo de cosas. Lana observó a los transeúntes mientras un cómodo silencio estaba presente, Tom la miró de reojo, sonrió al verla, era simplemente hermosa...

Ya estaban bastante alejados de la ciudad, Lana pudo ver el mar - Me matarás y luego me arrojarás al mar, eh? -Tom soltó una carcajada negando con la cabeza.

- Lo tendré en mente - bromeó el gemelo - Pero tengo otras ideas en mente, te gustará - la rubia lo miró con los ojos entrecerrados, tratando de pensar en qué harían.

Al cabo de unos minutos, Tom estacionó frente a un restaurante, el cuál daba vista al mar. Un hombre de traje le abrió la puerta a Lana, ésta bajó con un poco de desconfianza.

- Señor Kaulitz, es un placer tenerlo aquí una vez más - habló el hombre, el de trenzas le ofreció su brazo derecho a la rubia, ella lo miró de reojo y empezó a caminar detrás del hombre, el cuál los estaba guiando dentro del restaurante, Tom sonrió y aceleró el paso hasta quedarse junto a Lana, el hombre los guió hasta una mesa algo alejada del resto, todas las personas que estaba allí llevaban vestidos elegantes o iban de traje, los únicos "mal vestidos" eran ellos dos, la rubia no pudo evitar sentir las miradas juzgadoras que las personas les daban, suspiró y se sentó en la mesa que les asignaron.

- Solo están celosos - Lana volteó a verlo, éste tenía su mirada fija en el menú, la rubia sonrió levemente mientras miraba el menú - Pide lo que quieras, yo pagaré — ella solo asintió, luego de pedir la comida, las voces de las personas alrededor eran lo único que escuchaban, ningúno tenía el coraje de sacar tema de conversación, hasta que Lana finalmente habló.

- Trajiste a muchas chicas aquí? - Tom dudó por un momento, pero prefirió ser honesto.

- Solo a la banda... Y a mi e... Hermano - la rubia no estuvo completamente segura con su respuesta, pero decidió ignorarlo.

- Por qué me quisiste invitar a salir? - preguntó mientras tomaba un sorbo de agua.

- Porque me gustas - Lana se ahogó con el agua, toció un par de veces y miró a Tom con una ceja alzada.

- Como dices?.

- Me gustas, es algo malo? - el de trenzas tenía una sonrisa coqueta adornando su rostro, ella negó con la caebeza.

- No... Pero es algo raro - ella hizo una pausa mientras Tom la miraba atentamente, aún con esa característica sonrisa que siempre le regalaba a Lana - Seguramente es solo un capricho tuyo, luego de ésto, nuestra relación solo será laboral - el gemelo sintió un nudo en la garganta, dejándo de sonreír, pero rápidamente tomó la mano de Lana, sorprendiéndola.

- No eres un capricho... Tengo que admitir que primero solo quería... Ya sabes, pero éstos últimos días solo quiero estar junto a ti, eres tan apasionada con lo que haces, hermosa, tu personalidad es increíble, como tu... - la rubia suspiró y se safó del agarre de Tom, parándose de la mesa.

- No tengo tiempo para éstas cosas - murmuró, el de trenzas la tomó de la muñeca antes de que se fuera.

- Por qué me rechazas tanto? No sé qué tengo que hacer para que aceptes, así que por favor, dímelo - dijo él, en tono de súplica.

- Mierda... - susurró para ella misma mientras se sentaba nuevamente, lo miró a los ojos y apretó los labios antes de empezar a hablar - Aún sigo creyendo que es un capricho tuyo - antes de que Tom la interrumpa, ella volvió a hablar - Pero... Quizás podemos "intentarlo" - hizo comillas con sus dedos, el gemelo no lo pensó dos veces y le dió un abrazo, agarrándola de la cintura, casi hacíendo que ambos se caigan al suelo, ella sonrió levemente mientras le daba palmaditas en la espalda, parecía un adolescente descubriendo lo que era el amor...

- Gracias, rubia - susurró en su oído, dándole un beso en la mejilla, ella soltó una carcajada, cuándo Tom se separó de ella, su rostro estaba a centímetros del suyo, no despegaba la vista de sus labios, quería quitarle el gloss que traía.

- Lamento interrumpirlos, pero aquí está su comida - la voz del camarero no evitó que el gemelo se separara de Lana, quería tenerla cerca suyo siempre.

- Ya puedes soltarme - dijo la rubia mientras veía como el camarero ponía la comida sobre la mesa, Tom negó con la cabeza mientras hundía su rostro en el hombro de la chica, ésta le dió un zape en la cabeza, provocando que la volteara a mirar con el ceño fruncido, bufó y se acomodó en su asiento, empezando a comer en silencio junto a Lana. No podía ocultar su felicidad, no dejaba de sonreír - Si me sigues mirando así harás que me desgaste.

- Déjame verte para siempre - Lana rió ante sus palabras, no sabía todo lo que había desatado en el, y todas las cosas que le iban a pasar a partir de ahora...

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por fin lana se dejó gracias a dios (en realida a mi)

Sorry, Who are you? - TOM KAULITZ (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora