Su piel se sentía fría, había un fuerte viento que se colaba entre sus cálidas ropas, y sus pies estaban algo descubiertos, quizás debería buscar alguna medias peludas, pero nada de eso importaba. Porque ella acababa de ser transportada a una novela, con hombres precioso, heroínas con gustos cuestionables y a una época con gran opresión hacia la mujer.
— Eres demasiado impulsiva — le reprocho el gato — ¡suéltame niña! ¡Deja de girar! — Sin importar lo que decía, sora estaba en una nube de alegría de la cual no pretendía bajar pronto — Porque me arrastraste a esto? ¡Yo solo te estaba ayudando o cumplir con tu tonto deseo! — Maulló fuertemente poniendo sus patas en el rostro de la chica estúpida.
— ¡Y lo hiciste! Gracias — Dejó de girar y volvió a tratar de besar al gato, siendo detenida por el mismo — Dejame darte amor, si? — lo apretó en su cara sin importarle que se llenara de pelos — ¡Gracias terrorífico gato de la ventana! Dejate amar
—¡No! niña necia— Le mordió un dedo provocando que lo soltara de golpe y este cayera de pie — No hay tiempo para festejar, me has metido en un gran problema, ¿que le diré a mis superiores? No puedo estar en este mundo contigo – Se sentó en el suelo cruzando sus patas delanteras en su pecho, notablemente molesto.
— No pienses en eso — acaricio su cabeza peluda ignorando sus bufidos — Ahora estamos aquí, ya no hay nada que hacer — el gato le gruño molesto — además, está nevan—
—¡SORA! —- el grito potente de una mujer los sacó de su conversación — Ven aquí — ella se volteó viendo la “pequeña” figura femenina que la llamaba a la distancia, en la entrada de una gran casa, hecha de ladrillos con ventanas de madera sin vidrio, de tres pisos y lo que parecía un pequeño ático, además de tener un gigantesco lote con “pequeños” establo seguramente lleno de animales.
Y eso era todo lo que Sora podía ver desde fuera.
La casa es espectacular, a diferencia del pequeño apartamento en el que vivía con su familia. Ese lugar estaba sonado, además la señora que la llamaba lucia amable quizas deberia ir a ver que quiere.
— ¿Qué esperas? — El gata peludo comenzó a caminar en dirección a la señora — Tu nueva familia espera por ti para poder desayunar —- De un salto, se paró encima de una cerca de piedra que separaba la casa y el lote de otras. Aunque la distancia entre casas era asombrosa, casi podía jurar que solo tenía dos vecinos, las únicas dos casas visibles.
A todo esto, ¿desayunar? Eran como las cinco de la mañana, ¿quién come a esa hora?
— Deja de pensar y camina — El gato ya alejado a una distancia considerable — Mientras tanto te explicare algunas cosas, que me hubiera encantado ver descubrir a la mala, jeje — Lo único que Sora quería saber era, como un gato podría tener un trasero tan elegante?
Era algo que valía la pena mirar.
Corrió un poco para llegar donde el gato y después caminó con sus brazos en la espalda.
— Entonces, estoy en la novela? — Pregunto ladeando su cabeza
— No, está en el pasado, donde esa mujer que te llamo espera para forzarte a casarte con tu vecino y tengas cuatro hijos — la voz tan seca y directa casi hacen que Sora se lo crea — Es un chiste — dijo al ver el rostro pálido de la chica — Es tu madre de este mundo.
— Ah, si si un chiste — “Gato pendejo, casi me orino del susto” — ¿Entonces si estoy en la novela?
— ¿No vas a preguntar otra cosa? ¿Cómo es esa mujer?, ¿dónde voy a vivir? o ¿cómo funcionan las cosas en este mundo?, ¿dónde están los chicos y la heroína? — El gato se pregunta si realmente en dos anos esa idiota iba a ser algun progreso
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Yo quiero el harem.
Teen FictionElla no anhela la gloria, ni el respeto del pueblo, ni el poder que trae consigo la riqueza o el estatus. Ella quiere lo que la heroína tiene: cada uno de los hombres que la siguen. Desea amarlos, cuidarlos, besarlos, poseerlos, dominarlos, y hacerl...