Capítulo 18

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El gato se estiraba perezosamente sobre un sofá destartalado, sus movimientos llenos de indiferencia, mientras Sora caminaba de un lado a otro, presa de una ansiedad que no podía ocultar. Aunque el gato demonio nunca había sido alguien razonable—ni siquiera podía considerarse una persona, al menos no en el sentido convencional—en ese momento era lo más parecido a una conciencia que Sora tenía a su lado, una muy mala. Y por mucho que le molestara admitirlo, su presencia ayudaba a que no perdiera completamente la cordura.

—Más o menos—murmuró para sí misma, soltando un suspiro nervioso mientras continuaba con su ir y venir por la habitación. —¡¿Qué se supone que voy a decir?! —gritó con la voz un tanto aguda por la tensión. La reunión se avecinaba rápidamente, y Nagoyuki no había sido sutil al recordarle que habría preguntas difíciles que responder. Todos estaban esperando una explicación, pero ella no tenía ni idea de cómo afrontar la situación sin delatarse.

El gato bostezó perezosamente, mostrando sus colmillos afilados antes de cerrar los ojos con despreocupación. —No lo sé —respondió con total apatía—. Y, honestamente, no me importa. —Sus palabras fueron arrastradas y vacías de emoción, como si la crisis de Sora fuera más que una molestia en su plácido día.

Sora se detuvo abruptamente, sus ojos clavándose en el gato con incredulidad. —¡¿Cómo que no te importa?! —exclamó—. ¡Estoy a punto de ser descubierta! Si ellos llegan a averiguar que vengo de otro mundo, ¡todo podría cambiar! —Se llevó las manos a la cabeza, como si ese gesto pudiera evitar que su mente explotara por el estrés.

"Exagerada" pensó gruñendo un poco.

El gato ni siquiera se molestó en abrir completamente los ojos. —Mira, yo no soy el que está en problemas —respondió con calma—. Lo que pasa contigo no afecta mi inmortalidad... en lo más mínimo. —Se estiró aún más, sus garras rasgando suavemente el tejido del sofá antes de acomodarse de nuevo—. Pero, si tanto insistes... tal vez solo deberías confesarles una parte. No tienes que decirles la verdad completa.

Sora se quedó en silencio un momento, masticando la idea. —¿Y qué se supone que debo decir? —preguntó, sin molestarse en ocultar su sarcasmo—. ¿Que puedo ver el futuro? —rio amargamente—. Claro, eso no suena para nada ridículo.

El gato abrió un ojo, observándola con desdén. —Comparado con que eres de otro mundo, es mucho más fácil de tragar —replicó con lógica —. En este mundo, la gente puede nacer con habilidades extrañas, y al menos les darás una explicación para todas las cosas que sabes. —Se rascó perezosamente una oreja antes de continuar—. Además, lo de tu cabello... ya es algo que llama la atención. Solo tienes que adornar la verdad un poco.

Sora lo miró fijamente, sintiendo cómo sus pensamientos se acomodaban alrededor de la idea. El plan era ridículo en sí, pero tenía algo de sentido. Decir que podía ver el futuro, al menos les daría una razón para justificar lo mucho que sabía, sin que tuvieran que sospechar de algo mucho más complicado.

—No está tan mal... —murmuró, casi sin darse cuenta de que lo decía en voz alta. Luego, levantó la cabeza, sus ojos brillando con una nueva determinación—. Es tonto, pero ya que, Les diré que puedo ver el futuro. Con eso debería mantenerlos alejados de la verdad por un tiempo.

El gato asintió levemente, apenas prestándole atención, pero claramente satisfecho de que dejara de dar vueltas por el cuarto. —Genial —dijo en tono despreocupado mientras se incorporaba con un suspiro exagerado, estirando su forma humana con pereza—. Mientras tú te encargas de tu reunión, yo voy a buscar a Joon para que me acaricie un poco. —Una sonrisa astuta se dibujó en su rostro.

Sora lo miró con una mezcla de exasperación, resignación y algo de envidia. El gato quería más que caricias, cambio a forma humano por algo, pero en ese momento no podía preocuparse por lo que él hiciera. Sus propios problemas eran lo suficientemente graves como para no distraerse con las travesuras del felino.

Yo quiero el harem.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora