“La Real Academia de Señoritas y Caballeros era una imponente institución educativa situada en las afueras de la capital, Rusia. Sus instalaciones eran un espectáculo arquitectónico que inspiraba respeto y admiración. El edificio principal, construido con mármol rojo importado de las canteras más selectas, se alzaba majestuoso contra el cielo, con sus torres y cúpulas ornamentadas que reflejaban la luz del sol en un resplandor dorado.
Los jardines que rodeaban la academia eran tan vastos como exquisitos, cuidadosamente diseñados para proporcionar un entorno sereno y propicio para el aprendizaje. En ellos, se podían encontrar esculturas de grandes figuras de la historia rusa, bancos de piedra donde los estudiantes podían descansar y estudiar al aire libre, y senderos sinuosos que llevaban a rincones ocultos y fuentes ornamentales.
Al entrar en el edificio principal, los visitantes eran recibidos por un vestíbulo de mármol pulido y columnas altas que sostenían el techo abovedado. Una escalera imperial conducía a los pisos superiores, donde se encontraban las aulas y dormitorios de los estudiantes. El mobiliario era elegante y refinado, con muebles de madera noble y tapices que adornaban las paredes.
En el corazón de la academia se encontraba la impresionante iglesia, una obra maestra de la arquitectura eclesiástica, con sus frescos vívidos y altares adornados con oro. Los estudiantes y profesores se reunían aquí para las ceremonias religiosas y ocasiones especiales, encontrando en su interior un lugar de contemplación y paz espiritual.
La Real Academia de Señoritas y Caballeros no solo era un centro de educación de élite, sino también un símbolo de prestigio y poder en la sociedad rusa. Su legado perduraría a través de las generaciones, forjando a los líderes y generales que darían forma al destino de la nación.” La voz de la baronesa resonaba en el salón de la academia, llenando el espacio con una autoridad que Sora no podía ignorar. Sentada frente a ella, Sora luchaba por concentrarse en las palabras de la baronesa, pero su mente estaba ocupada por la imagen de Yud, el joven de cabello oscuro y mirada penetrante que había conocido en los pasillos de la academia. Cada detalle de su rostro, cada gesto, parecía grabado en la mente de Sora, eclipsando temporalmente todo lo demás a su alrededor.
Mientras la baronesa continuaba hablando sobre las pruebas que debía enfrentar para ser admitida en la academia, Sora no pudo evitar sentir una oleada de frustración. Estaba cansada de las pruebas y desafíos que se interponían en su camino, especialmente en un momento tan tumultuoso como aquel, con las revoluciones que sacudían los países vecinos y el descontento creciente hacia las monarquías.
A pesar de su desánimo, Sora reflexionó brevemente sobre la influencia, aunque un poco fastidiosa pero fundamental, que había desempeñado su madre al exigirle una educación secundaria rigurosa. Agradecía ahora más que nunca haber recibido una información, inútil en su momento, pero que le permitiera enfrentar los desafíos que se ahora se le presentaban.
“La autora se basó demasiado en la historia Rusa para hacer su novela”
La baronesa continuó describiendo las pruebas adicionales que Sora tendría que superar, pero su mente vagaba hacia un futuro incierto, donde la academia representaba tanto una oportunidad como un desafío. La presión y las expectativas pesaban sobre sus hombros, pero Sora estaba decidida a demostrar su valía y dejar una marca indeleble en la historia de la academia, sin importar los obstáculos que se interpusieran en su camino. Además, recordaba, con seguridad, que la mayoría de sus chicos se reúnen constantemente en aquella academia.
Ellos… y la Heroína.
En ese punto de la historia, ella entraría en la academia con la influencia de su patrocinador…
— ¡Kim Sora! —el fuerte golpe de la mesa la sacó de sus pensamientos, abrumadoramente— ¿En qué piensas, niña? Esto es muy importante — "Todo para ti es importante", pensó, mirando hacia la puerta con la esperanza de que alguien apareciera e interrumpiera su clase.
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Yo quiero el harem.
Teen FictionElla no anhela la gloria, ni el respeto del pueblo, ni el poder que trae consigo la riqueza o el estatus. Ella quiere lo que la heroína tiene: cada uno de los hombres que la siguen. Desea amarlos, cuidarlos, besarlos, poseerlos, dominarlos, y hacerl...