Capítulo 2

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La noche había caído hacía horas, pero Louis no podía dormir. Observó las sombras que la luna creaba en el suelo de madera. Formas con curvas bailaban en las paredes de color marrón chocolate. Un calcetín colgaba del marco de la cama. Escuchó el agua del baño caer lentamente y se dio cuenta de que no había cerrado correctamente el grifo. Pero no podía importarle menos. Por primera vez, notó que los estantes de las paredes estaban torcidos.

Las sábanas de satén beige estaban frías y húmedas contra su piel. Olía a almizcle, sudor y sexo. Louis tenía frío. Finalmente se sintió lo suficientemente valiente como para levantarse y ponerse los calzoncillos y la camiseta. Trató de ignorar la piel de gallina en sus brazos y fue de puntillas al salón. Se envolvió en una manta grande y esponjosa y bostezó ruidosamente. Realmente necesitaba acostarse más temprano si quería llegar a tiempo al trabajo. Se sentó en el sofá, apoyando la espalda en el reposabrazos, con las piernas estiradas ante él. A través de la ventana, la ciudad estaba en paz. Todo estaba en calma, tranquilo. Quizás demasiado. A los burgueses les gustaba la tranquilidad. Oxford Garden era demasiado elegante para Louis. Pero le gustaban las caras casas victorianas adornadas con grandes árboles.

Todavía temblando, Louis llevó sus rodillas a su pecho y miró el extraño y colorido cuadro futurista colgado en la pared. Aún no sabía lo que representaba. Tal vez un hombre con sombrero. O una flor grande. No le gustaba el arte, pero aun así pensaba que tenía algún conocimiento. Sin embargo, ese cuadro seguía siendo un total misterio. Debería haber preguntado qué representaba. Pero nunca se había atrevido. Y sinceramente, era horrible. Era la única nota falsa en la decoración. El resto del apartamento era increíble.

Es salón estaba hecho de un suelo de madera clara y paredes de concreto. Los sofás y sillones de cuero blanco, con los cojines peludos, eran increíblemente cómodos. Sobre la alfombra con rayas de cebra había una mesa de café de vidrio donde se encontraban esparcidas varias revistas, una taza de té frío y un paquete de cigarrillos. La televisión estaba encendida, reproduciendo Armagedón por enésima vez.

La cocina era moderna. Los armarios eran de color gris oscuro, con una encimera de madera negra. A los fuegos les hubiera encantado la atención de un verdadero chef. También había una gran mesa redonda con sillas blancas, que creaba un ambiente contemporáneo. Muchas fotos en blanco y negro estaban colgadas en las paredes en blanco. La mesa de billar siempre invitaba.

Louis salió de su ensimismamiento cuando una mano cayó sobre su hombro. Sebastian rodeó el sofá y le entregó un vaso de Blakadder. Los dos cubitos de hielo tintinearon contra el cristal. Louis tomó un sorbo y frunció el ceño cuando el fuerte alcohol golpeó su lengua. Blakadder era el whisky más fuerte que jamás había bebido. Miró a Sebastian.

El hombre estaba sin camisa, con la piel todavía húmeda después de la ducha, sus vaqueros caían sobre la V de la parte inferior de su vientre. Louis pudo descifrar que no se había molestado en ponerse ropa interior, ya que un mechón de cabello oscuro sobresalía de la cintura. Mechones de cabello estaban pegados a su frente y sus ojos estaban oscuros. Parecía frío también, mientras los escalofríos le recorrían los brazos. Cogió su jersey azul marino del extremo del sofá y se lo puso. Sus bíceps abultados se veían bien debajo de la tela. Louis se inclinó sobre la mesa de café para tomar su paquete de Marlboro y encendió un cigarrillo. Le entregó el paquete a Sebastian.

Finalmente se sentó, frente a Louis, y se inclinó hacia adelante. Hizo tintinear su copa contra la suya. Tomó un largo trago, apoyando la espalda en el reposabrazos.

—¿Por qué estamos brindando? —, preguntó Louis, sospechoso.

—¡Celebremos el peor polvo de todos los tiempos! ¡Felicidades, Louis, por tu hazaña!

Behind Closed Doors (I Got Myself In A Mess) • [ls ; traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora