Louis se sentía como si estuviera de vacaciones. El sol brillaba. La gente disfrutaba del buen tiempo para deambular por las calles. Notting Hill estaba lleno de gente; muchas familias paseaban con cochecitos y niños pequeños, parejas caminando de la mano con una gran sonrisa plasmada en sus rostros y ciclistas zigzagueando entre los transeúntes. Louis amaba este barrio, con sus casas victorianas, fachadas coloridas y restaurantes elegantes. No cabía duda de que Julia Roberts y Hugh Grant se enamoraron aquí.
Pero lo que más le gustaba a Louis era el pequeño pub al que solía ir a tomar una cerveza después del trabajo. Era el lugar perfecto para relajarse; la fachada cubierta de flores era hermosa y la terraza panorámica ofrecía una vista maravillosa sobre Church Street. Louis echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Hacía mucho calor para ser mayo, el sudor humedecía su camiseta y las raíces de su cabello. Le dieron una patada en el tobillo, lo que hizo que se enderezara.
—¿Qué? —, preguntó Louis con una voz seca.
—Sé que lo que te estoy diciendo no es lo más interesante, pero al menos podrías fingir.
Sebastian sonaba enfadado, pero tenía una sonrisa jugando en sus labios. No parecía molesto por el calor, pero su piel comenzaba a enrojecerse bajo el sol brillante y las gotas de sudor caían sobre sus sienes. Sus Marc Jacobs estaban posados sobre su nariz y Louis podía descifrar sus ojos fijos detrás de ellos. Sebastian se había arremangado las mangas de su camisa blanca, revelando sus fuertes antebrazos. Los primeros botones de su camisa estaban desabrochados y Louis miró la piel expuesta.
—No tengo idea de lo que me has dicho en los últimos diez minutos—, admitió Louis, haciendo una mueca.
Sebastian se rió entre dientes, tomó su copa de London Pride y le dio un sorbo. Se pasó la lengua por el labio para quitar la espuma blanca.
—Estás bromeando. Estás tan perdido en tus pensamientos que no has prestado atención a lo que te he estado diciendo los últimos diez días—, exhaló, sacudiendo la cabeza.
Louis se estremeció un poco más y el calor en sus mejillas no se debía al sol.
—Lo siento—, suspiró, tamborileando con los dedos sobre la mesa—. Estoy cansado, eso es todo.
—¡Oh, Louis, vamos, no trates de hacerme creer que el cansancio ahora se llama Harry! ¿Qué ha pasado?
Louis lo miró, incrédulo, y se sonrojó aún más. Sebastian no estaba sonriendo, su tono no era sarcástico. Solo hablaba en serio. ¿Cómo podía ver a través de Louis tan fácilmente? Sebastian era molesto, irritante, engreído, narcisista, inmaduro y muy agrio, pero a veces era un observador increíble y se convertía en el mejor oyente. Louis tenía que admitir que, a través de los años, Sebastian se había convertido en mucho más que un amigo con derechos; era un buen amigo, un confidente, y si no era fiel en el amor, lo era en la amistad. Logró lo que pocos podían hacer: sacar a Louis del duro caparazón que lo rodeaba. Así que tal vez fue por una de estas razones, o tal vez porque Louis estaba realmente cansado, o tal vez porque habían pasado meses, o incluso años, que siguió insistiendo en sus sentimientos que no podía soportar más, o tal vez fue un mezcla de todo esto, pero decidió, por una vez, ser honesto.
Apoyó los antebrazos sobre la mesa, cruzando las manos. Sebastian se inclinó un poco más. Louis olió el alcohol en su aliento.
—Me he acostado con Harry—, dijo rápidamente.
Como si las palabras que salían rápidamente de su boca evitaran que el flujo de recuerdos oscureciera su mente. Se estremeció, recordando los labios de Harry sobre su piel, sus jadeos sin aliento, las letanías sin sentido escapando de su boca. Negó con la cabeza cuando Sebastian se rió entre dientes. Incluso casi se atragantó con su cerveza. A Louis le hubiera encantado que lo hiciera.
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Behind Closed Doors (I Got Myself In A Mess) • [ls ; traducción]
FanfictionMientras observaba al padrino caminar hacia su mesa, el café se atascó en la garganta de Louis y tuvo que hacer esfuerzos sobrehumanos para no derramarlo sobre el bonito vestido de Gemma. No podía ser posible, ese no podía ser su padrino. Tenía que...