El estruendoso sonido de la alarma despertó a Louis sobresaltado. Seis y media. Refunfuñó y se puso de lado, buscando a tientas apagar la maldita alarma. No estaba acostumbrado a levantarse tan temprano. Tenía muchas ganas de romper su teléfono contra la pared.
Se quedó unos minutos acostado en su cama, mirando el techo, tratando de encontrar la motivación para levantarse. Cuando finalmente lo hizo, abrió las cortinas y las ventanas. Una ligera brisa sopló en su rostro. El sol comenzaba a salir pero la ciudad seguía dormida. Las orillas del canal estaban desiertas, a excepción de un anciano que paseaba a su perro. Algunas nubes blancas velaban el cielo anaranjado, pero el clima iba a ser cálido y agradable.
Fue al baño y miró su reflejo en el espejo. Su cabello estaba demasiado largo y le caía sobre la frente. Tomó una cuchilla y decidió quitarse la barba que le cubría las mejillas y el mentón; tenía que admitir que lo hacía parecer mayor de lo que era. Feliz de tener las mejillas suaves de nuevo, saltó a la ducha. Disfrutó de los pocos minutos de paz antes del ajetreo del día. Gemma iba a probarse vestidos de novia y le había pedido a Louis que se uniera a ellos. Quería un vestido chic y elegante y soñaba con el encanto francés. Por eso iban a ir a París. Louis no iba a menudo a las pruebas, pero estaba más que feliz de descubrir la capital francesa. Había reservado habitaciones en un acogedor y lujoso hotel en la calle Rivoli. Aparentemente, tenía una vista directa del Jardin des Tuileries. Tenía muchas ganas de descubrir esta ciudad de arte, moda, gastronomía y cultura. Gemma también le había pedido a su mamá, Anne y Harry, que la ayudaran con la elección de su vestido. Louis habría mentido si hubiera dicho que no estaba feliz de volver a ver a Harry. Después de la recepción y la terrible comprensión de que Louis todavía estaba enamorado de él, habían pasado muchas noches juntos, lo que los llevó a muchos orgasmos, pero no a muchas palabras. Como siempre.
Louis salió de su ensoñación y se duchó y se vistió para el día. Luego cogió su maletita, comprobó que tenía los billetes de avión en el bolsillo, apagó las luces y se fue a toda prisa. Ya iba con retraso. De camino al coche, llamó a Gemma.
—¡Hola, Louis, querido! ¿Cómo estás? ¿Pasa algo?
—Para nada, estoy en camino, estaré en Heathrow en una hora. ¿Nos vemos en el mostrador de facturación?
—Muy bien, ¡hasta luego entonces!
Louis sonrió y colgó. Cuanto más tiempo pasaba con Gemma, más le gustaba su personalidad vivaz.
Cuarenta y cinco minutos más tarde, Louis entró en el gran edificio de Heathrow. De repente se sintió diminuto frente al enorme lugar. Arrastró su maleta detrás de él y siguió las flechas para encontrar el mostrador de facturación. Entre la multitud, inmediatamente notó a Harry. Estaba hablando con Gemma y no parecía haberlo notado. Vestía pantalones cortos de mezclilla y una camiseta caqui, sus gafas de sol estaban metidas en el cuello. Llevaba una bolsa de cuero de aspecto pesado y Louis se preguntó si su hermana le habría dicho que solo iban a pasar una noche en París. Parecía que se iba por dos semanas.
Gemma lo saludó y agitó la mano. Como de costumbre, abrazó a Louis con fuerza. Harry le estrechó la mano con una mirada seria y Louis quiso reírse. ¿Debía recordarle que no era su mano la que había estrechado unos días antes? Hubiera sido inapropiado. Sobre todo, porque su madre estaba allí. Caminó hacia Louis y extendió su mano.
—Buenos días, Louis—, dijo con voz suave—. Harry y Gemma me han estado hablando de ti durante mucho tiempo, estoy muy feliz de conocerte finalmente.
—También me alegro de conocerla, señora—, tartamudeó Louis, estrechándole la mano.
Lo que Harry le dijo sobre él, nunca lo sabría.
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Behind Closed Doors (I Got Myself In A Mess) • [ls ; traducción]
FanfictionMientras observaba al padrino caminar hacia su mesa, el café se atascó en la garganta de Louis y tuvo que hacer esfuerzos sobrehumanos para no derramarlo sobre el bonito vestido de Gemma. No podía ser posible, ese no podía ser su padrino. Tenía que...