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Harry pasaba sus tardes en compañía del castaño, Louis tenía que trabajar en algunas composiciones y Harry amaba escuchar como tocaba el piano, al sonar esas hermosas melodías que salían del instrumento en toda la habitación se inspiraba, así que optó por llevar sus lienzos al estudio del ojiazul para poder pintarlos mientras lo escuchaba tocar. Pasaban un momento agradable juntos, ninguno decía palabra alguna, el silencio no era incomodo, era un silencio agradable para ambos.

– Hugh, me dio hambre. – Dijo el ojiazul al terminar de tocar la melodía que sonaba del instrumento. – Creo que llevamos mucho tiempo aquí.

– No me había dado cuenta, el tiempo se pasa volando cuando estamos juntos. – Harry levantó la mirada desde el suelo donde había armado un miniespacio de pintura con sus acuarelas y pinceles en el piso.

– Oh ¿Eso es para el concurso? – Harry asintió besando dulcemente al castaño que ya se encontraba a lado suyo. – Es muy lindo amor, ¿Qué es? – Indagó.

– Si te lo digo ahora no tendría sentido, quiero esperar a terminarlo para poder enseñarte.

– Sabes que no puedo aguantar la curiosidad, dime por favor.

– Nop, es una sorpresa.

– Te hago una propuesta. 

– ¿Qué propuesta? – El castaño se acercó al oído del rizado y susurró.

– Tú me dices de que trata tu pintura y yo te daré el mejor orgasmo de tu vida. – Harry al escuchar la propuesta del castaño optó por tornarse rojo.

– Hey, no puedes sobornarme. – Respondió dando un golpecito en la frente del ojiazul.

Louis rio al ver al rizado cual tomate. – Bien, yo te dejo la propuesta, solo piénsalo.

– No te diré Louis, a parte eso puedes dármelo cuando quieras. – Dijo con una ligera coquetería en su voz.

Louis empujo al rizado estampando su espalda contra el piso, se colocó encima enfrentándolo cara a cara. – No juegues con fuego pequeño, no quieres saber lo que soy capaz de hacer contigo. 

Harry soltó un jadeo al sentir como el castaño apretaba su trasero. – Muéstrame. – Susurró muy cerca de sus labios.

Louis como la persona más obediente del mundo, hizo caso a la petición de su pequeño y besó con hambre su boca, ya habían tenido un encuentro sexual con anterioridad, según Harry fue el mejor sexo oral que tuvo en su vida, pero ahora quería más, mucho más.

Ambos hombres se besaban con ímpetu, con deseo, con cariño, Louis había perdido la cuenta del tiempo que llevaba comiendo la boca de su amante, podía sentir los ligeros gemidos que salían de sus labios y el bulto que empezaba a formarse en su entrepierna. Se sentía en el paraíso.

La respiración del rizado aumentaba, sentía la excitación apoderarse de su cuerpo, tomó a Louis de la nuca y lo acerco más a él, sintiendo la lengua ajena arremeter contra la suya. El castaño rompió el beso, lo tomó de las costillas y rápidamente se puso de pie, tomó los muslos de Harry entre sus brazos y este optó por envolver sus piernas alrededor de su cintura.

No dejó de besarlo en ningún momento, el ojiazul cargaba a su pequeño y lo llevaba a la habitación que compartían, al atravesar el umbral de la puerta lo colocó directamente en la cama, mientras repartía pequeños lametones en su oreja. Harry se retorcía del placer al sentir la calidez que provocaba la lengua del ojiazul.

– ¿Zona sensible? – Preguntó con sensualidad en su voz. Harry asintió rápidamente.

No abandonaron sus labios en ningún momento, el vaivén de sus caderas incrementaba, buscando algún tipo de fricción que pueda ayudar a aliviar su necesidad, se empezaron a quitar las prendas de una forma desesperante hasta quedar solo en ropa interior, Harry tenía la espalda apoyada en la cama y Louis se posicionaba entre sus piernas, el rizado jadeo al sentir la erección contraria rozar la suya.

Me quedo en Doncaster [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora