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Si a Harry le hubieran dicho que él y Louis amanecerían juntos, de cucharita con los pies entrelazados, tal vez se hubiera reído y hubiera dicho "antes muerto", pero ahí estaba, amaneciendo por tercera vez consecutiva a lado de la persona que en un punto de su vida detestaba y no aguantaba, ahí estaba escuchando la respiración ajena entre sus rizos y siendo abrazado por dos brazos fuertes alrededor de su cintura, se sentía bien.

Louis despertaba a las 5:30 de la mañana para ir a correr, solía salir sin hacer ruido y sin despertar al rizado, le daba un beso en la frente y le dejaba notas en la mesita de noche haciéndole saber que había ido a hacer su rutina matutina y que regresaría ponto, cada día le dejaba una nota diferente, la de hoy decía "Fui a correr, vuelvo para el desayuno. Pareces un ángel cuando duermes pequeño" y así, cada que el ojiverde despertaba, no encontraba a lado suyo al ojiazul, pero si encontraba las dulces notas encima de la mesa de noche y al leerlas sentía algo revolotear dentro suyo.

- Buenos días pequeño. - Louis saludó abrazando por detrás al rizado, colocando sus brazos alrededor de su cintura y dejando un beso cariñoso en una de sus mejillas, el ojiverde estaba sentado desayunando.

- Louuu, llegas a tiempo, te hice tocino con huevos revueltos, cómelos antes que se enfríen. - Dijo mostrando su linda sonrisa con hoyuelos.

- Lo haré, pero antes quiero darte algo.

- ¿Qué es? - Exclamó el rizado un poco ansioso.

- Bueno, lo dejé en la mesa ratona de la sala, ¿Por qué no vas a verlo tú mismo?

El ojiverde se puso de pie y se dirigió al lugar mencionado, más rápido de lo normal, al llegar visualizó unos hermosos girasoles envueltos en papel celofán y tenían un lazo azul de adorno, al ver dichas flores encima de la mesita Harry volteó a ver al castaño con los ojos abiertos y una sonrisa de oreja a oreja.

- Los compré para ti, no sabia cual eran tus flores favoritas, pero pude suponerlas debido a que vi que las sueles pintar con frecuencia y tienes bastantes cuadros donde están plasmados los girasoles en tu taller, espero no haberme equivocado. ¿Te gustan? - Preguntó poniéndose a un costado del rizado.

- Lou, me encantan. - Se acercó al mayor dándole un abrazo de oso. - ¿Cómo es que te diste cuenta de ese detalle?

- Ya te lo dije antes pequeño, soy muy observador. - Le tomo de la cintura y le dejo un beso en la punta de la nariz. - Sabes hoy aprendí algo nuevo respecto a los girasoles, la dueña de la floristería me dijo que estas flores son el símbolo del sol, de la admiración y del amor. - Al decir esta ultima palabra miró al menor con un brillo en sus ojos.

- ¿Y qué piensas al respecto de esa información? - Harry no dejaba de ver esos ojos añil, podría morir en ese azul intenso.

- Pienso que cada flor es igual de preciosa que la persona que las recibe, en este caso los girasoles son preciosos como tú, yo... te admiro, si y ¿Quieres saber por qué también las elegí? - El menor asintió en respuesta.

- Las elegí, porque son el símbolo del sol y tú eres eso pequeño, eres un sol. Literalmente llegaste a esta casa a iluminar mi vida. Eres mi sol. - Al escuchar esas palabras por parte del castaño, Harry no pudo evitar ruborizarse y besó con ímpetu la boca del mayor.

- Gracias Lou. - Dijo sobre sus labios.

- De nada, daría lo que fuera por ver esa sonrisa tuya. - Harry volvió a sonreír. - Anda recoge tus flores y ve a alistarte o llegarás tarde a clases pequeño.

- Esta bien, me alisto y bajo.

- Yo te espero aquí, termino de desayunar y prepararé el auto. - Dejó un último beso en la frente del rizado y fue en dirección a la cocina.

Me quedo en Doncaster [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora