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Hoy era el día tan ansiado por Harry, hoy era el día del concurso de pintura, el ojiverde andaba desesperado caminando de un lado a otro en su taller, miraba la pintura que había pintado todo este tiempo, verificando que no tuviera error alguno. Se mordía la uña del pulgar, muy a parte de los nervios que sentía por el mencionado concurso, sentía nervios por mostrarle el lienzo al ojiazul. Para Harry la pintura representaba algo que jamás creyó sentir por alguien, el rizado plasmó en el lienzo, lo que para él era lo más importante, amor y hogar.

El sonido de la alarma resonó en toda la habitación, Louis frunció las cejas por el molesto sonido que retumbaba en sus oídos, estiró su mano derecha, llegando a la mesa de noche para apagar la alarma, con un gruñido bajo giró el cuerpo, estirando el brazo izquierdo buscando...

—¿Harry? —llamó el castaño al no sentir la presencia de su pequeño, Harry siempre despertaba después del ojiazul, tenía sueño profundo. Como suricato empezó a buscar al chico de rizos por toda la habitación, supuso que estaba en el baño, así que esperó.

Según los cálculos del castaño, ya habían transcurrido 25 a 30 minutos y en ese momento temió lo peor, a su mente llegaron escenas donde el rizado estaba desmayado en el piso del baño debido a un resbalón o en el primer piso a causa de una caída de las escaleras. Un poco exagerado para ser honestos. Rápidamente saltó de la cama buscando sus cómodas sandalias hasta que...

—Buen día Boo. —el alma volvió a su cuerpo.

—Hazz ¿Dónde estabas? —le miró con las cejas fruncidas, quería parecer intimidante, pero solo parecía un gatito enojado.

—Arriba... en el taller. —el ojiverde se acomodó en la cama, acurrucándose en las mantas—. Ven aquí, quiero acurrucarme contigo un poco más. —Louis, como el novio más obediente del mundo hizo caso a la petición del rizado.

—Me preocupaste. —susurró en el cuello del menor, cuando ya lo había enrollado en sus garras.

—Lo siento por eso, amor.

—Lo único que vas a sentir ahora será mi arma cargada —movió sus caderas pegando los muslos del menor para que pueda sentir su erección matutina.

—Por más que quisiera sentirte dentro mío... —movió ligeramente sus caderas, proporcionando una fricción deliciosa para el castaño—. Tengo algo que enseñarte.

—Dime que es. —su voz sonó como un gruñido.

—Es mi cuadro...

—Ya, entonces vamos. Quiero verlo... llevo esperando por esto semanas.

Al llegar al taller del rizado, enfocó su mirada en la hermosa pintura que estaba puesta sobre el porta lienzos, Louis quedó atónito. Por otro lado, Harry no paraba de morderse las uñas, no sabia cual sería la reacción de Louis, verlo estático le dio un poco de preocupación.

—S-se que no es lo mejor, pero...

—¿Estás de broma? —Harry sintió su corazón paralizarse—. Es lo más precioso que vi... es, somos...

—Nosotros.

Louis iba de un lado a otro sin dejar de admirar dicha obra, pasando sus manos por su rostro. —¿Qué significa?

—Hogar... y amor. —respondió el ojiverde—. Quiero que las personas sientan eso cada que vean este cuadro, porque eso es lo que significa y lo que siento cuando estoy contigo. Estoy en mi hogar. —Louis sentía como sus ojos empezaban a lagrimear.

—Ven aquí, pequeño. —estiró su mano—. No tienes idea de lo que provocas en mi... te amo tanto Harry, no voy a cansarme de decírtelo.

—Esto es para ti... tú eres la razón que dio vida a este cuadro... tú eres mi vida, mi hogar, donde quiera que vaya, no importa si sea una casa, un barco, un puente... si tú estas a mi lado podre sentirme en casa. —Louis sonrió dando un beso en la frente del menor.

Me quedo en Doncaster [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora