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El dolor que llega a sentir una persona cuando tiene el corazón roto es inexplicable, sientes como tu alma se desmorona lentamente, no tienes apetito y el tiempo colapsa, de pronto todo los días se unen para crear un sofocante bucle, y tratas de recordar lo que te hacia feliz, lentamente tu cerebro rebobina lo que te dio alegría y finalmente, la vida sigue siendo así. Una mierda.

Louis ya no sabía cuanto tiempo había transcurrido desde que el rizado se fue dejándolo solo. Después del escándalo provocado por Stella, Harry había tomado la decisión de viajar a Londres, no dijo nada, al llegar a casa se encerró en su habitación y no salió hasta que Liam fue por él, al salir de la habitación que no solía usar, el castaño pudo notar que llevaba consigo una maleta y su osito en la mano. Sintió como su corazón volvía a romperse.

Harry...

No quiero hablar ahora Louis. Lo mejor será darnos un tiempo. —tiempo, tiempo es lo que había pedido el ojiverde, ¿Cuánto tiempo más tendría que pasar para tenerlo de vuelta?

Las palabras de Liam retumbaban en su mente una y otra vez.

—Te dije que no le hicieras daño. Te lo advertí, Louis.

Liam por favor.

Lo siento Louis, pero me lo llevaré lejos de ti, lo llevaré a casa. —Louis quiso gritar, "esta es su casa", pero las palabras de Liam calaron en el fondo de su alma que no pudo modular palabra alguna. No podía imaginar estar lejos del rizado, él sabía que moriría lentamente si se alejaba de él... y así fue.

Louis no se dio cuenta que estaba perdido en sus pensamientos, rebobinando una y otra vez los últimos hechos que pasaron con Harry hasta que escuchó un carraspeo.

—Louis. —la voz era de Niall retumbo en sus oídos—. ¿Vas a comerte eso? —señalo el pastel de arándanos que tenía enfrente.

—Hum no, gracias. —otra vez se había quedado mirando el pastel. Solía pedirlo cada que iba a la cafetería, no lo comía, solo se quedaba mirando el postre, al mirar dicho pastel podía sentir a Harry cerca o eso creía él, tal vez solo era un método de tortura—. Gracias Niall. —dijo cuando el rubio recogió el postre.

—Cualquier cosa, estoy en el mostrador ¿De acuerdo? —el ojiazul asintió dando un ultimo sorbo a su café que para ese rato ya se encontraba frio.

Era la segunda semana que Louis acudía a la cafetería, siempre que pisaba el lugar pedía lo mismo, un café y el pastel de arándanos que tanto solía encantarle a Harry. Niall no lo juzgaba, ni hacia bromas al respecto cuando recibía su orden, sabía que si decía algo, así sea lo más mínimo sobre el chico de rizos, Louis rompería en llanto.

—Se ve mal. —dijo Katalina mientras secaba unos vasos de cristal.

—Está muy mal. —enfatizó el rubio.

—Me preocupa su bienestar, tal vez podría... —Niall entrecerró los ojos viendo a la muchacha—. Cuida tus palabras Katalina, sigue siendo el hombre de mi amigo.

—Pero tu amigo lo dejó ¿No es así? —contraatacó la chica.

—Si, pero eso no significa que esté disponible. —lanzó una mirada al hombre de ojos azules que yacía sentado pensando en quien sabe qué—. Ellos son destinados... volverán a estar juntos.

—¿Y si no pasa? —el rubio quedó mudo, no había pensado que pasaría si ellos no volvían a estar juntos, Harry estaba destrozado y Louis, bueno... no es necesario mencionar la gravedad en la que se encontraba.

—Estarán jodidos por el resto de sus vidas.

—Y allí es donde entro yo. —orgullosa, Katalina se palmeo el pecho como si de una victoria se tratase—. ¡Oye! —se quejó, después de que Niall impactara el secador contra su rostro.

Me quedo en Doncaster [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora