Prólogo

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Amelia Compton tenía 21 años y todavía no había debutado en sociedad. ¿La razón? Simple. Su padre, el Conde de Northampton, estaba completamente seguro de que su hija se casaría en la primera temporada en la que se presentase porque para él sería la mejor de todas, y tampoco quería que su hija se casara tan joven como algunas muchachas. A Amelia no le agradaba mucho esta actitud de su padre, pues a veces se sentía con la presión de no querer defraudar al Conde y sentía que era su única oportunidad para casarse.


- No te preocupes Amelia, querida, no vas a defraudar a tu viejo padre de ninguna forma. Vas a conseguir un matrimonio por amor y provechoso.- dijo el Conde mirando de reojo por el periódico a su hija que se encontraba atascada con el bordado de una flor.

- ¿Y cómo estás tan seguro de eso?- preguntó preocupada dejando en su regazo el bordado.- No he estado en Londres desde que era una niña, nadie me conoce, literalmente. La gente se va a querer acercar a mí para conocerme y en el momento en el que vean que soy reservada o suelte algo con menos delicadeza de lo normal y ya nadie se va a querer acercar a mí.- dijo nerviosa.- ¡Y encima no me sale el maldito tulipán!.- dijo dejando con desgana el bordado en la mesita de té.


- No te está saliendo porque estás nerviosa. Estoy seguro porque te pareces a tu madre. Te lo he contado muchas veces y lo haré las veces que haga falta, sé que te gusta escuchar la historia porque no conociste a tu madre.- dijo su padre con una sonrisa melancólica.- Cuando tenía 28 años me embarqué rumbo a España con tu tío Charles porque quería buscar unas telas que sólo llegaban al sur de allí. No me entusiasmaba nada el viaje, ya sabes que odio los barcos y en ese momento quería matar a tu tío porque si no fuera por mí tus abuelos no le habrían permitido ir. 

Cuando llegamos a la casa del comerciante dio la casualidad que allí estaba tu madre con tu abuela, la Baronesa de Campos. La vi y no pude evitar acercarme a ella. Me sorprendió que supiera inglés, pero lo que más me sorprendió fue lo ingeniosa que fue en todas sus respuestas a mis preguntas, solo trataba de evitarme a toda costa, al tiempo admitió que era por vergüenza. A tu abuela le pareció la oportunidad perfecta para invitarnos a tu tío y a mí a quedarnos en su casa, si hubieras visto la cara de horror de tu madre te habría hecho mucha gracia. 

La cosa es que con el paso de las semanas, yo no dejaba de insistirle en que me dejara dar un paseo con ella, acompañarla tomando té, lo que fuera, quería estar cerca de ella, hasta que por fin aceptó. Yo estaba ya irremediablemente enamorado de ella y sabía que ella sentía lo mismo por mí, pero no quería decirlo porque sabía que algún día volvería a Inglaterra.

Antes de irme, le pedí su bendición para casarnos a tu abuelo, evidentemente, ella no sabía nada, y tu abuelo aceptó la mar de contento. Al volver se lo conté a mis padres, que estaban totalmente en contra de ello, no sabían quién era ni cómo era.

A los dos meses, llegó tu madre con tu tío Juan y tus abuelos se quedaron encantados con ella, le pedí matrimonio y decidimos que se presentaría en sociedad como mi prometida. Todo el mundo se quedó encandilado con ella, no era como las demás, era completamente distinta, con más carácter, al principio les chocó su comportamiento reservado pero con carácter, pero supieron ver lo encantadora que era.


- ¿De verdad me parezco a ella? Papá no quiero que te lleves una decepción, ni siquiera tengo un vestido para la Presentación a la Reina y es en una semana.

- Amelia Compton vas a causar sensación aunque lleves un saco de patatas.

- Claro porque sería la única con un saco de patatas.- dijo rodando los ojos la morena.

- ¡Jovencita!- dijo su padre divertido.

- Lo siento.- dijo Amelia sonriendo.

- Además, nos vamos mañana a Londres, tu hermano Charles e Isabela están ansiosos por que vayas, Isabela irá a la modista contigo para todos los preparativos.- dijo el Conde riendo al ver la cara de Amelia.

- ¿Vas a venir a Londres? Nunca estás en la época de la temporada.- preguntó emocionada.

- Porque ya estoy muy viejo para esas cosas, pero por mi chiquitina hago lo que haga falta.

- Creo que soy demasiado mayor como para que me sigas diciendo eso.- comentó molesta.

- Y yo creo que soy tu padre y puedo hacer lo que quiera.- terminó de decir el Conde divertido mientras su hija bufaba.- Sigue con el tulipán, estoy seguro que saldrá algo bonito de ese bordado.

¿Tenías que ser tú? - Anthony Bridgerton (Hermanos Compton 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora