Capítulo 7: Noche reveladora

4.9K 389 6
                                    

Por fin había llegado el cumpleaños de Amelia. Estaba muy nerviosa y se encontraba ensayando al piano para el pequeño recital que daría antes de que comenzase el baile. Al terminar empezó a ir de arriba abajo por toda la casa para ver cómo se estaban haciendo las cosas. No paraba de ir de un sitio a otro hasta que Isabela la pilló en la cocina comiendo dulces y hablando con la cocinera.

- Amelia deja de molestar a la Señora Anderson y ven conmigo al salón.- dijo nada más ver a su cuñada sin parar de hablar con la cocinera.

- Lo siento Señora Anderson. Es que quiero que salga todo perfecto.- dijo avergonzada.

- No se preocupe, Señorita. Pero no pasa nada, aquí lo tenemos todo bajo control.- dijo la Señora Anderson antes de que se fueran las jóvenes.


- ¿Qué ocurre? ¿Para qué vamos al salón?.- preguntó curiosa.- ¿Me vais a dar un regalo?.- dijo perspicaz.

- Yo solo soy la mensajera.- dijo Isabela riéndose de la cara que acababa de poner la morena.- Tranquila, te va a encantar.


Al llegar al salón se encontró a su padre y a sus hermanos de pie alineados, claramente estaban escondiendo algo. Su padre se veía molesto, mientras que sus hermanos tenían sonrisas triunfales en el rostro.

- ¿Qué escondéis ahí?

- ¡Feliz cumpleaños, hermanita!.- dijeron Charles y Benjamin a la vez separándose para que la joven viera una cesta de mimbre.

Al acercarse, vió un cachorro, un border collie blanco y marrón chocolate, de tres meses que en cuanto la vió comenzó a ladrar

- ¡Ah! ¡No puede ser! ¡Milo!.- dijo la chica sacando de la cesta al perro.


Sus hermanos le regalaron el perro hace dos meses para que tuviera compañía cuando su padre se fue de viaje a Escocia durante un mes. Era un perro muy inteligente y hacía alguna que otra travesura, pero solo hacía caso a Amelia y de vez en cuando a Isabela. Su padre no era muy partidario del perro, pero de vez en cuando se divertía jugando con él.


- ¿Cuándo lo habéis traído?.- preguntó agachada acariciando al perro.

- Le pedimos a Humphrey que fuera a recogerlo a Ashby House y lo trajo anoche.- dijo Charles acariciando también al perro.

- Esta noche se queda en el jardín.- dijo el Conde mirando al perro con recelo.- No quiero que esté en la casa.

- ¡Pero papá, estará en mi habitación! En Ashby House dormía en mi habitación.- suplicó Amelia.

- Ni hablar, ese perro es capaz de salir de tu habitación y montar el caos con los invitados. No hay más discusión.- dijo mirando al perro mientras el animal gruñía.- Llévalo al jardín.


Amelia lo llevó de mala gana al inmenso jardín de la casa. Lo dejó correteando mientras le lanzaba un palo y lo ponía en su regazo para acariciarlo. En el tiempo que estuvo con el perro sola, le enseñó todo tipo de trucos. Pero lo único que no había conseguido era ponerle una correa para pasear. En Northampton no era un problema, pues allí había muchísimo campo para correr y pasear, pero en Londres iba a ser imposible llevarlo al parque sin la correa.

Al llegar la tarde, Amelia comenzó a vestirse para el baile. Estaba demasiado nerviosa como para hablar, cosa que sus doncellas veían extraño, pues la joven era de lo más charlatana. Terminaron de peinarla y finalmente se miró al espejo. Llevaba un vestido carmesí satinado, el cabello estaba recogido en unas trenzas que se recogían en un moño bajo y llevaba la tiara que su padre le había regalado esa misma mañana.

¿Tenías que ser tú? - Anthony Bridgerton (Hermanos Compton 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora