PROLOGO

3.1K 258 109
                                    

Dos niños que entraron al mundo del karting desde muy pequeños pero con una misma meta a futuro. Llegar a ser world champions y poder convertirse en grandiosos pilotos para que sus padres estuvieran orgullosos de ellos. Sería complicado, pero no imposible. No se esperaban tantos problemas en sus caminos al tratar de lograrlo, pero claro que los tendrían; después de todo, el mundo era cruel y malvado con cualquiera, y ellos no serían la excepción.

...

Los primeros días cuando Lewis empezó a ir al karting para ver si le agradaría o no, fue de inmediato que sintió un click al instante en cuanto se subió a un kart, se sintió el mismo, feliz, como si allí perteneciera. Pero fue difícil convivir con los demás niños, pasar sus días tranquilo mejor dicho; todos lo miraban mal y el lo notaba. Pero trataba de no tomarle importancia, aunque no era sencillo, y menos para un niño de tan solo ocho años de edad, pero intentaba ignorar el hecho de que ningún niño quería acercarsele o ser su amigo. Todo empeoró cuando tiempo después de su llegada al karting comenzó a ganar imparablemente cada carrera en la que competía. Empezó a recibir odio constante por parte de los niños, aunque siempre lo demostraban cuando estaban fuera de la vista de los adultos, porque sino tendrían consecuencias. Lo molestaban, le decían de cosas, lo insultaban, recibía mucho racismo. Lewis solo guardaba eso en su interior, no le contaba a nadie lo que vivía día con día, menos a su padre porque no quería preocuparlo. Nunca espero que las cosas empeorarían tanto. Y si que empeoraron, mucho más el día en que se anunció públicamente que había firmado contrato con McLaren.

Solo tenía doce años de edad cuando vivió el peor trauma de su vida, nunca se lo esperó.

...

Se encontraba sentado en las bancas de la cafeteria cuando notó como uno de los niños del karting se acercaba hacía donde el estaba. Tragó saliva de inmediado, estaba nervioso. Dejó su emparedado de vuelta en su plato para ver directamente al niño que terminó sentándose frente a el.

—Toma esto -le entregó una hoja de papel mal doblada. Lewis la tomó confundido. —puedes leerlo cuando me vaya, ¿esta bien? -sonrió levemente. Lewis asintió. El niño terminó levantándose y despidiéndose, para terminar por alejarse de allí.

Lewis se sentía confundido, pero también le causaba curiosidad, así que en cuanto el niño desapareció de su vista desdobló la hoja de papel. Abrió los ojos de par en par sorprendido al leer lo primero que que su vista se fijó.

''Feliz cumpleaños Lewis. Te tengo una sorpresa, después de la carrera de hoy encuéntrame detrás del edificio si quieres ver que te preparé.''

Eso era lo único que había escrito en la hoja de papel, Lewis terminó con una sonrisa leve en su rostro, estaba sorprendido y confundido al mismo tiempo. No esperaba que alguien lo felicitara además de su familia. Rápidamente empezó a emocionarse al pensar en que podría recibir una sorpresa por parte de aquel niño. No pueden culparlo por ilusionarse de esa manera, después de todo solo tiene doce años. Comenzó a imaginarse lo que podría ser, también empezó a pensar que podría al fin conseguir un amigo allí en el karting.

Todo el día eso era en lo único que estuvo pensando. Llegó el momento de entrenar, a lo lejos estaba aquel niño con su grupo de amigos. Lewis no pudo evitar sonreírle en cuanto sus miradas se cruzaron, el niño le devolvió una leve sonrisa y siguió platicando con su grupo. Luego llegó el tiempo de carrera, estaba en su posición, listo para dar lo mejor de si. Su padre lo alentó antes de que la carrera comenzara. Ganó. Estaba tan feliz después de cruzar la línea de meta, más porque era su cumpleaños. Extrañamente no vio a su padre a lo lejos, no le tomó tanta importancia. Ni siquiera se fijo en los otros dos lugares porque rápidamente se dirigió a donde el niño le había dicho que fuera en esa hoja de papel.

Golden hour; chewis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora