Once.

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-Y... ¿Cuál es el siguiente paso?

-Sería substituirlos por otros, pero... Necesitamos una prueba de embarazo antes, necesitamos la constancia de que no hay impedimentos para que comiences a tomar otros.

-Pero, doctor... Yo no puedo estar embarazada, no ahora.

-Tranquila, Mia, no te estoy asegurando que lo estés.

-Pero, cabe la posibilidad que lo esté, y no se puede, simplemente no se puede.

-Tomemos la muestra de sangre en este instante.

Dejé la oficina del doctor luego de casi nueve pinchazos tratando de encontrar mis venas.

Dijo que se mantendría en contacto para los resultados, estaba demasiado nerviosa.

-Mia, que bueno que llegaste. -Ben me dijo- tengo una sorpresa para ti.

-¿Una sorpresa? ¿De qué se trata?

-Ven. -Me tomó la mano, y nos encaminamos al patio trasero.

Caminando como si el mundo le perteneciera, vi a un cachorro.

-¡Oh, por Dios!

-Todo tuyo. -Ben sonrió.

-¿Hablas en serio? -Corrí con el cachorro, y lo tomé en mis manos, dándome cuenta que era niña.

-Se llama Laila. -Ben comentó.

-¡Tiene ojos azules, Benjamin! -Dije emocionada.

Era una preciosura, comencé a besarla como loca, estaba enamorada.

-Espero que no quieras cambiarle el nombre, ya responde por Laila.

-Claro que sí, me encanta. ¿Pero, en serio es mía?

-Y lo dudas. -Sonrió- pienso que puede hacerte compañía mientras Nate...

-Si... -Asentí con algo de melancolía- gracias, Ben.

Cuando regresamos a la sala, Nate y Ellie acababan de llegar.

-Voy a darme una ducha y a ver a Cece. -Besó a Nate, y luego subió las escaleras.

-Yo... -Ben miró a su alrededor- iré a hablar algunas cosas con mamá, nos vemos en la cena.


-¿Qué te pasó en el brazo? -Nate me preguntó al ver los moretones por las agujas.

-Necesitaban una muestra de sangre.

-¿Te pones siempre así?

-Si... Um... Hay algo que debes saber.

Su rostro se iluminó. -Dime.

Lo miré fijamente por unos segundos hasta que descubrí una marca roja asomarse por el cuello de su camisa.

-¿Te picó algún insecto? -Pregunté al recorrerla con mi dedo.

-Seguro. -Tragó saliva.

-¿O fue Ellie? -Lo sabía, pero quería mortificarlo.

-Mia....

-¿Qué es lo que dijo el médico?

-Le hicieron unos estudios. -estaba bastante aliviado por mi cambio de tema- dependiendo de los resultados, podremos hablar con ella.

-Ya veo.

-¿Qué es eso que tenías que decirme?

-Nada. -Ya no le diría, por idiota- Ben me regaló un cachorro.

-¿Ah sí?

-Sí, para que me haga compañía. Es un husky, y se llama Laila.

-Me alegro que estés feliz por eso...

-¿Te acostaste ya con ella? -Pregunté, disfrazando mi tristeza con una sonrisa.

El miró al piso, mientras jugaba con sus dedos.

-Supongo que no pudiste evitarlo... -No pude evitar que se quebrara mi voz.

-Basta.

-Me quiero ir de esta casa, Nate... Por favor.

-No me dejes sólo, Mia. -Susurró.

-Dijiste que no te ibas a acostar con ella... -Niégalo... Por favor, niégalo.

-Entiende que tuve que corresponderle como su esposo.

-No puedo más. Voy a terminar enloqueciendo.

-Mi amor...

-¿Por qué no puedes entender cómo se siente?

-¡Lo entiendo! ¿Qué se supone que haga?

-Ellie es una buena mujer, pero no se merece lo que le estamos haciendo.

-Mi vida, yo lo sé...

-Me estoy muriendo por besarte, por darte un abrazo, porque me quieras...

-Todo se va a solucionar.

-¡Es que te acostaste con ella y yo...! No tengo dignidad.

-Es amor. El mismo amor que siento yo por ti...

Moví la cabeza en negación. -Eso ya es masoquismo. Creer que hay algo más que buscar contigo, cuando está más que claro que tú no vas a dejar a Ellie... O a tu hija...

Nate no dijo nada, supongo que estaba de acuerdo conmigo. Se limpió disimuladamente una lágrima que se le había escapado.

-Mi mamá y yo regresamos a Londres mañana.

Esa noche no bajé a cenar, estaba muy ocupada reservando por internet los boletos de avión, y empacando mis cosas.

-Ni siquiera pude disfrutar a Laila... -Comenté, mientras cerraba la última maleta.

Admito que luego de apagar las luces, estuve llorando en silencio por un buen rato.

Iba a dejarlo. Habíamos estado casados por aproximadamente dos semanas, y ya había llegado el fin de nuestro matrimonio... Bueno, lo que fuese.

Le entregaría los anillos en la mañana, digo, después de todo el había pagado por ellos.

Estaba dormitando cuando escuché la puerta abrirse y volverse a cerrar, uno pasos caminar en dirección a la cama y luego peso sobre el colchón.

Quien sea quien fuese, había corrido las sábanas, y ahora estaba bajo ellas.

Genial, alguien entraba a mi cuarto, y yo era incapaz de mover un pelo.

Lo reconocí tan pronto sus brazos rodearon mi cintura, y su aliento golpeó contra mi oreja.

-¿Qué estás haciendo aquí? -Pregunté con un hilo de voz, poniendo mi mano sobre la suya.

-No pude soportarlo un segundo más...

-Nate, yo no quiero que engañes a Ellie... -Me pegué más a su cuerpo, y descubrí que estaba desnudo, excepto por los boxers.

-La salud de Ellie me preocupa, pero yo te necesito... -Me besó en el cuello.

Apreté los ojos, a lo que un escalofrío me recorría la espalda.

-Está mal... -Murmuré, antes de morder mis labios para no dejar escapar un gemido.

-No somos santos, Mia. Somos seres humanos... -Escurrió una de sus manos por mis bragas- que sienten, que desean... Que aman...

Ella o yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora