Siete.

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-Um... -Miré a Nate, él también me miraba- el murió...murió hace poco...

-¡Ay, lo lamento tanto! -Se llevó las manos a la boca- soy una torpe.

-No te preocupes. -Me aclaré la garganta- no pasa nada.

-No lo habría mencionado de saber que...

-No importa, Ellie. -La miré directo a los ojos- ya no tienes que seguir diciéndolo.

Sé que probablemente aquello fue rudo, y justo así es como quería que sonara.

La tensión aumentó luego de aquello, y yo no podía soportarlo. Terminé de comer a toda prisa, y me levanté.

-Permiso. -Es lo único que dije.

-¿No vas a esperar el postre? -Nate me preguntó.

-No. ¿Denise puedo pedirle al chofer que me lleve a algún lugar?

-Por supuesto que sí, querida.

-¿A dónde vas? -Al parecer, Nate no podía contenerse.

-Mi amor, eso no es asunto tuyo. -Ellie le dijo.

-Tu esposa tiene razón, Nate... -Y con eso, me fui de la casa.


-Tienes que aprender a ser más discreto... -Ellie le dijo divertida.

Nate se levantó. -Voy a ver a Cece.


-¿No le parece que está actuando un poco extraño? -Ellie le preguntó a Denise.

-Mi hijo ha sido siempre así... No es nada inusual.


Nate tocó en la puerta de la enfermera.

-Adelante.

-Permiso... -Cerró la puerta tras si- vengo a ver a la niña.

-Por supuesto, señor -la dejó en sus brazos- yo iré a comer, se la encargo mucho.


-Hola, princesa... -Le acarició el rostro- es la primera vez que tenemos un rato solos tu y yo.

Le sonrió a la pequeña, ya la adoraba.

-Si supieras las cosas por las que estoy pasando, Cece... Pero tú no tienes la culpa de nada.

La niña le envolvió el dedo con su pequeña mano.

-Prometo que haré lo mejor para ti... Que serás siempre mi prioridad... Que te amo con la vida, con locura...

-¿Desde ya teniendo secretos para mamá? -Ellie entró en la habitación.

Nate sonrió sin muchas ganas. -No, para nada.

-Me gustaría que saliéramos por ahí, Nate. Sólo tú, la niña, y yo.

-No creo que estés en condiciones de salir aún, Ellie. Además ya es muy noche para que Cece esté fuera.

-Bueno, pero... Por lo menos prométeme que dormirás conmigo esta noche.

-Ellie, ya te dije que...

-Excusas baratas, Nate, por Dios.

El besó a la niña en la frente, y la dejó en el catre. -Está bien. Voy a dormir contigo esta noche.

Ellie estaba que no cabía en sí de la emoción. Al fin, luego de tantos meses alejada de él, podría dormir otra vez junto a su esposo.


***

-Me parece que perdí mis anillos de matrimonio en el accidente. -Le dijo a Nate mientras se preparaba para dormir.

El no dijo nada.

-Pero, veo que tú conservas el tuyo. -Sonrió- aunque... No creo estar tan segura de que era ese.

-Si... -Nate alzó la vista- es este... De hecho, voy a quitármelo para...

-No, no. ¿Qué sentido tendría? Sólo tengo que mandar hacer otro para mí.

-Sí, pero... -Se quitó el anillo del dedo- esperaré a que tengas los tuyos. Voy a guardarlo al despacho, no quisiera perderlo, ya vengo.

Cualquier excusa. Lo que fuese para salir de la habitación y ver a Mia.

***

No estaba segura de que hora era, pero todo estaba oscuro. Estaba entrado a la casa con la ayuda de Fausto que se había ofrecido.

-Con cuidado, señora... Con cuidado... -Me dijo, guiándome por la oscuridad.

-¿Qué está pasando? -Escuché a Nate decir, y luego las luces se encendieron.

-Parece que tomó de más, señor. -Fausto le explicó.

Nate se acercó a mí, y me tomó por los hombros. -¿_____, estás bien?

-No me toques. -Traté de empujarlo, en vano- mantente a distancia.

-Fausto, por favor, déjanos solos. -Nate le ordenó.

-No, Fausto. Por favor, acompáñame a mi habitación.

-Fausto. -Nate lo fulminó con la mirada- ve a tu puesto.

El chico obedeció, y antes de darme cuenta, Nate me tenía en brazos, de camino a las escaleras.

-Bájame. -Murmuré, porque a pesar de mi estado de ebriedad, sabía que no podía armar un escándalo.

Me dejó por fin en mi cama, e hizo intentos de desvestirme.

-¡No me toques!

-Entiende que lo mejor es que te des un baño de agua fría.

-¡No necesito tu ayuda!

-Mia, estás haciendo más difíciles las cosas.

Vi melancolía en su mirada, y justamente eso fue lo que me hizo llorar en un inicio.

Me abracé a él con toda la fuerza de que fui capaz, enterrando mi rostro en su cuello.

-Me mata verte así, lo sabes...

-¿Y cómo crees que me siento yo, Nate?

-Esto no es acerca de quien se siente peor... -Tomó mi rostro entre sus manos- tenemos que apoyarnos... Apoyarnos como el matrimonio que somos...

Dejé salir un sollozo. -Ya no somos un matrimonio, tu única esposa es Ellie...

-Pero, yo te amo, maldita sea. -La voz se le quebró- a ti.

Me mordí los labios con la intención de ahogar mi llanto. -Prométeme que no te vas a acostar con ella, Nate...

-Te lo prometo. -Dijo sin dudar- te lo prometo...

Pero, yo sabía que no dependía de él cumplir con aquella promesa. Si yo fuera Ellie, quisiera estar todo el tiempo con mi marido.

Lo besé sonoramente en la frente, y le acaricié las mejillas. -Ya vete... Yo voy a estar bien.

-Estás ebria.

-No es así. -Negué con la cabeza- no tomé tanto.

-Permíteme quedarme hasta que te duermas. -Me pidió.

-Yo no duermo, Nate... -confesé- no dormí anoche y tengo la certeza de que no lo haré hoy. Por favor, vete.

Esa noche se me hizo eterna, la cama se me hizo inmensa, y el pecho muy estrecho para todos los sentimientos que debía albergar.

Yo no quería odiar a Ellie, ella había sido víctima del destino y de su hermano. Nate y ella. Ambos.

Entonces, la que resultaba sobrando era yo, ¿no? Siempre yo. Nate tenía una niña con esa mujer, no podía seguir interponiéndome.

-Pero, él te ama... -Me dije a mi misma en el silencio de la madrugada.

Ella o yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora