Quince.

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-No... -Logré decir. 

-¿Entonces por qué te pones de esa manera? 

-¡Porque yo si quería tener un hijo de mi marido! -Grité. 

Yo si quería un pedacito de Nate en mí. Era lo único que esperaba luego de aquella dolorosa separación. 

Me levanté de donde estaba sentada, y me fui a mi cuarto. 


Quise llamarlo, pero no tenía fuerzas siquiera para ello. En cambio, me dejé caer en la cama. 

Volví a mis años de adolescente, en los que lloraba contra mi almohada por cualquier cosa. 


***


-¡Maldita, mil veces maldita! -Ellie gritó mientras rasgaba el vestido de novia de Mia. 

Había entrado a la habitación de Mia, y como sospechaba, había aún algunas cuantas pertenencias de Nate allí. 

-¡Me vieron todos la cara una vez, pero no va a suceder de nuevo! 

La imagen de aquella fotografía le daba vueltas en la cabeza. El amor que se tenían, ella lo sabía.

-Te di todo, Nate... -Sollozó- y no pudiste confiar en mí... 


***

 

-¿Mamá, que tienes? -Ben entró apresurado al cuarto de su mamá- ¿Te sientes mal? 

Denise estaba aferrada con fuerza a las barras de su balcón. 

-Mamá... -Llegó por fin a su lado- ¿Qué pasa? 

-Ben, hijo... Tienes que ayudarme. -Le dijo en un hilo de voz. 

-¿Qué sucede? -La sujetó por los hombros. 

-Tienes que prometerme discreción, y... Y tienes que prometerme que pase lo que pase, llevarás esto a su fin si yo no puedo. 

-Habla ya, mamá... Me estás asustando. 


***

 

Era ya bien noche cuando Nate salió de su despacho. Se encontró a la enfermera subiendo las escaleras. 

-Gina... 

-¿Si, señor? 

-¿Está dormida Cece? 

-No, aquí le llevo su botella para dársela.

-¿Me permites? -Extendió su mano para tomar la botella. 

-Por supuesto, señor.  


Nate subió las escaleras, y fue al cuarto de la enfermera donde encontró a Cece en su corral. 

-Hola, princesa... -Dejó la botella a un lado, y se inclinó para tomarla en brazos- hola... ¿No vas a saludar a papi? 

Sentir la suavidad del roce de su hija. Verla tan pequeña y vulnerable entre sus brazos, necesitada de sus cuidados, lo hacía sentir extraño. 

Odiaba el hecho de no tener a Mia, pero por otro lado, la vida le había dado a Cece. Su hija, que creía perdida y ahora la tenía allí. 

Tenía sus ojos chocolate, su mirada imponente. La mirada Daugherty. Su hija heredaria un buen legado, nadie se atrevía jamás a meterse con ellos, eran fuertes. 

Ella o yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora